El cordón sanitario que planteaba la izquierda para evitar que la extrema derecha accediera a la Mesa del Congreso de los Diputados ha fracasado. Finalmente, Vox tendrá representación en el órgano de control de la Cámara Baja. Ignacio Gil Lázaro ha sido el hombre que la formación ultraderechista ha conseguido meter como vicepresidente cuarto.

Gil Lázaro es un viejo conocido de la política española. Desde 1982 ha estado afincado a un escaño del Congreso y del Senado, representado primero a Alianza Popular y después al Partido Popular. Se bajó del barco de los populares en el año 2018, alegando que ya no se identificaba con “la realidad actual del PP”, que entonces lideraba Mariano Rajoy.

Relacionado Ignacio Gil Lázaro: el fundador del PP fichado por la extrema derecha que suena para la Mesa del Congreso

Tras esta marcha, al igual que otros muchos exdirigentes azules, encontró cobijo en Vox. Sin embargo, durante sus casi cuatro décadas en el PP, destacó como uno de los hombres fuertes del ala más radical de los populares, y su figura cobró interés mediático por sus duras críticas al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por el chivatazo por el caso Faisán. Un soplo que Gil Lázaro intentó una y otra vez adjudicar al entorno de Alfredo Pérez Rubalcaba, pese a que la Justicia desestimó que el entonces ministro de Interior tuviera nada que ver con el proceso (no fue ni citado a declarar).

“Rubalcaba y Zapatero son la ‘X’ del Faisán”, aseguró en su momento. Asimismo, instó al ministro socialista a que pidiera perdón y se fuera a casa, y le exigió en numerosas ocasiones al entonces presidente del Gobierno que cesara al titular de la cartera de Interior.

En otras declaraciones, acusó a los socialistas de poner “de rodillas al Estado” ante ETA. “Hay que tener mucho descaro para atreverse a hablar de la bazofia de ETA después de haber chalaneado con ella”, denunció.

Por otra parte, durante las muchas intervenciones que realizó en la Cámara Baja, no fueron pocas las veces que le llamaron la atención y le amenazaran con expulsarle de la sala si no moderaba sus formas.