Chemnitz está considerado como el epicentro de la ultraderecha alemana y bastión de neonazismo que emerge en un país en el que un partido radical y ultraderechista, Alternativa para Alemania, es la primera fuerza de la oposición en el Parlamento y las últimas encuestas colocan como segundo en intención de voto.

La ciudad se encuentra en Sajonia, estado en el que la formación ultra consiguió tener el 27% de los votos en la últimas elecciones. Sajonia se encuentra en el este y la sociedad vive con la idiosincracia de haber pertenicido a la RDA, una brecha todavía palpable entre los ciudadanos alemanes. Tambiém se originó en esta localidad, en 2014, el movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida), con fuerte vínculos con AfD, a pesar de no tener una estructura común.

Además de dichos condicionantes, el pasado domingo un ciudadano alemán fue fatalmente apuñalado. En la disputa se vieron involucradas varias personas más, entre ellos un sirio y un iraquí, de 23 y 22 años respectivamente, los cuales fueron detenidos como presuntos autores materiales de la muerte a cuchilladas del hombre. 

Tal suceso, provocó que grupos neonazis convocaran una manifestación bajo el pretexto de enseñar “a los extranjeros quien manda aquí”. Casi dos mil ultraderechistas camparon desde la emblemática estatua en honor a Karl Marx en el centro de Chemnitz, proclamando soflamas hitlerianas y consignas xenófobas. En frente, un millar de antifascistas en una contramanifestación propugnada ante el despliegue nazi. La radicalización de la sociedad alemana está adquiriendo unos tintes peligrosos, sobre todo tratándose del estado germano y su pasado nazi. 

La demostración de fuerza de la ultraderecha alemana no se quedó ahí. El pasado jueves volvió a la calle en aras de protestar contra Angela Merkel y de la presencia de refugiados en el país. En esta protesta se pudieron ver a varios asistentes haciendo el saludo nazi, algo prohibido en Alemania.  Paralelamente, el primer ministro del estado federado de Sajonia, Michael Kretschmer, y la alcaldesa de Chemnitz, Barbara Ludwig, se reunieron con habitantes de la ciudad en un estadio cercano para responder a sus preguntas, los cuales recibieron atronadores abucheos por el público. 

Un manifestante sostiene una pancarta en la que se lee " Si mandan burros y ovejas, Chemnitz se convierte en un enclave africano"

Para Angela Merkel la xenofobia "no tiene cabida en un Estado de derecho" mientras que el diputado de la ultraderechista AfD, Markus Frohnmaier había llamado abiertamente a los ciudadanos a través de su cuenta de Twitter a tomarse la justicia por su mano. Asimismo, Alexander Gauland, lider del partido ultra apoyó la "autodefensa" ciudadana en una entrevista publicada en el diario Die Welt: "Cuando el Estado no puede proteger ya a los ciudadanos, la gente sale a la calle y se protege a sí misma. ¡Así de simple!”.

Chemnitz supone el paradigma de la radicalización del mensaje político de diferentes grupos europeos contra la política de ayuda al refugiado. Además, dicho manifiesto político, basado en la xenofobia y el racismo, se traslada en aceptación pública, demostrada en el voto. Y la metafora adquiere tintes peligrosos cuando tenemos a Alemania como epicentro del levantamiento ultranacionalista, 73 años después del final de la Segunda Guerra Mundial.