El Papa celebra la misa de Navidad este 24 de diciembre, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. EFE



Benedicto XVI ofició la Misa del Gallo por cuarto año consecutivo a las diez de la noche y no a medianoche para evitar fatigas, a sus 86 años. Lo hizo después de la inauguración del Nacimiento y el encendido del cirio, dos ritos tradicionales con los que se da comienzo a las celebraciones navideñas en el Vaticano. Por cierto, el Portal de Belén, contó, como manda la tradición cristiana, con la mula y el buey, a los que el Papa pretendió echar del Belén, al afirmar, en su libro  La infancia de Jesús , que en el Evangelio no se habla de animales.

Arados en vez de armas
En la Misa del Gallo, Benedicto XVI rechazó el uso de la violencia y pidió que en lugar de armamentos para las guerras lleguen ayudas para los que sufren, y denunció que el hombre está tan lleno de sí "que no le queda espacio para Dios y le rechaza". "Haz que, también hoy, de las espadas se forjen arados, que en lugar de armamento para la guerra lleguen ayudas para los que sufren", subrayó. Este martes, el Pontífice pronuncia el Mensaje de Navidad e imparte la bendición "Urbi et Orbi” en la basílica de San Pedro.

Benedicto XVI llegó al templo en la peana móvil que utiliza para desplazarse por la larga basílica de San Pedro, donde celebró la misa con 30 cardenales y decenas de obispos y sacerdotes.

El Papa afirmó que Cristo es nuestra paz y que es necesario en esta época implorarla, "para que Dios ilumine a las personas que se creen en el deber de aplicar la violencia en su nombre, para que aprendan a comprender lo absurdo de la misma y se conviertan en hombres de paz".

Un sitio para Dios
"No hay sitio para él. Nosotros nos queremos a nosotros mismos, queremos las cosas tangibles. Estamos completamente llenos de nosotros mismos, de modo que ya no queda espacio alguno para Dios. Y, por eso, tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros", lamentó el Pontífice.

Benedicto XVI pidió para que los hombres oigan a Dios, le hagan espacio en su interior "y de este modo, podamos reconocerlo también en aquellos a través de los cuales se dirige a nosotros: en los niños, en los que sufren, en los abandonados, los marginados y los pobres de este mundo".

Vista del Portal de Belén tras ser inagurado por el papa Benedicto XVI en Ciudad del Vaticano, el 24 de diciembre del 2012. EFE



Monoteísmo y violencia
El Pontífice agregó que hoy en día hay corrientes de pensamiento que sostienen que la religión, en particular el monoteísmo, es la causa de la violencia y de las guerras en el mundo y que sería preciso liberar a la humanidad de la religión para que se estableciera la paz.

Benedicto XVI admitió que "es cierto" que el monoteísmo ha servido en la historia como pretexto para la intolerancia y la violencia y que "es verdad que una religión puede enfermar y llegar a oponerse a su naturaleza más profunda, cuando el hombre piensa que debe tomar en sus manos la causa de Dios, haciendo a Dios de su propiedad privada".
"Si es incontestable un cierto uso indebido de la religión en la historia, no es verdad, sin embargo, que el 'no' a Dios restablecería la paz. Si la luz de Dios se apaga, se extingue también la dignidad divina del hombre", subrayó.

Zonas de conflicto
Benedicto XVI hizo también un llamamiento a la paz en Tierra Santa, Siria, Irak y Líbano y pidió para que los israelíes y palestinos "puedan llevar una vida en paz y en libertad". El Pontífice abogó para que los cristianos en esos países, "donde ha tenido origen nuestra fe" puedan conservar su morada y que los cristianos y musulmanes "construyan juntos sus países en la paz de Dios".