El próximo 7 de marzo, Santiago Abascal será reelegido en Vistalegre (Madrid) como presidente de Vox por cuatro años más, y este sábado, el líder de la formación ultraderechista ha dado a conocer, a través de las redes sociales, el equipo con el que se rodeará para esta nueva andadura.

“Este es mi equipo para renovar el liderazgo de Vox y fortalecer la alternativa patriótica. Mi gratitud para los que salen y mi esperanza en los que entran. Un comité de 12 miembros junto a 12 vicesecretarías que trabajará para ganar en las urnas y expulsar al Gobierno ilegítimo”, ha escrito Abascal  en su cuenta oficial de Twitter.

La mayoría de nombres ya formaron parte del anterior Comité Ejecutivo Nacional de Vox. No obstante, hay dos bajas importantes. La primera de ellas es la de Alicia Rubio, diputada en la Asamblea de Madrid, quien saltó a la primera plana tras unas polémicas declaraciones en la cámara madrileña cargando duramente contra el feminismo y tildándolo de “cáncer”. “Yo pondría como asignatura obligatoria, en vez de feminismo, costura. Empodera mucho coser un botón”, espetó la representante ultra.

La segunda baja es la de Rafael Bardají, un rostro mucho menos conocido por la opinión pública, pero que se había convertido en uno de los ideólogos del partido y sin el que el ascenso de Vox no hubiera sido posible. De momento, se desconocen las razones de su salida.

Su cargo, el de vicepresidente al área política, lo ocupará Jorge Buxadé, europarlamentario de Vox y falangista confeso. De hecho, en 1995 se presentó a las elecciones europeas por Falange Española de la JONS y en las generales de 1996 fue candidato de Falange Auténtica por Barcelona. Un pasado que lejos de ocultar o mostrar arrepentimiento, recuerda con cariño y orgullo.

Volviendo a Bardají, apodado como el Darth Vader de Vox, este fichó por la formación ultraderechista a inicios del año 2018, tras una etapa dedicada al aspecto ideológico del Partido Popular, especialmente bajo la etapa de José María Aznar al frente de los populares. No en vano, llegó a ser asesor ejecutivo del Ministerio de Defensa entre los años 1996 y 2002. Asimismo, también fue director de política internacional de la Fundación FAES entre 2004 y 2016, y fundó el Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), donde se convirtió en uno de los nombres más conocidos del núcleo ‘aznarista’. Tanto es así que en las hemerotecas figuran sus textos defendiendo, por ejemplo, la invasión de Irak. Y es que en alguno de sus viajes de entonces a Washington -concretamente con destino a la Casa Blanca-, Aznar estuvo acompañado por este sociólogo. Por ejemplo, el 10 de noviembre de 2004, ambos acudieron de nuevo a la residencia oficial del presidente norteamericano y le felicitaron por su reelección.

Por otra parte, el ex gurú de Abascal es un declarado sionista a favor de financiar a Israel en su lucha contra palestina y, ya de paso, para que pueda mostrar músculo ante unos vecinos árabes que practican una religión a la que identifica directamente con el terrorismo. El racismo galopante de Bardají se plasma en eslóganes clásicos de Vox como ‘los españoles primero’: “Los JuanesRodrigos y Marías son siempre los últimos frente a los MohamedsUsnavies o Karinas”.

Y precisamente en la política internacional es donde se distancia de su predecesor. Bardají nunca ha ocultado su admiración por el neoconservadurismo, encarnado en la figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Mientras que Buxadé sigue más la línea de derecha proletaria que defiende el Frente Nacional. Un cambio de cromos que también sirve para confirmar la apuesta decidida de Vox por relanzar los acuerdos con la extrema derecha francesa. Sin ir más lejos, la semana pasada Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de Marine Le Pen, informaba de que abrirá en Madrid una filial del Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas (ISSEP, por sus siglas en inglés), una institución que ella mismo fundó en 2018 y que aspira a formar a las élites del conservadurismo más duro. Una iniciativa que ha contado con el apoyo público de los de Abascal.