Este domingo, Inés Arrimadas celebraba su salto a la política nacional con un viaje internacional. Junto a varios miembros de Ciudadanos se trasladó a Waterloo (Bélgica) para dar un mitin de 10 minutos frente a la casa del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont y decirle que la República no existe. Arrimadas no entró en la mansión, pese a que Puigdemont le dejó la puerta abierta en un gesto que quedó retratado tras la pancarta de Ciudadanos.

La escenificación se estuvo gestando durante una semana. Tras anunciar Arrimadas que haría el viaje, y tras recibir varias críticas -desde aliados como el PP y desde rivales como el PSOE y el Gobierno de España-, Puigdemont movió ficha y le invitó a dialogar dentro de su casa. Algo que dejaba a Arrimadas ante la tesitura de mostrarse cerrada a hablar pese a gastarse 15.000 euros en el viaje o entrar al chalet de Waterloo, perder la oportunidad de hacer público su mensaje y legitimar a Puigdemont.

Finalmente, Arrimadas optó por la primera de las opciones y los periodistas fueron los principales testigos de su acto, mientras la puerta de Waterloo se quedaba entornada, abierta por un ser invisible que no fue captado.

Pero mientras se fraguaba esta guerra de estrategias, Melissa Rodríguez, portavoz de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, era grabada en una rueda de prensa que, en perspectiva, daña la imagen de los naranjas: “Ojalá que Puigdemont sea valiente por primera vez y abra la puerta, porque que a nadie le que la menor duda que la señora Inés Arrimadas le va a decir, si él se atreve, a abrir esa puerta todo lo que el señor Sánchez no ha sido capaz de decírselo”.