Las malas formas en el Congreso de los Diputados han sido una constante desde hace un par de legislaturas, coincidiendo con la pérdida de poder. Pero pocas veces las cámaras de la Cámara captan su cristalización como lo han hecho este miércoles, con un Teodoro García Egea desatado contra la madera de su escaño, golpeando a mano abierta mientras hablaba su líder, Pablo Casado.

García Egea es reincidente en esta materia y suele ser señalado por las bancadas opuestas como el director de orquesta de los gritos, pataleos, golpes, abucheos y hasta insultos con las que muchas, demasiadas veces, se responde en el Congreso de los Diputados a los argumentos del contrincante político. Hace dos semanas, en una de las últimas sesiones que vivió el Parlamento, y de las más tensas, el secretario general del PP dejó para la historia el berrido de “¡¿pero esto qué es?!” con el que interpeló a la presidenta del Congreso, la tercera institución del Estado, al negarse a corregir el garrafal error de su mano derecha, Alberto Casero, votando a favor de la reforma laboral.

Este miércoles, el Congreso volvía a acoger una sesión de control tras el parón en el que ha habido campaña electoral en Castilla y León. Y los ánimos venían calientes tras el resultado: una victoria del PP que sabe a derrota por su dependencia de la extrema derecha. Con esos mimbres, Casado intentaba repetir su discurso de altura del martes, aunque ya con algunas notas más agudas y varias acusaciones de por medio. Y los coros se los hacía García Egea, quien en vez de aplaudir como el resto de diputados del PP, decidía, quién sabe por qué, aporrear la madera del escritorio de su escaño.

Unos minutos antes, tras acabar la primera intervención de Casado, García Egea sí había demostrado que su capacidad de aplaudir seguía intacta. Así que, a no ser que haya sufrido una lesión en la mano tras la primera respuesta de Sánchez, parece que el número dos del PP se ha dejado llevar por la emoción, dado que su aporreo se producía cuando Casado sembraba la especie de que cuatro letrados del Congreso han escrito tribunas apoyando la teoría del error informático de su diputado Casero, mientras olvidaba los duros informes oficiales de letrados e informáticos de la Cámara que tumbaban su bulo.