El ala socialista del Gobierno tuvo que arremangarse la semana pasada para salvar el escudo social con Junts. Ahora, llega el turno de Sumar para convertir la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales -uno de los acuerdos de la coalición- en una realidad. Pero los magentas no quieren tutela. Reivindican su potencia negociadora y su cabeza visible, Yolanda Díaz, pide camino despejado hacia Waterloo, según publica El Mundo. Es decir, que nadie tutele la interlocución con Carles Puigdemont que, por otro lado, es un canal abierto desde hace algún tiempo, como con el resto del Ejecutivo. La vicepresidenta segunda necesita a los neoconvergentes, máxime cuando el Partido Popular se incrusta en un ‘no’ del que no hay visos de salir. Al menos por el momento.
Asumen los magentas que no va a ser un camino de rosas. Experiencias recientes infunden un respeto prudencial al proceso de diálogo con los juntaires, que siempre venden cara su piel por un voto favorable en la Carrera de San Jerónimo. En la fuerza plurinacional saben que el expresident -como acostumbra a decir Pedro Sánchez- les va a hacer sudar la camiseta para consolidar el acuerdo, pero desprenden cierto optimismo. Aun no están activadas todas las alarmas en Moncloa porque el anteproyecto de ley acaba de iniciar sus pasos en su largo camino hacia la tramitación parlamentaria, por lo que aún no dispone de calendario.
El timing también es una baza a favor de Yolanda Díaz en primer término, pues le concede un balón de oxígeno para lucir musculatura y recuperar tanto iniciativa como la visibilidad mediática que necesitan para remontar la situación. Pero es una bocanada de aire fresco para la coalición en su conjunto, máxime tras los encontronazos que se han registrado estos meses entre departamentos; concretamente entre Trabajo y Economía. Por ello, necesitan que el tren llegue a la siguiente estación sin sufrir ningún altercado, todo lo contrario a lo sucedido con una reforma laboral que se convirtió en realidad por la mala praxis de un diputado del PP.
Primeras aproximaciones
En Moncloa tienen grabado a fuego aquella votación de infarto que, tras desmarcarse ERC, estaba abocada a un fracaso que evitó la negligencia de Alberto Casado (PP). Ante tal experiencia, Díaz y su equipo se toman en serio el acercamiento a los neoconvergentes y plantean cara adentro que al ser una iniciativa del Ministerio de Trabajo sea su responsable quien asuma la competencia exclusiva. Así, la vicepresidenta segunda quiere evitar que dos perfiles socialistas como María Jesús Montero y Carlos Cuerpo la desplacen en una negociación que nace de su departamento, a pesar de que la titular de Hacienda y el responsable de Economía tienen cierta autoridad en la materia.
La vicepresidenta segunda tiene hilo directo con el expresident catalán. Cabe recordar que se citó con él en los primeros compases de la legislatura. Por ello, las líneas están abiertas y ya funcionan con la intención de arrastrar a los juntaires hacia el ‘sí’ para que cristalice un nuevo avance social al que, por el momento, también repele el Partido Popular. Aun con todo, al liderar las negociaciones, deberá equilibrar las fuerzas ante las críticas del bloque de la investidura al modus operandi del Gobierno, que concede cierta prerrogativa a los de Carles Puigdemont.
La vicepresidenta segunda confesó este miércoles ante los micrófonos de Onda Cero que ya ha hablado con el líder de Junts per Catalunya, con quien mantiene una relación de lo más fluida. Un hecho que constatan en privado otros miembros del Ejecutivo, que confirman también movimientos primarios con todas las fuerzas del arco parlamentario con la salvedad de Vox. No obstante, la opinión de los juntaires es algo diferente a la melodía que emiten desde Moncloa, pues aseguran que no se ha sentado aún a negociar con ellos, sino que se ha limitado a enviar “palomas mensajeras”.
Díaz admite que la negociación “será complicada”, pero mantienen vivo el optimismo al poner el foco sobre las pymes y la perspectiva de que Cataluña “tiene un tejido empresarial propio”. Esas son las premisas de las que dispone Sumar para seducir a los juntaires y que hacen creer que “hay partido”. De hecho, el secretario general de Junts, Jordi Turull, dio esperanzas a los magentas de que se disputará tal encuentro, indicando que su voto no está decidido y que serán “sensibles” a cómo la iniciativa afectaría a las pequeñas y medianas empresas catalanas.
Por el momento, el anteproyecto ha pasado el primero de los filtros que le quedan antes de ser remitido al Congreso de los Diputados. Ello implica un tiempo de oro para concertar las reuniones con los interlocutores, conocer las demandas de cada uno y establecer una conversación de calado técnico, bajo la tutela del secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey.