Por contradecir el conocido dicho, no siempre se recoge lo que se siembra. Y de esto saben muy bien en el Partido Popular, a quienes sus estrategias políticas les suelen salir el tiro por la culata. A mitad de marzo, los populares creyeron que era buena idea cargar contra el supuesto “nepotismo” que ejerce Pedro Sánchez, en relación a las causas abiertas contra su esposa y su hermano. Pero como es de esperar, la formación de Alberto Núñez Feijóo no ha calculado bien la distancia a la que debía lanzar la bomba para evitar que el radio de explosión no les alcanzara.
Pues bien, los casos de nepotismo que ahora el PP denuncia no son algo ajeno a su propia formación. Durante años, los líderes conservadores se han visto envueltos en escándalos de enchufismo en incluso imputados por tráficos de influencias. Para comenzar este recorrido por este nepotismo de marca popular, se debe comenzar por el principio, el que fuera la figura más importante del partido desde José María Aznar, su sucesor en el cargo, Mariano Rajoy.
Tras el triunfo electoral del 2011, el PP ―liderado entonces por un Mariano Rajoy que olía por primera vez las habitaciones de la Moncloa como inquilino del complejo presidencial― comenzaba un largo periodo de Gobierno que se extendió durante siete años, y durante el que se dedicó a ejercer el nepotismo que ahora denuncia, estableciendo en altos cargos a todos sus amigos y familiares.
El fichaje frustrado del hermano de Cospedal que delató las tensiones internas
Para marzo de 2012, Ricardo Cospedal, hermano de la que entonces ejercía como secretaria general del PP y quien llegaría a ocupar el cargo de ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, iba a ser nombrado director de la Fundación Carolina, una entidad de carácter público-privado vinculada al Ministerio de Asuntos Exteriores. Con esta designación a punto de cuajar y a escasos días de formalizarse oficialmente ―llegando al punto de que Ricardo Cospedal participó en unas diez reuniones de traspaso con el equipo saliente de la Fundación―, el nombramiento llegó a la opinión pública. Este escándalo no pudo venir en peor momento al nuevo gobierno conservador, ya que se encontraba inmerso en otros escándalos de enchufismo. La situación supuso uno de los primeros reveses para un Gobierno que daba sus primeros pasos con una cara nueva al frente, algo que provoco un fuerte malestar interno en la formación.
Ante las numerosas críticas, Ricardo Cospedal se vio obligado a renunciar al cargo incluso antes de asumirlo de forma oficial. Con esta renuncia, Ricardo trató de amortizar el deterioro que sufría la figura de su hermana. Con la operación abortada tras el escándalo, el PP se libró de una investigación por tráfico de influencias.
El poder en pareja del caso Nadal-Lizaranzu
Otro de los nombres que levantaron polvareda fue el de Teresa Lizaranzu, esposa del Álvaro Nadal, entonces jefe de la Oficina Económica de la Moncloa. En enero de 2012 fue nombrada directora general de Política e Industrias Culturales. Pero la cosa no quedó ahí: también se hizo con la presidencia de la Comisión de Propiedad Intelectual y de la Sociedad Estatal de Acción Cultural. Tres puestos clave, y todos ocupados por la misma persona, vinculada directamente al núcleo duro del Gobierno. Desde el Ejecutivo se justificó la decisión por su perfil técnico, pero desde la oposición y la prensa señalaron el claro trato de favor.
En este caso, las consecuencias brillaron por su ausencia. Ninguna. Lizaranzu se mantuvo en el cargo durante toda la legislatura y terminó ascendiendo como embajadora ante la UNESCO. Todas las denuncias de la oposición y los medios de comunicación no afectaron en lo más mínimo al desarrollo de su carrera.
Un asesor apellidado Aguirre
En plena fiebre de cargos de confianza, otro nombre generó titulares: Álvaro Ramírez de Haro y Aguirre, el hijo menor de Esperanza Aguirre, fichado como asesor de la Secretaria de Estado de Comercio. En aquel momento tenía 32 años y un perfil jurídico, mientras que el puesto solía recaer en economistas con amplia experiencia. El propio Ministerio reconoció que se trataba de un cargo eventual, de libre designación. Pero la duda ya estaba sembrada. Las críticas no tardaron de llegar a las puertas de los Aguirre y se vieron obligados a capear el temporal.
De nuevo, las consecuencias fueron inexistentes. Álvaro Ramírez de Haro y Aguirre mantuvo el cargo sin problemas hasta el final de la legislatura. Todas las denuncias contra este nepotismo tan solo rascaron la capa más superficial del PP de Rajoy.
El asesoramiento familiar de Zaplana
La Secretaría de Estado de Turismo también conto con su caso particular. María Zaplana, hija del exministro Eduardo Zaplana, se incorporó como asesora al equipo del Ministerio de Turismo. Por aquel entonces tenía tan solo 26 años y al igual que el benjamín de la familia Aguirre, el cargo se trataba en principio de una posición eventual. Esta situación era legal, pero el escándalo era inevitable. Otro de los apellidos ilustres del PP que colocaban a un familiar en el nuevo Gobierno. La Secretaría trató de justificarla contratación como parte del equipo de confianza, pero las sospechas ya estaban sobre la mesa.
De nuevo y para sorpresa de pocos, la hija de Zaplana disfruto de un puesto de trabajo al que tuvo libre acceso. Las reacciones llegaron tarde y con poca fuerza. Esto, sumado a una investigación inexistente, permitieron a María Zaplana pasar desapercibida ante el escándalo.
Las loterías de Montoro
El entonces ministro de Hacienda Cristóbal Montoro colocó al frente de Loterías y Apuestas del Estado a José Miguel Martínez, su cuñado político y amigo personal. Martínez ya había pasado por la entidad en tiempos de José María Aznar y regresó en 2012 con el nuevo Gobierno. Aunque Montoro negó los vínculos familiares en sentido estricto, los lazos eran evidentes.
Como consecuencia, las ventas cayeron en picado, en parte al escándalo, en parte a la mala gestión de Martínez. Para el año siguiente, el director de Loterías renunció al cargo alegando motivos de salud, pero la duda sobre la pésima gestión de la entidad y sus vínculos con Montoro mantienen aún la incógnita de la dimisión.
Avales agrarios en la familia de Arias Cañete
El Ministerio de Agricultura no se libró. Su titular, Miguel Arias Cañete, colocó a su cuñado José Ramón Bujanda al frente de la Sociedad Estatal de Caución Agraria (SAECA), encargada de gestionar avales en el campo español. El nombramiento fue aprobado por la SEPI y no se trató de ocultar. Bujanda estuvo en el cargo durante toda la legislatura, disfrutando de un sueldo que superaba los 100.000 anuales.
El cuñado de Arias Cañete logró pasar desapercibido en el Congreso, pero tuvo que hacer frente a puntuales denuncias de la prensa. De todas formas, el caso resonó poco en la cámara baja.
Ahora el Partido Popular acusa a los socialistas de nepotismo. Sin embargo, años después, muchos de sus casos de enchufismo continúan sin una sola palabra de la formación. Los implicados tan solo se sentaron y disfrutaron de unos puestos asignados en su mayoría a dedo. Ni la legalidad ni la falta de consecuencias administrativas borra esta evidencia: el nepotismo fue el sello de identidad de la legislatura Rajoy.