Salvador Illa insiste en presentar su candidatura a la presidencia de la Generalitat, para lo que se dispone a hablar con todos los grupos, excepto VOX. Unas conversaciones que desembocarán  en un horizonte incierto. Porque, a sus 33 diputados conseguidos tras un notable subidón de votos, necesitaría sumar el respaldo de los Comunes y de Esquerra Republicana para alcanzar su objetivo.

Pero, ERC ya ha dejado clara su voluntad de no pactar con los socialistas y en el PSC también hay voces autorizadas que rechazan el entendimiento con los republicanos a causa de las malas experiencias anteriores. En todo caso, el presidente del partido, Oriol Junqueras, ya ha dicho que “el PSC encarna los valores de una Monarquía corrupta y decadente, mientras su partido encarna los valores de una república”. Con su enfado evidente, ya que acababa de conocer la decisión de la Fiscalía de recurrir la semilibertad de los condenados por el procés, pareció olvidar el buen conocimiento que siempre ha tenido del perfil histórico del partido de los socialistas catalanes. 

 El candidato de ERC, Pere Aragonés, considera que Illa puede presentarse “pero los números son los que son”, y que a él, además de Junts y la CUP, le gustaría incorporar al Govern a los Comunes. Opina que todos son partidos que comparten las ideas base: referéndum para el futuro de Cataluña, libertad de los presos y regreso de Puigdemont y los suyos. 

Lo de los comunes es un asunto espinoso. Sigue marcando las diferencias con Junts per Cat, cuya candidata, Laura Borrás, ya ha dicho que, si bien no le importa que el president sea Aragonés, no quiere en el acuerdo a la rama catalana de Podemos. La representante en Cataluña de Puigdemont, se plantea únicamente una coalición con independentistas puros y duros. Tras la mala experiencia de un gobierno similar con desastrosos resultados, los soberanistas vuelven a por más de lo mismo.  

Mientras, la derecha sufre lo suyo. A Inés Arrimadas le reclaman el cese de dos miembros de su ejecutiva tras la catástrofe electoral, pero ella se resiste. En el PP, Casado atraviesa horas muy amargas, con críticas a su gestión ante los malos resultados y el avance de la ultraderecha. Cómo estarán las cosas, que Cayetana Álvarez de Toledo ha aprovechado para salir a la palestra criticando el papel del presidente del PP en la debacle. A Cayetana no se le olvida que Casado la destituyó de su cargo de portavoz.  

Los populares y los de ciudadanos deberían escuchar al partido socialista que les pide que rompan claramente con VOX. De momento, la única ruptura que ha anunciado Pablo Casado es el abandono de su sede central, en la calle Génova. Edificio reformado, al parecer con dinero negro. Mientras, la ultraderecha se siente crecida por su triunfo en el Parlament al que incluso incorporarán dos diputados electos, imputados por incitar al odio contra la inmigración.  

Eso es a lo que deberían estar atendiendo los partidos catalanes que representan a la izquierda. Hace falta una coalición de progresistas para plantar cara a los que poco a poco pretenden instalar la involución entre nosotros, cuando además es urgente gestionar con acierto la crisis sanitaria y económica. Lo demás son oportunidades perdidas, ensoñaciones, que aumentan la división entre los ciudadanos.