Las elecciones del 28 de mayo han abierto un periodo de tregua entre Podemos y Sumar, que retomarán las negociaciones para concurrir juntos a las generales, toda vez se solvente el apartado municipal y autonómico. Entre tanto, las encuestas ya incluyen a la plataforma de Yolanda Díaz. El CIS, de hecho, ya lo hizo el mismo mes de abril tras la puesta a punto final de la formación; con unos resultados, los de mayo, que le sitúan como tercera fuerza política. Buceando en los dos últimos barómetros, salta la sorpresa. La vicepresidenta segunda del Gobierno no sólo arrebataría a los morados la bandera de la clases obrera y baja, sino que también acumularía apoyos entre las élites, situándose, incluso, como tercera opción de estas como presidenta.

Sumar nació con un espíritu claro de transversalidad, a imagen y semejanza de su ideóloga. La vicepresidenta segunda del Gobierno evoca capacidad de diálogo. Lo ha demostrado durante esta legislatura, liderando negociaciones a tres con sindicatos y la CEOE, atrayendo incluso a la propia patronal a ratificar una reforma laboral que mitiga -independientemente de su ambición inicial- los tintes neoliberales de la perpetrada por el Partido Popular de Mariano Rajoy, con el beneplácito de una Europa a la que no le sentaba bien el sustantivo de unión. Un ejemplo de muchos.

Sabedora del potencial del diálogo y la moderación, fue tejiendo una imagen amable, aún a riesgo de caer presa de la equidistancia. Lo cierto es que los datos, por el momento, le dan la razón a la líder de Sumar y no sólo en términos macro. En los dos únicos barómetros que ha aparecido la plataforma de Yolanda Díaz, el Centro de Investigaciones Sociológicas le ha situado por delante de Podemos, capitalizando ese retrato sosegado y traduciéndolo a tercera fuerza política a ojos de los encuestados en el barómetro del mes de mayo. Subidón que, además, favorece la caída de la ultraderecha de Vox fuera de un podio que ya tenían prácticamente asegurado.

En el barómetro de abril, Sumar irrumpió con fuerza pocos días después de su puesta a punto. La plataforma de Yolanda Díaz se colocó como cuarta fuerza del arco parlamentario, mermando a Podemos hasta dejarlo en 6,7 puntos porcentuales y ubicándose automáticamente a rebufo de Vox, a quien ha sorpassado en el informe correspondiente al mes de mayo. La formación liderada por la vicepresidenta segunda ha empezado con una fuerza inusitada que no sólo se sustenta sobre la estimación de voto, sino que la letra pequeña del CIS lo reafirma.

Del obrero, al patrón

Sumergidos entre las páginas de los barómetros de abril y mayo en lo relativo a variables socioeconómicas, en el apartado dedicado al desglose de resultados por clases sociales, los datos son abrumadores. El discurso de Yolanda Díaz cala en todos los estratos, de la jet set a los que se autodefinen como “clase baja y pobre”. En los resultados de abril, suponiendo que se celebrasen elecciones, un total del 8,4% de los encuestados introduciría la papeleta de Sumar en la urna.

Si bien la mayoría de ellos corresponden a la “clase trabajadora/obrera/proletariado” (15,5%), el tercer mejor resultado lo cosecharía entre las “clases alta y media alta”, con un total de 8,5 puntos. Un arraigo que incluso ha conseguido arrebatar la bandera de los menos desfavorecidos a Podemos, que pierden la batalla ante la ministra de Trabajo.

Los números de Sumar en este apartado mejoran en el informe del mes de mayo, con una subida de 1,2 puntos porcentuales en el total y de poco más del 1% entre los encuestados autocatalogados como “clase alta y media alta”. De hecho, adelanta incluso a Vox en todos los estratos sociales, a excepción de las rentas medias, que optan aún por la ultraderecha como tercera fuerza política, con 1,3 puntos de diferencia. El crecimiento de Sumar, sin embargo, contrasta con una nueva caída de Podemos, que vuelve a caer derrotado por la plataforma encabezada por la ministra de Trabajo en todos y cada uno de los apartados.

La tercera opción para las élites

Una de los interrogantes que el CIS traslada a sus encuestados es “a qué otro partido votaría” en el caso de que decidiese no votar por el primer partido. Las respuestas a esta cuestión son esperanzadoras para la marca de Díaz, máxime cuando entra en la ecuación el voto de los aproximadamente cuatro millones de indecisos -según el promedio de las últimas generales-. Tanto en abril como en mayo, Sumar se coloca como segunda opción de los votantes, aunque en términos totales se refleja una ligera caída de un mes al otro. No obstante, en el caso del último informe, la vicepresidenta segunda se ratifica como la alternativa favorita de un 12,1% de los electores.

Resulta del todo innegable que estos datos macro son ilustrativos, pero lo son más en los indicadores por estratos sociales. De nuevo, se consuma el arraigo de Sumar entre las clases altas y medias altas, al igual que en las medias, aunque en las primeras se resiente el apoyo; pues pasa de 11,1 a 8,9 puntos porcentuales. De nuevo, como tercera alternativa favorita por las élites y por delante de Unidas Podemos en la pugna por el voto proletario y de clase baja.

Líder en valoración

La popularidad de Yolanda Díaz no es una novedad. La vicepresidenta del Gobierno ha compartido con Sánchez el oro en términos de valoración de líderes, aunque tiempo ha que se quedó en solitario en el primer escalafón del podio. Los datos de este indicador no varían en exceso entre sendos informes. En el mes de abril, la líder de Sumar obtuvo una calificación media del 4,87 (4,43), superando a Pedro Sánchez y al jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo (4,03). La nota retrocede una décima en el mes de mayo, pero sin experimentar grandes cambios en el cómputo global.

En lo que coinciden ambos barómetros es que Yolanda Díaz está mejor valorada que una Ione Belarra perdida en el fondo de la clasificación con un 3,36. Otra victoria a la que se le suma el grado de conocimiento del electorado, pues la vicepresidenta segunda no es ajena a un 95,7% de los votantes, aventajando incluso al expresidente de la Xunta de Galicia por un escaso margen. Sin embargo, este indicador supone una losa para la ministra de Asuntos Sociales y líder de Podemos. Belarra apenas es conocida entre un 71,2% de los encuestados.