Fue a finales de agosto de 2023 cuando España se alzó con la copa del mundo trece años después. Tras una final reñida con Inglaterra, la selección femenina obró el ansiado milagro que, desgraciadamente, quedó opacado por las impresentables actitudes de Luis Rubiales, por entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, durante el partido, durante la celebración del título y durante las jornadas posteriores.

El instante en el que Rubiales besó a Jennifer Hermoso alcanzó una dimensión de carácter mundial, superando todas las barreras posibles, más allá de la viralidad. A pesar de que desde la Federación trataron de quitar hierro a este asunto, medios de todo el mundo recogieron el "pico" que ha robado protagonismo a un título épico y provocó un tsunami sin precedentes que dinamitó la RFEF. Finalmente, Rubiales acabó siendo juzgado y condenado por agresión sexual, aunque ha recurrido dicha sentencia. “He recurrido porque pienso que de lo que se me acusa es desorbitado. Pensamos que esto no es una agresión sexual”, ha dicho.

En una reciente entrevista en El Chiringuito de Jugones de Mega, Rubiales ha promocionado la publicación de su nuevo libro: “Matar a Rubiales”, un título más que sugerente y provocador. Ha sido la primera vez que ocupa el foco mediático desde que fue condenado por agresión sexual a la internacional española el pasado mes de febrero, una sentencia ratificada en segunda instancia y que está pendiente de revisión por el Tribunal Supremo.

El exmandatario afirmó que Hermoso cambió su versión y defendió que todo fue “consentido y sin mala intención”. "No voy a cambiar mi primer testimonio, como ha hecho Jenni. Fue un beso de emoción, sin ninguna connotación sexual. Jenni era mi amiga. No digo que la manipularon, lo que vi fue un movimiento inmediato de la extrema izquierda de este país, con unos intereses claros”, confirmó. Además, Rubiales aseguró que le enviaron “una lista de nombres que, si yo no dimitía, dijeron que les echarían”; y que el secretario de Estado para los Deportes, le pidió su salida. Pese a todo, Rubiales se negó a pedir disculpas a Hermoso y se ratificó en que se le “privó de la presunción de inocencia”.

Rubiales, siempre proclive a acaparar todos los focos y a escribir con todas las tintas, se mostró especialmente duro y crítico ante una supuesta operación orquestada “inminente e inmediata” con unos "intereses dirigidos y con una realidad paralela creada”. En esta linea, Rubiales señaló que hubo un movimiento interesado de la izquierda y la ultraizquierda de España para investir a Sánchez como presidente, y arremetió la que era la ministra de Igualdad, Irene Montero, y contra el progresismo político en general.

El exlíder de la RFEF, disfrazado de analista político, aseguró que “Sánchez usó el beso como cortina de humo para darle la amnistía ilegal a los independentistas”. “Lo que hizo con el tema del besito fue más vil, de mal español y peor de lo que pude hacer yo”, dijo sobre Sánchez. Asimismo, Rubiales confesó que “Jenni y yo sabemos que me dijo vale

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