Aquí, en España, a golpe de IRPF nos dimos cuenta de lo poco que valía la palabra de Rajoy. En Alemania lo han descubierto ahora y el periódico Handelsblatt le ha otorgado el galardón de Pinocho del día después de su desmarque de ayer. Y el presidente de la Comisión Europea, Herman Van Rompuy, tuvo que darle un tirón de orejas, amenazándole con el “castigo” de los mercados por la falta de coherencia.

Mano tendida de Rubalcaba
Pero, ¿todo son reproches? No. Mariano Rajoy ha recibido en su decisión el apoyo de Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien hasta hace dos días se le acusaba poco más que de incendiar las calles cuando había prometido hacer una “oposición responsable”. El líder del PSOE le ha ofrecido su mano a Rajoy "si Bruselas se opone, si Merkel se opone y si Sarkozy se opone", y le ha felicitado porque se “haya caído del caballo”.

El debate de las insidias
En cualquier caso, Rubalcaba es coherente con lo que proponía en su programa electoral, aunque él hablaba de demorar las fechas, no de cambiar las cifras. En aquel debate televisivo en el que Rajoy tachaba de “insidias” cada estocada de su contrincante, el candidato del PSOE se lo advirtió: “La senda de cumplimiento del déficit nos va a llevar a una situación muy difícil. Es necesario decirle a Europa que retrase dos años” las exigencias.

Lo que le costó a Zapatero
La conversión de Rajoy no es baladí porque supone que el ajuste presupuestario este año será de 27.000 millones, en lugar de los 45.000 millones que nos pedía Bruselas. En cualquier caso, la cifra no se queda manca: el recorte de José Luis Rodríguez Zapatero en mayo de 2010, aquel de “cueste lo que me cueste”, eran sólo 15.000 millones en un año. ¡Y vaya si le costó!

Salir a la calle
Pero del regate de Rajoy a la Comisión Europea puede sacarse otra conclusión. Pocas horas antes de anunciar la cifra del 5,8%, el presidente del Gobierno lanzaba un mensaje a “esos que no están de acuerdo” con sus reformas, “que son muchos”. Y les decía: "Es el momento de ser prudentes porque con eso [salir a la calle] no se consigue nada". Cabe preguntarse hasta qué punto el malestar ciudadano, expresado en forma de protestas, no ha sido el que le haya dado el aviso a Rajoy de que el pueblo no va a permitir semejante recorte sin dar batalla.