El caso Cerdán aterriza en el Congreso de los Diputados. Este miércoles se reanudará el Pleno con una sesión de control en el que ya no estará el ex secretario de Organización del PSOE Santos Cerdán, después de que este lunes renunciara al acta. Quien sí estará será el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre cuya figura girará toda la acción de la oposición y de los socios tras el informe que se cobró la vida política de su número tres. No será la primera vez que el jefe del Ejecutivo se enfrente al escrutinio del Hemiciclo por los casos de corrupción que han afectado a las siglas socialistas, pues comparecerá en un Pleno monográfico para “rendir cuentas” en la segunda semana del mes de julio; previsiblemente el miércoles 9. No obstante, este primer cara a cara con la derecha y sus aliados parlamentarios lo afrontará aferrado a la “contundencia” con la que ha actuado su partido para neutralizar el impacto del informe de la UCO.
Desde el estallido del caso, los socialistas han entonado el mea culpa con incontables disculpas hacia la ciudadanía por las “manzanas podridas” – en referencia a Santos Cerdán y José Luis Ábalos – entre las filas del PSOE. El propio Sánchez lo hizo el pasado jueves y lo reiteró este lunes, tras más de cinco horas de debate interno en el marco de la Comisión Ejecutiva Federal. De la reunión rutinaria florecieron una batería de medidas para exhibir la actuación “contundente” del partido frente a cualquier traza de corrupción que cohabitara en Ferraz.
Sobre esa idea cimentará Sánchez y su gabinete sus respuestas a la derecha y la ultraderecha, además de abrirse a nuevas iniciativas para recomponer la confianza quebrada por el caso Cerdán. En ese punto se sitúan los grupos del llamado bloque de la investidura, incluyendo las fuerzas progresistas. El consenso entre los aliados de la coalición y el socio minoritario del Gobierno es palpable, aunque con matices. Todos coinciden en que el “perdón” de Sánchez “no es suficiente” y debe ir acompasado de acciones legislativas que refuercen su compromiso contra la corrupción. En ello trabaja el entorno del presidente, aunque su primera reacción a la presión del Hemiciclo será poner pie en pared y diferenciarse de formaciones como el Partido Popular, que “destruye ordenadores” o crea una “policía patriótica para silenciar los casos de corrupción”.
Feijóo abrirá fuego…
Como es habitual, el primer envite lo disputarán el propio Sánchez y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Conservadores y ultraderechistas redoblarán su estrategia de presión al jefe del Ejecutivo, al que consideran no sólo debilitado, sino amortizado. Especialmente los populares, quienes intentan al mismo tiempo desquitarse del empuje de Vox con la moción de censura al entregar la patata caliente a los aliados parlamentarios del Gobierno. Sea como fuere, el jefe de filas del PP inaugurará la sesión de control interrogando al dirigente socialista sobre si “le queda algún respeto” por los españoles.
Las interpelaciones de PP y Vox pronostican un debate bronco. Mención especial al turno de Santiago Abascal, quien directamente exigirá al presidente del Gobierno “un cálculo de lo que han robado las tramas” que giran en torno a las siglas socialistas. En este sentido, los ultras entremezclarán los ataques a Sánchez con constantes llamamientos a Feijóo a impulsar una moción de censura que en Génova ven como un “balón de oxígeno” para el inquilino de La Moncloa. De ahí, que la réplica de los populares al estallido del caso Cerdán se limite a la exigencia de un adelanto electoral.
...y los socios responderán
Con otras intenciones y desde un tono de desconfianza, sus socios se abonan a la exigencia de que Sánchez dé más explicaciones. Ninguno de ellos plantea bajarse del tren de la investidura en la para más inmediata, pero advierten, como EH Bildu, de que “la pantalla ha cambiado”, así como el nivel de confianza. Los aliados del Ejecutivo no se fían del presidente y así lo han dejado patente a lo largo de estos días demandando la presencia de Sánchez en la Cámara Baja, una auditoría al Ministerio de Transportes o reuniones urgentes para testar el futuro de los pactos, como con Sumar y Junts.
Más fieros se han mostrado desde Podemos. Los morados han visto su oportunidad de distanciarse de los magentas. Y lo han hecho con un portazo a las reuniones propuestas por el propio Sánchez. Tanto Montero, como Belarra y otras voces de rango en el organigrama de Podemos han dejado claro que no dejarán caer al Gobierno, pero sí le apretarán las tuercas hasta deformar el encaje.
Por su parte, el independentismo ha aprovechado para subir el precio de sus apoyos. El más cauto hasta la fecha ha sido el PNV, aunque poco a poco va elevando el tono hasta acompasarlo al descontento generalizado. Por su parte, Junts ha abierto la ronda de consultas con el presidente, aunque guardan recelosos el contenido de la misma. A los neoconvergentes les sucedía en agenda Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), aunque ha postergado la cita para después del pleno, donde cuyo portavoz ha reorientado la pregunta para exhibir más colmillo hacia Sánchez: “¿Qué piensa hacer?”.
Comparecencia de Sánchez
En cualquier caso, todos ellos aúnan fuerzas para acelerar la comparecencia de Pedro Sánchez. La primera fecha que prevén desde el Gobierno es el 9 de julio, habida cuenta de que la agenda internacional del presidente imposibilita su presencia en las semanas anteriores. Sin embargo, tanto la coalición de derechas como los socios -a excepción de EH Bildu y Sumar-.
Esquerra, como Junts, PNV y Podemos, así como Partido Popular, creen que esperar tres semanas es demasiado tarde, además de concederle a Sánchez un balón de oxígeno para preparar concienzudamente la cita. El portavoz del Grupo Parlamentario Popular, de hecho, ha censurado la “tibieza” de abertzales y morados en la Junta de Portavoces, donde el Gobierno ha insistido en el 9 de julio como primera fecha para el monográfico de Cerdán.