En la calle Méndez Álvaro número 8 de Madrid ya no quieren recaudar más dinero. Así se indica en un cartel situado en las inmediaciones del Ucramarket, el local de la capital que se ha convertido en un centro improvisado de recepción de donaciones para enviar ayuda urgente a Ucrania. 

Pañales, potitos, mantas, latas de conservas, medicamentos… Todos las donaciones son recogidas y empaquetadas con cariño por un sinfín de voluntarios que han hecho de este establecimiento el epicentro de la ‘resistencia’ de Ucrania en España. 

Para guardar todos los productos ha sido indispensable la ayuda de Manolo, el propietario del bar Asturias que disponía de un local vacío y que ha cedido gratuitamente a sus ‘amigos’ del Ucramarket. 

Manolo sigue ofreciendo sus más que recomendables 'menús del día' a un precio infalible para todos aquellos viajeros que acuden a la estación de Atocha. Mientras tanto, el dueño del bar Asturias presta atención al sinfín de ciudadanos que acuden a prestar ayuda al pueblo ucraniano.

Las furgonetas no dejan de llegar a esta calle madrileña en la que muchos voluntarios se afanan en empaquetar los productos recibidos en cajas de cartón para después amontonarlos en furgonetas que llegarán, si la guerra lo permite, hasta la frontera de Ucrania y Polonia. 

Entre tanto ajetreo destaca la figura de Teresa, una enfermera que llegó de Murcia a Madrid hace 28 años y que pese al desgaste sufrido en la epidemia del coronavirus no ha perdido las ganas de seguir ayudando al prójimo. Teresa se ha convertido en la jefa improvisada que revisa, supervisa y organiza la medicación que llegará a Ucrania. 

Aprovechando la presencia de ElPlural.com, esta enfermera murciana pide que los ciudadanos donen “medicaciones intravenosas, eparinas, insulina, vitaminas K, así como todo tipo de material hospitalario para anestesiar el dolor”.

“Los antibióticos orales y mórficos que hacen mucha falta”, agrega Teresa.