Mucho se ha debatido y se sigue haciendo sobre la ocurrencia fascista e ilegal del partido VOX del llamado pin parental. Las redes sociales arden con el debate y con toda clase de ocurrentes memes que, en cierta medida, indican una bipolarización cada vez más radical de la sociedad, que están alimentando ideologías que debían haber sido proscritas, incluso legalmente, de nuestra contemporaneidad, como se ha hecho en países tan poco sospechosos de no ser democráticos como Inglaterra o Alemania. El debate, alimentado como medida estrella en su campaña electoral,  sobre lo que Vox ha querido acuñar como pin parental volvió a encenderse, después de que el partido de Abascal incluyera en su listado de exigencias para apoyar los presupuestos de la Región de Murcia, gobernada por la coalición PP-Ciudadanos, que se añadiera este aspecto en la normativa educativa. Por supuesto, la coalición de pretendido centro-derecha tragó con la imposición del partido de extrema derecha, en un acto de desacato a la ley educativa y, según algunos juristas, a la propia Constitución española a la que tanto invocan.

La ministra de Educación Isabel Celaá advirtió que recurriría, de ser implantada, dicha medida por vía judicial que, entre otras cosas, desacata el artículo 1 de la ley educativa en vigencia, la LOMCE, aprobada, por cierto, por los anteriores gobiernos del PP. Fue en concreto el ministro de Educación y Cultura del presidente Rajoy, José Ignacio Wert, probablemente el peor ministro de educación y cultura de nuestra democracia, quien aprobó esta ley a la que ahora desacatan VOX, el PP y Ciudadanos, en Murcia y, según parece, el propio presidente del Partido Popular, el señor Pablo Casado, que ha defendido violenta y vehementemente el pin parental.

Resulta curioso que, el joven y centrado Pablo Casado, supuesto referente de una derecha moderna y de centro en nuestro país, adopte, una vez más, los postulados de la machirulería ibérica, que debiera haberse extinguido como la plaga que fue, y que sin embargo resurge como la enfermedad que propaga el odio hoy, gracias a la colaboración del PP y Ciudadanos, entre otros, que los defienden, justifican, y asumen sus aberrantes postulados.  En pleno debate, el señor Casado se tiró al barro de las redes sociales para escibir en su cuenta personal de Twitter "mis hijos son míos y no del Estado, y lucharé para que este gobierno radical y sectario no imponga a los padres cómo tenemos que educar a nuestros niños. Saquen sus manos de nuestras familias". No parece que cuando era uno de los niños bonitos de Rajoy se mostrase tan ferozmente en contra de la ley educativa que aprobaba en su partido y está hoy vigente pero, lo que sí manifiesta esta declaración es que, no sólo no son distintos del partido de extrema derecha del que ahora asumen argumentos, de Vox, sino que comparten un pensamiento reaccionario, machista, homófobo y patriarcal de la sociedad.

Al llamado pin parental, debieran llamarlo pin patriarcal, que además concuerda con las siglas del PP. El sentido de posesión de los hijos, que son una responsabilidad y no una propiedad, ni un seguro de vida, nos retrotrae a un pensamiento medieval, recuperado por el Nacional Catolicismo, que cosificaba a la esposa y a los hijos como una posesión más del padre, del hombre, de la que podía disponer cómo, cuándo y de la manera que quisiera. Una mentalidad desgraciada que ha provocado, y sigue haciéndolo, dolor, incomprensión y muerte, en padres, como el nefasto caso Bretón, que, si no podían disponer a placer de sus vástagos, y para hacer daño a su exmujer, los asesinaba de la más cruel manera, y los reducía a cenizas como si no hubieran existido. Para eso eran suyos como asegura el señor Pablo Casado, Santiago Abascal, o Rocío Monasterio, entre otros. Hasta el Papa Francisco, en Roma, al que dicen obedecer muchos de los interfectos, ha dado su personal y sutil varapalo a la afirmación de los que defienden la posesión material de los hijos diciendo: "Todos los padres son custodios de la vida de los hijos, pero no propietarios y deben ayudarlos a crecer, a madurar". Supongo que su Santidad, es un peligroso rojo que quiere destruir la familia.

El problema del Pin Patriarcal es que, tras su presunta primacía de la libertad liberal, o más bien neoliberal, es decir, capitalista y profundamente materialista, se vuelve a esconder un pensamiento moral reaccionario que convierte a las mujeres y a sus hijos en posesiones de las que disponer, usar, maltratar o matar, de ser necesario. Es un pensamiento apegado al dominio y, por tanto, violento, marginador, machista, misógino y homófobo. Tal vez los Servicios Sociales debieran a empezar a extremar las medidas legales sobre padres que se muestran incapaces de educar a los hijos en el respeto a la mujer, a las distintas identidades e inclinaciones afectivo-sexuales, y asumir la custodia de menores que sí están siendo adoctrinados en el odio e incluso, si no entran dentro de los cánones impuestos del pensamiento patriarcal, en peligro. Pablo Casado, Santiago Abascal e Inés Arrimadas se vuelven a retratar como las tres caras de un pensamiento machista y cosificador de los hijos, pero la salvaguarda de la infancia y su formación debe ser defendida por el Estado y sus instituciones.