Si mañana hubiera elecciones generales, ¿a qué partido votaría? El PP puede presumir de tener al votante más leal, ya que el 80% repetiría voto, mientras que solo un 63% de los votantes del PSOE seguiría siendo leal a Pedro Sánchez, según la misma encuesta. Con estos números, y tras ver los disgustos que esta semana Vox le ha dado al PP en Castilla y León -la cara de Alfonso Fernández Mañueco da testimonio de la irritación-, con los comentarios de Juan García-Gallardo, que a todas luces son groseros e inadmisibles, por más relato que le hayan echado al ser conscientes del desliz, cabe preguntarnos: ¿Qué estrategia debería seguir el PP con el partido de Santiago Abascal?

A primera vista podría parecer que la política de los avestruces no es la más acertada. ¿Cómo no reaccionar y posicionarse a cada barbaridad, incendio u ocurrencia de los dirigentes de Vox? Tiremos de hemeroteca: Esteban González Pons o Javier Arenas recordarán que la política de ignorar al contrincante puede salir rentable. Aquellas interminables reuniones de la dirección de Mariano Rajoy sobre cómo tratar al Ciudadanos de Albert Rivera siempre terminaban con la misma conclusión: Economía, economía y economía. Desentenderse de Ciudadanos. Ignorarlos como el padre antipático haría con el novio heavy de su hija. Hacer valer los galones. La experiencia de gobierno. Enseñar las cornadas del que gobernó. No caer en sus trampas de campeón de debate universitario. ¿Funcionó? 40 diputados obtuvieron los naranjas en las elecciones generales de diciembre de 2015 y 32 en junio de 2016. Un resultado aceptable, pero que solo les sirvió para ser la muleta de un partido fuerte, PP o PSOE. Es decir: sí fue una buena estrategia.

Cada día Vox seguirá intentando provocar al PP, poniéndole capotes para que entre Núñez Feijoo o cualquier dirigente del partido. Una estrategia lógica en un partido populista que quiere hacerse mayor a costa del PP. Por eso, es responsabilidad del PP no dejarse llevar por el calentón del momento y centrarse en su libro: la economía. De hecho, ya vendrán otros partidos, principalmente el PSOE, a enzarzarse con los de Santi Abascal, mientras a los españoles estos debates les importan bastante poco. La batalla cultural sólo le interesa ahora mismo a quien no teme por su empleo, tiene la nevera llena y no mira los precios cuando va al supermercado, paga la luz o llena el depósito del coche. Y no hay tanta gente así en España, se pongan como se pongan.

El objetivo del PP debería ser como el de un niño en domingo: llegar a casa sin mancharse. No traer ningún roto. No arañar los zapatos. Si en dos meses de reinado, Feijóo ha conseguido que un 16% de los votantes de Vox quiera ya al presidente del PP en Moncloa, solo con tiempo y con la misma estrategia ese porcentaje seguirá creciendo. Cabe recordar que, en enero de este año, solo un 9,5% de los votantes de Vox quería que el presidente fuera ya Pablo Casado. Y diré más: Prácticamente todos los votantes de Vox alguna vez lo fueron del PP. Sólo tienen que desandar el camino cuando se den cuenta de que Vox no es una alternativa de poder, sino una charanga mediática con poco recorrido. Tienen un ejemplo cercano en la otra orilla, ¿verdad, Pablo?

Lo está haciendo Juanma Moreno Bonilla en la precampaña de las elecciones andaluzas. Se está mostrando propositivo, casi tibio, hablando de metros, hospitales, impuestos…  lejísimos de la campaña que está planteando Macarena Olona, con Álvaro Zancajo, ex director de informativos de Canal Sur, como ideólogo. Ella se cambia de camisetas en el Congreso, se graba en corralas y bodegas, sillas de enea, mantones y discursos de carácter incendiario-emocional invocando el corazón y la víscera de los votantes. Donde Juanma propone soluciones, ella inventa problemas. El tiempo dirá si su elección como candidata ha sido o no un acierto, pero Vox tenía todo de cara para revolear el tablero andaluz y La Salobreñera no parece haber cogido el tono aún. A lo mejor guarda sus mejores trucos para cuando arranque la campaña. Juanma no parece que se vaya a salir del tipo institucional, calmado y cauto con los cebos de los demás candidatos.

Economía, economía y economía. Para gobernar hace falta claridad y ambición. Ignorar a Vox y un ingrediente más: repartir los papeles. Esperanza Aguirre era para Mariano Rajoy lo que Isabel Díaz Ayuso debería ser para Núñez Feijóo. Un verso libre que tiene la capacidad de concitar el voto más a la derecha del PP, mientras que Feijoo se mantiene pegado al centro, para captar los votos de ese PSOE desencantado con el sanchismo.

Sin embargo, esta estrategia no está exenta de sus riesgos. Principalmente en Cataluña, donde el PP se ha quedado reducido a la mínima expresión, mientras Vox ha cogido mucho vuelo. Y a nadie se le escapa, empezando por el propio Núñez Feijóo, que sin Cataluña no se llega a Moncloa. ¿Es Alejandro Fernández el líder que necesita el PP para recuperar peso? Feijóo lo ha dejado claro: "Se trata de ganar". La bravura del PP pasa por su nuevo gurú económico, el andaluz Juan Bravo. Sólo cuando los precios bajen, se estabilicen los mercados y la presión descienda en los hogares españoles, podremos hablar de tauromaquia, reconquista y educación para la ciudadanía. Esa será la gran baza política del Partido Popular: Primero el bolsillo, luego el corazón.