Si en el primer artículo de esta serie pusimos el foco en los favores familiares y el enchufismo que marcaron la era de Mariano Rajoy, ahora avanzamos hacia el presente para poner bajo la lupa los movimientos de Alberto Núñez Feijóo, actual líder del Partido Popular. Lejos de haber roto con las prácticas opacas del pasado, el expresidente de la Xunta de Galicia arrastra su propio historial de colocaciones a dedo, contratos públicos en entredicho y redes de poder construidas con apellido compartido.

Desde el sector sanitario gallego hasta los despachos de Madrid, repasamos tres casos clave que apuntan a un patrón ya demasiado familiar; el uso del cargo público como trampolín para familiares y afines. La oposición ya ha puesto el punto de mira en estos casos, y varias adjudicaciones han sido objeto de seguimiento por parte de organismos de control. ¿Es Feijóo la renovación que prometía o una continuidad de las viejas prácticas del PP?

La prima enchufada al frente de la sanidad gallega

Un primer caso de nepotismo involucra a Eloína Núñez, prima carnal de Feijóo. Su meteórico ascenso en la sanidad pública gallega coincidió con la llegada de su primo al poder autonómico. Apenas 40 días después de que Feijóo asumiera la presidencia de la Xunta en 2009, Eloína ―hasta entonces una concejala de la oposición en Ourense― fue nombrada gerente del complejo hospitalario de la ciudad. Ocho años más tarde, en 2017, Feijóo la promocionó a gerente del área sanitaria de Santiago de Compostela, uno de los puestos de mayor responsabilidad en el Servicio Galego de Saúde (Sergas). Este “dedazo” generó suspicacias, especialmente cuando bajo su gestión comenzaron a aflorar decisiones controvertidas difíciles de justificar sin considerar sus vínculos familiares con el poder.

Ya durante su etapa previa como gerente en Ourense, Eloína Núñez protagonizó un sonado caso de nepotismo. Según documentó el colectivo de profesionales sanitarios Batas Blancas, creó exprofeso una plaza de coordinador del Servicio de Urgencias para colocar en ella a su propio marido, quien terminó ocupando dicho puesto. Esta maniobra de traje a medida permitió que su cónyuge obtuviera un cargo de responsabilidad sin pasar por los cauces ordinarios de mérito y concurrencia. El hecho de “crear una plazaad hoc para un familiar evidencia un claro abuso de poder en beneficio privado dentro de la administración sanitaria.

Años después, ya al frente del área sanitaria de Santiago, Eloína Núñez sumaría otro episodio polémico. Bajo su supervisión se designó a Antonio Domingo Pose Reino como nuevo jefe de Medicina Interna del Hospital Clínico, pese a que el cargo lo venía desempeñando durante años el prestigioso catedrático Arturo González Quintela. Diversas fuentes médicas denunciaron que Pose Reino era “una persona totalmente afín a ella” (en referencia a Eloína) y que el tribunal evaluador ―designado por la propia gerente, prima de Feijóo― sorprendentemente valoró por debajo al candidato veterano (Quintela) frente a quien había sido su adjunto y aprendiz. En otras palabras, el discípulo terminó superando al maestro gracias a una evaluación cuestionable, “en detrimento” del catedrático que tenía sobrada experiencia para continuar en el cargo.

Estas actuaciones en cadena –nombramiento digital de la prima en puestos clave y colocación del marido en un cargo creado para él– ilustran cómo el aparato sanitario gallego quedó expuesto a prácticas de enchufismo. De hecho, un estudio interno señalaba que la proliferación de jefaturas designadas “a dedo” tenía efectos perniciosos sobre la calidad de la sanidad pública. Al depender su continuidad del favor político, muchos jefes “provisionales” supeditados a gerentes afines terminan plegándose a las instrucciones políticas, en lugar de defender los criterios clínicos o de mérito profesional. En el caso de Eloína Núñez, sus estrechos lazos familiares con Feijóo habrían facilitado tanto su ascenso como la capacidad de impulsar nombramientos controvertidos sin demasiada oposición interna.

Contratos a Eulen: 50 millones en juego y posible información privilegiada

El enchufismo familiar atribuido a Feijóo no se limita a nombramientos de personal, sino que se extiende a la adjudicación de lucrativos contratos públicos. Un eje central de las pesquisas actuales es la relación entre la Xunta de Galicia y el Grupo Eulen, empresa multiservicios donde Micaela Núñez Feijóo ―hermana de Alberto― ha ocupado puestos directivos de primer nivel. Las cifras bajo sospecha son cuantiosas: en los 15 años que van de 2009 a 2024, Eulen obtuvo contratos de la administración gallega por unos 54 millones de euros, de los cuales 37 millones corresponden al periodo en que Feijóo presidió la Xunta. Tan solo en los dos últimos años, ya con Alfonso Rueda como sucesor de Feijóo, la compañía sumó más de 17 millones de euros adicionales en adjudicaciones públicas en Galicia. En total, más de 50 millones de euros de dinero público habrían engrosado las arcas de esta empresa vinculada a la familia Feijóo.

