La salida de Javier Ortega Smith de la cúpula de Vox no fue un relevo discreto ni una reorganización interna sin consecuencias políticas. Su cese, ejecutado de forma rápida y sin una explicación pública detallada, se produjo en pleno estallido de la crisis provocada por la filtración de audios internos relacionados con la organización juvenil Revuelta y con el uso de fondos recaudados para los afectados por la DANA en la Comunidad Valenciana. La secuencia de los hechos y el contenido de esas grabaciones ayudan a explicar por qué el exsecretario general del partido terminó convirtiéndose en el principal damnificado interno.

Ortega Smith ocupó hasta 2022 la Secretaría General de Vox, un cargo desde el que dependía directamente la Vicesecretaría de Movilización. En este sentido, tal y como apunta 'Diario Red', ese departamento fue el origen orgánico de varias estructuras paralelas de agitación política y captación, entre ellas Asoma —una asociación formalmente dirigida a personas mayores—, Plataforma 711 y, posteriormente, Revuelta. Aunque con distintos nombres y formatos, todas compartían un mismo objetivo: actuar como brazos de movilización ideológica y juvenil al margen de la estructura oficial del partido.

Plataforma 711, el primer experimento juvenil de Vox

Segúna la investigación del citado medio, Plataforma 711 fue uno de los primeros experimentos en ese sentido. Presentada públicamente en 2022 como una iniciativa juvenil orientada al ámbito universitario, la plataforma trató de ocupar espacios académicos y sociales con un discurso abiertamente ideológico, centrado en la denominada “batalla cultural”. Desde sus inicios, la 711 promovió mensajes contra la inmigración, el feminismo y los derechos LGTBIQ+, recurriendo a marcos discursivos como la teoría del “reemplazo” o la vinculación entre delincuencia e inmigración, lo que generó rechazo en distintos campus y un seguimiento limitado fuera de los círculos afines.

Desde el punto de vista orgánico, Plataforma 711 estuvo impulsada por militantes y cargos intermedios de Vox que posteriormente ocuparían responsabilidades en Asoma y Revuelta. La interconexión entre estas estructuras no fue solo política, sino también operativa y administrativa: Asoma actuó como soporte jurídico y económico de la 711, compartiendo dominios digitales, correos electrónicos y canales de comunicación, una arquitectura que permitía mantener la actividad sin una vinculación formal directa con el partido.

El limitado impacto social de Plataforma 711, unido a los conflictos generados en el ámbito universitario y a la falta de resultados en términos de movilización real, llevó a su progresiva desaparición. Lejos de suponer un cierre definitivo de ese modelo, la experiencia sirvió como base para el lanzamiento de Revuelta, que asumió el relevo con una estructura más opaca y una estrategia comunicativa distinta, pero con un planteamiento de fondo similar.

Ortega Smith y la crónica de un cese anunciado

Cuando comenzaron a trascender los problemas internos de Revuelta, la posición de Ortega Smith ya era frágil. Había perdido peso en el núcleo de poder frente a otros dirigentes y su influencia orgánica se había reducido. Sin embargo, el estallido definitivo llegó con la publicación de una serie de audios internos que revelaban conversaciones comprometedoras sobre la gestión de fondos, el alcance real de las irregularidades y la estrategia para cerrar la organización antes de que el escándalo escalara.

Esos audios fueron publicados en exclusiva por ElPlural.com y marcaron un punto de inflexión. En las grabaciones se escucha a asesores y cargos próximos a la dirección de Vox reconocer que parte del dinero recaudado para la DANA no se había destinado a ese fin y debatir cómo afrontar el “problema” desde el punto de vista político y mediático. En uno de los fragmentos más reveladores, un asesor admite que la instrucción recibida era clara: disolver Revuelta cuanto antes para minimizar el daño, con una frase que resume el clima interno: “muerto el perro, se acabó la rabia”.

Las exclusivas de ElPlural.com también muestran que la dirección nacional del partido conocía la situación antes de que se hiciera pública y que existieron debates internos sobre distintas fórmulas para “liquidar” Revuelta y cortar la cadena de responsabilidades. Las conversaciones revelan preocupación por el impacto electoral, por la imagen del partido y por la posibilidad de que las irregularidades terminaran salpicando directamente a la cúpula.

En ese contexto, la posición de Javier Ortega Smith quedó seriamente debilitada dentro del partido. Aunque su pérdida de peso interno venía de tiempo atrás, desplazado progresivamente por otros dirigentes con mayor influencia en la actual dirección como Jorge Buxadé o Ignacio Garriga, la aparición de los audios terminó de situarlo en el centro del foco político y orgánico. Su responsabilidad formal sobre la Vicesecretaría de Movilización lo convertía en el máximo responsable del área desde la que se impulsaron y supervisaron estructuras como Asoma, Plataforma 711 y, posteriormente, Revuelta, ahora cuestionadas por su funcionamiento interno y por la gestión de recursos.

Fuentes internas del partido señalan que, más allá del contenido concreto de los audios, lo que resultó decisivo fue la acumulación de factores: el desgaste político previo de Ortega Smith, el fracaso organizativo de los proyectos juveniles impulsados bajo su mandato y el riesgo reputacional que suponía mantenerlo en la ejecutiva en pleno escándalo. En ese escenario, su implicación en el diseño y control del aparato juvenil habría sido utilizada como el argumento definitivo para justificar su salida, permitiendo a la dirección actual trazar una línea de separación entre la crisis de Revuelta y la nueva etapa del partido. El relevo, según estas mismas fuentes, respondió menos a una reacción inmediata que a una decisión largamente madurada y acelerada por la presión generada tras la difusión de los audios.

El cese de Javier Ortega Smith se produjo sin una comparecencia pública ni una explicación política detallada por parte de la dirección de Vox. El partido se limitó a comunicar los cambios orgánicos sin contextualizar las razones del relevo ni ofrecer un relato que aclarara si se trataba de una reestructuración interna ordinaria o de una decisión vinculada a la crisis abierta por Revuelta y los audios filtrados. Ese silencio alimentó las interpretaciones sobre una salida forzada y sobre la voluntad de la cúpula de cerrar el episodio con rapidez para evitar un mayor desgaste.

La respuesta de Ortega Smith no fue inmediata, pero llegó días después a través de sus redes sociales, evitando declaraciones directas o entrevistas. En lugar de ello, difundió un vídeo antiguo del presidente del partido, Santiago Abascal, en el que este alertaba sobre los riesgos de la “bunkerización” de las formaciones políticas y la desconexión entre las direcciones y sus bases. El contenido del vídeo, sacado de contexto temporal pero cargado de significado político, fue interpretado en el entorno de Vox como un mensaje dirigido a la actual cúpula del partido.

El cese de Ortega Smith aparece así menos como una excepción que como un síntoma: la respuesta de la dirección a un escándalo que amenaza con seguir teniendo recorrido judicial, mediático y político, y que ha obligado al partido a redefinir sus equilibrios internos mientras intenta cerrar una de las etapas más turbulentas desde su fundación.

Súmate a

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio