Óscar Puente ha sido designado por Pedro Sánchez como nuevo ministro de Transportes, sustituyendo a Raquel Sánchez al frente de esta cartera. De esta forma, el exalcalde de Valladolid, que ha ido cobrando peso en los últimos meses tras su brillante intervención durante la investidura de Alberto Núñez Feijóo, cobra peso en el Consejo de Ministros de Pedro Sánchez con uno de los ministerios de más presupuesto y dificultad.

Quien diera la réplica al PP en la investidura de Feijóo llevaba ocho años en la oposición, compatibilizando su despacho de abogado con el escaño de concejal raso, dirigiendo el Grupo Socialista, cuando derribó de la Alcaldía, a base de levantar escándalos urbanísticos, al controvertido Javier León de la Riva en 2015. 

Incisivo tuitero, curtido en los tribunales, en los que peleó como abogado durante décadas, portavoz del PSOE durante un tiempo al principio de aquel mandato y dueño de una impecable oratoria -como ha demostrado en su primera intervención en la Cámara Baja este martes-, Puente, inteligente estratega e inclemente con el adversario, se ha mantenido leal a Pedro Sánchez desde que el presidente en funciones se enfrentó al aparato, a Susana Díaz y a los elementos, haciéndose con la Secretaría General del partido gracias al apoyo de la militancia.

Experto en meterse en charcos, pero reconocido como animal político, diestro y con clara visión de la oportunidad, ejerció sin complejos como regidor de Valladolid durante ocho años, reivindicativo, incluso, con el Gobierno de España cuando lo entendió necesario, bajo el estandarte del avance y la modernización de una ciudad profundamente castellana que venía de veinte años de gobierno del Partido Popular y necesitaba urgentemente sacudirse el polvo. Eso te ha valido para obtener los ataques indecentes de la derecha mediática y política.

El alcalde negociador

Movilizó negociaciones con grandes empresas extranjeras que anunciaron su instalación en la ciudad y la creación de miles de empleos, le dio una vuelta a la movilidad sostenible, apostó por los servicios sociales y las pequeñas obras en los barrios, fue el azote de la Junta de Castilla y León, consiguió para la ciudad la Gala de los Goya 2024 y llevó las riendas de los conciertos internacionales en las fiestas de septiembre.

Pateó la ciudad incansablemente, respondió personalmente a cada ciudadano en las redes sociales, e incluso los bloqueó cuando se desvanecía el mínimo respeto, pero aguantó los empellones de las críticas y, sobre todo, se mantuvo firme en su apuesta por el lema que le llevó a la Alcaldía durante la campaña de 2015: “las personas antes que las piedras”. Astuto y hábil en la tarea de sacar los colores a los concejales de la oposición, interviniendo inesperadamente en los debates, sus discursos desde el sillón central de la mesa del Salón de Plenos no han dejado tras de sí, en ningún caso, indiferencia.

El 28 de mayo

La medianoche del pasado 28 de mayo, en la sede del PSOE de Valladolid de la calle Santa Lucía, compareció para hacer frente a los resultados electorales, sin perder del todo la sonrisa, pero sin poder ocultar sorpresa ni decepción; si bien, asumiendo con la suficiente elegancia que era la sentencia de los ciudadanos la que, ya esa noche, le ponía un pie fuera del sillón de la Alcaldía.

El vuelco electoral lo interpretó en clave nacional. “La causa es evidente”, dijo, “no hemos sido capaces de imponer la dinámica local sobre la dinámica nacional, que nos ha arrollado, nos ha sacado, prácticamente, de todas las Comunidades Autónomas y casi todos los ayuntamientos, pero esto es la política”.

A nadie le cabía duda, ni siquiera a él, de que el partido de Alberto Núñez Feijóo se apuntaría de inmediato al avance de Vox, que en Valladolid sumaba dos concejales al único que tenía, para catapultar al Gobierno municipal al popular Jesús Julio Carnero, -que empató en escaños en el salón de Plenos, pero cosechó menos votos que el socialista- recién llegado a la política local desde el equipo del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y forzado a ser candidato.

Entre Valladolid y Madrid

Aquella noche, Puente no descartó ninguna opción: continuar en la oposición o volver a ponerse la toga, pero se asomó al Congreso de los Diputados poco después de que Sánchez anunciara el adelanto electoral del 23J, al día siguiente de la pérdida de numerosos municipios socialistas en toda España.

Con el aval de la militancia vallisoletana, anunció que abriría la lista de los candidatos del PSOE a la Cámara Baja por la provincia por la que transcurre el Pisuerga. Sin embargo, Puente continúa sentado en la bancada socialista del Consistorio, compatibilizando la Plaza Mayor de Valladolid con la Carrera de San Jerónimo.

Desde su escaño en la oposición pucelana, el día de la toma de posesión de su sucesor, le espetó: “Sus socios le arrastrarán por el camino del sectarismo si usted lo permite [...] probablemente sea inevitable anticipar lo que va a suceder en Valladolid los próximos años por la inclusión en el gobierno de una formación política que hace de la intolerancia, el negacionismo, el machismo y la xenofobia sus principales señas de identidad”.