Poco más de un año y medio después de que Mariano Rajoy recalara en el Palacio de la Moncloa, el Partido Popular plantó la semilla de la operación para arrebatar a Bárcenas todo tipo de material sensible vinculado a la contabilidad B de la formación. Es decir, lo que en la actualidad se conoce como el caso Kitchen.

Esta misma semana, el ex tesorero del Partido Popular Luis Bárcenas prestó declaración ante el juez que instruye el caso Kitchen. Durante su testifical, el que fuera senador conservador por Cantabria insistió en que, ya en 2015, tras su salida de prisión, advirtió que habían desaparecido, del estudio de su mujer, algunos documentos relativos a la contabilidad paralela del PP, así como la presunta grabación de la conversación que tuvo con el ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy.

Bárcenas no ha aportado más prueba que su testimonio sobre este hecho, lo cual resulta inocuo en materia penal, pues ésta sólo puede edificarse en la validez de las pruebas ofrecidas para ratificar las diversas declaraciones.

En el ámbito político, el caso Kitchen está removiendo los recuerdos de los actores principales de aquella etapa que conformaban la Triple Entente Génova-Moncloa-Interior. Eran pocos los implicados en una estrategia que comenzó a tejerse poco más de un año después de que Mariano Rajoy alcanzara la Presidencia del Gobierno.

En el momento en el que se filtraron los primeros mensajes de apoyo de Rajoy a Bárcenas, cuando el escándalo de la Caja B había ya estallado por los aires. En ese justo instante se sembraron las semillas de la ofensiva contra el ex tesorero que se ha traducido en lo que hoy se conoce como Operación Kitchen.

Según La Razón, dentro del círculo de Kitchen se integraban las personas de mayor confianza de Mariano Rajoy. De hecho, acorde a la información del citado medio, de ese selecto grupo sale la explicación de que el entonces presidente del Gobierno y líder del Partido Popular dio la orden de hacer lo que tuvieran que hacer para frenar a Luis Bárcenas.

El ex jefe del Ejecutivo tejió una red “reservada y exclusiva” desde la que se gestionaran todas las novedades vinculadas con Bárcenas, según detallan a La Razón fuentes del círculo. Este constituye el germen de la Kitchen, quien también investiga al ex comisario José Manuel Villarejo, al ex número dos de la Policía, Eugenio Pino, y al antiguo chófer del ex tesorero del PP, Sergio Ríos.

Las novedades sobre el devenir del caso Kitchen están desfigurando a Mariano Rajoy a nivel interno. En la formación ya le señalan – de puertas para dentro – como el máximo responsable de las relaciones de su Ejecutivo con las cloacas del Estado en la operación parapolicial para detener a Bárcenas.

De hecho, la dirección del Partido Popular, con Pablo Casado a la cabeza, ha levantado un muro con la herencia recibida. Incluso quienes confían plenamente en la honorabilidad de Mariano Rajoy, en lo tocante a no enriquecerse con las irregularidades, estiman que nadie actuó sin que éste efectuara la orden.

A día de hoy, al ex jefe del Ejecutivo conservador le preocupa las imputaciones de María Dolores de Cospedal y de su jefe de Gabinete. Las decisiones del grupo no acordaron un protocolo de actuación en el que se establecieran reuniones a tres bandas. Rajoy trataba personalmente con cada interlocutor lo que le afectaba e incluso hablaba personalmente con el secretario de Estado de Interior, Francisco Martínez. El quid de la cuestión pasa por ver si caerá sólo el número dos de Jorge Fernández Díaz o supondrá la ficha que inicie el efecto dominó.