No hay semana en la que no haya alguien que proponga a Ada Colau una salida profesional. Sin duda, lo hacen con la mejor voluntad del mundo, intuyendo que el trabajo de alcaldesa de Barcelona no debe ser satisfactorio para la hasta hace poco portavoz de la PAH. Hay que decir en favor de estos señores, porque hasta ahora todos los asesores laborales han sido hombres, que se han devanado los sesos y no han tirado por lo que se suele ofrecer a quienes dejan la política.  Lo fácil hubiera sido ofrecerle un puesto de consejera en alguna gran empresa energética, como marca la tradición, sin embargo ellos abogan por trabajos más acordes con su condición de mujer de clase no pudiente: friegasuelos y pescadera. Dan por supuesto, que en estos trabajos la señora Colau podrá estar en contacto más directo con aquellos a quienes defendía hasta su llegada a la alcaldía.

Doy por seguro que tanto el líder del Partido Popular en el ayuntamiento de Palafolls, Óscar Bermán, como el gran escritor, y mejor persona, Félix de Azúa, no tienen nada en contra de la gente que realiza trabajos físicos para ganarse la vida; estoy convencido de que si alguno de los dos probara a trabajar, aunque sólo fuera un breve tiempo, encontrarían aspectos positivos que ahora ni imaginan. Un poco de trabajo, y si es físico mucho mejor, podría ayudarles a conciliarse con la realidad y les sería de enorme utilidad en las importantes tareas que asumen ahora, sean cuales sean. 

Quizá Bermán, si hincara las rodillas durante unos días limpiando suelos, vería con otros ojos la utilidad de las facultades de Sociología y Políticas que ahora propone cerrar por ser, según sus sabias palabras, "fábricas de marxistas". Y en eso hemos de darle la razón, se pone uno a estudiar a fondo la historia de las relaciones sociales y laborales de la humanidad, y lo más fácil es que llegue a la conclusión de que en los últimos cuatro o cinco mil años las cosas se han hecho bastante mal y hay que cambiarlas. Por eso, lo mejor, como propone Bermán, es no estudiarlas y se acaba con el problema. Y lo mismo debería aplicarse a otras facultades, por ejemplo la de medicina. Hace dos o tres siglos, antes del gran avance en el conocimiento del cuerpo humano, apenas se conocían enfermedades, la gente moría de un golpe de aire o de un pronto; pero fue ponerse a estudiar y miren ustedes la cantidad de dolencias que han surgido y las que quedan por descubrir. Cierto que la esperanza de vida ha crecido muchísimo, pero siempre con la espada de Damocles de si no acabaremos poniéndole nuestro nombre a alguna nueva afección. 

Y es que, en lo que estará de acuerdo conmigo Bermán, no hay nada mejor para purificar la sociedad que una buena quema de libros. Huelga decir que de la hoguera habría que salvar todos aquellos volúmenes que fueran inocuos para la sociedad y el intelecto, como los de Félix de Azúa. Nuestro ilustre escritor, filósofo y uno de los fundadores de Ciudadanos, no sólo merece que se salven sus libros del fuego, sino que propongo, como él propone trabajos, que sea el primer académico de la Real Academia Española que ocupe dos sillones en vez de uno. En el 2015 sucedió a Martín de Riquer en el sillón H, espero que cuando quede bacante, Dios quiera que dentro de muchos años, el sillón P, también lo ocupe él. Su fina inteligencia lo merece.