Estados Unidos ha puesto sobre la mesa un plan de paz para Gaza que busca detener la guerra entre Israel y Hamás con un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes y la instauración de un gobierno de transición bajo supervisión internacional. La propuesta, ambiciosa y polémica a partes iguales, ya genera adhesiones diplomáticas y un amplio escepticismo en la región.
Según el documento, tras la aceptación del acuerdo por parte de Israel, se detendrían las operaciones militares y, en un plazo de 72 horas, se liberarían tanto rehenes israelíes como prisioneros palestinos. Al mismo tiempo, se desplegaría una fuerza internacional para estabilizar la Franja y garantizar el orden en el terreno. El control político quedaría en manos de un gobierno transitorio tecnocrático supervisado por una “Junta de la Paz” internacional. Sobre la mesa se han barajado nombres como Donald Trump o Tony Blair para encabezar esa instancia. El plan también estipula que Hamás quede fuera de la administración política de Gaza y que su brazo armado sea desmantelado.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha manifestado su respaldo condicionado a la iniciativa, aunque ha señalado que Israel se reserva ciertos aspectos del control territorial y de seguridad. Países árabes clave han expresado su disposición a apoyar el proyecto, valorando que puede ser una oportunidad para evitar que la escalada bélica siga desestabilizando la región. Potencias europeas, por su parte, han mostrado cautela y han insistido en que cualquier acuerdo debe respetar el derecho internacional y garantizar la protección de los civiles.
Entre los analistas y la sociedad palestina, las reacciones han sido más escépticas. Muchos cuestionan que el plan carezca de un calendario concreto más allá de los primeros días y de mecanismos sólidos de verificación. También se señala que la exclusión de Hamás como interlocutor político limita el margen de viabilidad real de la propuesta, al tratarse de un actor que controla el territorio. Para algunos, el proyecto parece más bien un marco impuesto desde fuera, con el riesgo de carecer de legitimidad interna y de ser percibido como una tutela internacional en lugar de un proceso de autodeterminación.
Otro de los puntos polémicos es la idea de que Gaza quede bajo control de autoridades externas, con escasa participación local en la toma de decisiones. El traspaso forzado hacia un gobierno tecnocrático podría generar rechazo social y abrir un nuevo foco de tensión. Desde la población gazatí se advierte, además, que cualquier acuerdo que no incorpore a los actores presentes en el terreno corre el riesgo de fracasar desde el inicio.
La iniciativa estadounidense llega en un contexto de fuerte presión internacional sobre Israel, especialmente por el impacto humanitario del conflicto en la Franja, donde miles de personas se encuentran en situación crítica. La comunidad internacional intenta abrir vías de negociación ante un escenario que, sin un acuerdo de paz sostenible, amenaza con prolongar la violencia y el sufrimiento civil.
En este marco, la propuesta estadounidense pretende ofrecer un punto de inflexión, aunque todavía no está claro si será aceptada y aplicada en su totalidad. Queda en el aire la pregunta de si este plan es un camino viable hacia la paz o una maniobra diplomática que no aborda los problemas de fondo. Por ello, queremos conocer la opinión de nuestros lectores: ¿cómo valoras el plan de paz de Estados Unidos para Gaza?

Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes
Síguenos en Google Discover