Oriol Junqueras ha obtenido un éxito judicial que tal vez no pueda capitalizar políticamente y Carles Puigdemont, una victoria política que podría distorsionar los planes de ERC y PSOE. La inhabilitación de Quim Torra no se intuye tan relevante, dado que, de momento, hasta agotar su trayecto hasta el Tribunal Supremo no tendrá efectos sobre la presidencia, solo en caso de un adelanto electoral le impediría aspirar a la reelección, extremo nunca planteado por el interesado. A la espera de que el tribunal que juzgó a Junqueras decida qué hacer tras el rapapolvo del TJUE sobre la interpretación de la inmunidad de los diputados europeos, el tablero político catalán se agitará (y dadas las circunstancias, también el español) y algunos partidos pueden revisar sus cálculos o dar luz verde a estrategias ya estudiadas.

La coincidencia de sentencias era más o menos prevista por la mayoría de implicados, incluso el sentido de las mismas era altamente predecible, y aun así, la suma de las dos novedades judiciales tendrá un impacto en las perspectivas políticas que en las últimas semanas se han dado por buenas. La primera repercusión será de carácter general. Todo el independentismo, muy necesitado de buenas noticias, viendo certificada por el TJUE su denuncia de la injusticia de la que han sido objeto sus presos en diferentes momentos del proceso, redoblará sus exigencias de libertad inmediata, al menos para Oriol Junqueras. Este clamor, redundará en beneficio de su unidad de acción, bastante maltrecha desde hace meses.

Después de la recuperación del aliento unitario, vendrá la reflexión sobre las repercusiones políticas y prácticas (electorales) de las sentencias. La primera incógnita a resolver, y la más inmediata, es la posición final de ERC respecto de la negociación en curso para la investidura de Pedro Sánchez, más concretamente, en comprobar si la exigencia pública de la libertad inmediata de Oriol Junqueras pasa a formar parte, realmente, de las condiciones del pacto. De ser así, los socialistas (y la investidura) quedarían en manos de la interpretación que vaya hacer el TS del hecho indiscutible por parte del TJUE de la condición de diputado europeo de Junqueras cuando estaba siendo juzgado.

A partir de ahí, los escenarios cambian radicalmente. Carles Puigdemont, desde su previsible escaño europeo, retendrá el máximo protagonismo independentista, pudiendo desarrollar su tesis, según la cual, la batalla contra el Estado español debería mantenerse desde el exterior, dadas las escasas posibilidades de avanzar hacia el estado propio desde una negociación con el gobierno central. Reforzado su liderazgo, intentará convertir el Consell per la República, hasta ahora ninguneado por ERC, en un auténtico gobierno en el exilio para incrementar la proyección internacional del conflicto. Y de paso, las opciones de su candidatura a la presidencia de la Generalitat se mantienen intactas, sabiendo además que Quim Torra (sin futuro político hasta dentro de una temporada), estaría más que dispuesto a facilitar los planes de Puigdemont.

La candidatura de Puigdemont en unas elecciones es siempre una amenaza directa a las aspiraciones hegemónicas de ERC en el universo electoral independentista; y la concentración de la nueva etapa del Procés en el núcleo de Waterloo para mejor ejercer la promoción de la causa contra el estado sería también una pésima noticia para los republicanos predispuestos a avanzar negociando desde el interior. La cosa podría empeorar para ERC y todos los moderados, de confirmarse el rumor de un hipotético traslado de la sede central del legitimismo a una ciudad francesa de la Catalunya Nord, siempre y cuando Puigdemont obtenga la inmunidad; la cercanía física aumentaría sensiblemente la influencia de la presidencia legitima de la Generalitat en la política catalana, así como el atractivo popular por viajar hasta el santuario pirenaico del Consell per la República.

De suceder todo esto en el campo legitimista, de seguir Junqueras en la cárcel por decisión del TS a pesar del chaparrón europeo, ¿va a mantener ERC su predisposición a la vía del diálogo? Esta es la cuestión clave que puede ser formulada en otros términos: cómo afectará a los republicanos, en su intención de sacudirse el liderazgo de Puigdemont, el éxito de la estrategia de quienes prefirieron salir del país en vez de asumir sus responsabilidades frente a la justicia.  La suposición de que dicha justicia se manifieste inmune a las sentencias europeas no hará sino desanimar a los partidarios de la negociación.