El ascenso de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del Partido Popular ha supuesto un cambio radical en las relaciones del expresidente de la Xunta y del PP con Vox. El nuevo pacto de Gobierno en Castilla y León entre populares y ultraderechistas ha sembrado el camino para desarrollar una mejora sustancial en las posiciones de ambas formaciones.

Sin embargo, las relaciones entre la formación dirigida por Abascal y el político gallego no siempre han sido buenas. De hecho, históricamente, Vox ha tenido una línea de actuación muy marcada hacia Feijóo: la confrontación, el insulto y la minusvaloración de sus capacidades. ¿El motivo que podría explicar este modus operandi? Tal vez, la imposibilidad de la ultraderecha de acceder a las instituciones gallegas, que se han mantenido como un feudo del Partido Popular y de la izquierda como contrapeso y no han dejado acceder a la extrema derecha al espacio político, obteniendo cero escaños en esta región tanto en las autonómicas de 2020 como en las generales de 2019. Ante esta situación, lo único que le quedaba a Vox en Galicia era desmerecer la figura política de Feijóo, pese a que si hubieran tenido la oportunidad de acceder al espacio institucional, probablemente se hubiesen mostrado plenamente cooperativos con él, tal y como está quedando demostrado actualmente con el salto del gallego a la presidencia popular.

“El Torra gallego”

Hace no más de dos años, la agenda estaba marcada por las elecciones autonómicas de Galicia y País Vasco, que se celebrarían el mismo día: el 12 de julio de 2020. Ambas son autonomías en las que Vox brilla por su ausencia y a las que iba a tener serias dificultades para acceder. De este modo, lo único que le quedaba al partido era el enfrentamiento, la rabieta y la provocación para obtener algo de relevancia y rascar votos. Por ello, intensificaron su campaña contra Feijóo, al que Iván Espinosa de los Monteros llegó a referirse como “nacionalista gallego” o “el Quim Torra de Galicia”, a pesar de las evidentes diferencias ideológicas que hay entre ambos dirigentes regionales y de que, como es lógico, Feijóo nunca tuvo la independencia gallega entre sus planes.

También fue comparado con Pujol por el eurodiputado y vicepresidente del partido, Jorge Buxadé, ante la negativa del entonces dirigente del PP gallego cuando fue preguntado sobre si pactaría con Vox en una hipotética necesidad de coalición. “La identificación del presidente con la región es un paso decisivo para eliminar Libertades después de las leyes lingüísticas. Lo hizo Pujol, por ejemplo”, tuiteó. Cabe puntualizar que tanto el gallego como el catalán son lenguas cooficiales del Estado Español y, como tal, pueden ser establecidas como oficiales en sus respectivas regiones y ser enseñadas en los centros educativos y hogares sin ningún tipo de restricción.

De la rabieta a la necesidad

Sin embargo, las tensiones entre el ahora presidente de los populares y Vox se han visto muy apaciguadas en el contexto más reciente. La crisis que sacudió de arriba abajo al PP hace escasas semanas y que terminó con la dimisión de Pablo Casado le ha quitado la careta a la formación de extrema derecha, que, a pesar de no haber hecho sangre de lo ocurrido, se ha dado cuenta de su necesidad de que el PP goce de buen estado de salud para sacar a Pedro Sánchez y al PSOE de la Moncloa. La distensión de las relaciones entre ambos se ha debido a la conveniencia de Vox de que así sea: sin una derecha clásica sólida y fuerte, ahora en manos de Feijóo a nivel nacional, Vox no tiene la capacidad, por sí solo, de plantar cara al bloque de izquierdas. Es por este motivo por el que se produce el cambio de estrategia hacia Feijóo: cuando Vox no le necesitaba, se dedicó al acoso y derribo, pero ahora que dependen de él en el panorama nacional, vuelven a considerar el diálogo y la cooperación como una opción, y, tal vez, viceversa. 

Está por ver si el 'nuevo' Partido Popular nacional se escora hacia el centro y opta por el sendero de la moderación o si mantiene, como así parece, una línea de complicidad con la extrema derecha que haga realidad los deseos y necesidades de Vox, una opción posible teniendo como referencia el reciente pacto castellanoleonés.