Lo que agrava estas adjudicaciones es el modo presuntamente irregular en que muchas se habrían otorgado. Según una investigación del diario Público, los expedientes de contratos recientes revelan evidencias de trato de favor hacia Eulen por parte del gobierno gallego y sólidos indicios de que la empresa disponía de información confidencial sobre las ofertas de sus competidores. En varios concursos públicos en los que concurría Eulen, sus propuestas económicas resultaron sospechosamente ajustadas: cuando la empresa se presentaba sin rivales, ofrecía precios apenas marginalmente inferiores al presupuesto base (lo justo para ganar, sin abaratar realmente el coste). Esto sugiere que Eulen sabía de antemano cuándo tenía el camino libre, algo que solo sería posible manejando información privilegiada sobre la ausencia (o el monto) de otras ofertas, vulnerando el principio de competencia leal. Por el contrario, cuando enfrentaba otros licitadores, sus ofertas sí eran más competitivas, marcando diferencias mayores en precio. Tal patrón diferencial refuerza la sospecha de concursos amañados, donde la empresa de la hermana de Feijóo habría competido con ventaja desleal sobre el resto.

Además, una proporción abrumadora de los contratos entre la Xunta y Eulen se adjudicaron por la vía rápida del contrato menor, es decir, “a dedo” y sin concurso público. Un informe presentado en la comisión de investigación del Parlamento gallego reveló que cerca del 90% de los contratos de la Xunta con Eulen desde 2018 se formalizaron mediante este procedimiento sin publicidad ni concurrencia. En números absolutos, solo entre 2018 y 2023 se contabilizaron 1.579 contratos menores con Eulen por unos 7,2 millones de euros, frente a apenas 55 contrataciones abiertas (licitaciones ordinarias) por 19,7 millones. La práctica reiterada de fraccionar servicios en múltiples contratos de importes reducidos ―eludiendo así los umbrales que obligan a concurso público― configura, según la oposición, un modus operandi de favoritismo hacia la empresa familiar. No en vano, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) exhibió en sede parlamentaria el listado completo de estos contratos “a dedo”, desenrollando físicamente un documento con los 1.579 expedientes para destacar la magnitud del fenómeno.

El cargo en Madrid de la expareja de Feijóo tras la victoria de 2011

Tras la victoria del PP en las elecciones generales de 2011, varios colaboradores de confianza de Feijóo encontraron acomodo en ministerios y organismos estatales. Entre ellos destacó Carmen Gámir, periodista de profesión y conocida por entonces por ser pareja sentimental de Feijóo durante una década. A comienzos de 2012, Gámir fue nombrada jefa de prensa de la Secretaría de Estado de Presupuestos y Gastos, un alto puesto dentro del Ministerio de Hacienda, coincidiendo con la llegada de Mariano Rajoy a La Moncloa. La designación no pasó inadvertida en Galicia: la nueva secretaria de Estado de Presupuestos era Marta Fernández Currás, exconselleira de Facenda de Feijóo en la Xunta, y fue ella quien incorporó a Carmen Gámir como su jefa de comunicación. Los medios gallegos subrayaron explícitamente la relación personal detrás de aquel fichaje: La Opinión de A Coruña presentó a Gámir como “novia del presidente del Gobierno gallego, Alberto Núñez Feijóo”, al informar de su nombramiento en Hacienda.

Para la oposición, este movimiento evidenció cómo la red de influencias de Feijóo se extendía a Madrid cuando el PP recuperó el poder. Gámir había trabajado anteriormente en el gabinete de prensa del Congreso de los Diputados de la mano de Soraya Sáez de Santamaría, lo que indica que tenía experiencia y contactos. Sin embargo, el timing de su ascenso y la entidad del cargo ―responsable de prensa de un área estratégica del Ministerio de Hacienda― alimentaron la percepción de trato de favor por vínculos personales. En otras palabras, se interpretó que su condición de compañera sentimental del barón gallego pesó más que su currículum a la hora de acceder a ese puesto de confianza. Este episodio conectó a Feijóo con prácticas de “colocación” de afines en la administración central, reforzando las críticas de nepotismo: mientras aún presidía la Xunta, uno de sus seres más cercanos obtenía un destino privilegiado en el Gobierno central bajo el paraguas de sus aliados políticos.

Lejos de ser hechos aislados, los casos que rodean a Núñez Feijóo se inscriben en un patrón más amplio de nepotismo dentro del Partido Popular. A lo largo de los años, múltiples cargos del PP han sido acusados de favorecer a familiares en contrataciones o nombramientos. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, la presidenta Isabel Díaz Ayuso estuvo en el centro de una grave polémica en 2022 por la adjudicación de un contrato sanitario de emergencia a una empresa vinculada a su entorno, de la cual su propio hermano cobró una comisión. Aunque esto es una rama de la historia en la que profundizaremos más adelante.

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