Pablo Casado aún no ha dejado la disciplina del PP. En calidad de su presidente, en un (pen)último acto de servicio, mantuvo un encuentro con sus compañeros del Partido Popular Europeo (PPE). Al político conservador le valió como discurso de despedida, pero también para lanzar un recado a la nueva dirección de la formación. Y es que Casado, sin aludir directamente al pacto con Vox en Castilla y León, ha reprochado que su partido permita la entrada de la ultraderecha a un Gobierno. Un dardo que no ha caído en gracia entre los barones, quienes acusan a su ex jefe de “deslealtad”.

Así se han pronunciado los barones entre bambalinas sobre la intervención de Pablo Casado ante el PPE. Según recoge el diario La Razón, a los líderes territoriales no les ha entusiasmado que el que fuera su líder cuestione el acuerdo de Alfonso Fernández Mañueco con Vox en Castilla y León. Sobre todo, porque, a su juicio, fue el propio Casado el que empujó a los populares en la región a este escenario que, a la postre, precipitaría su salida de la séptima planta de Génova.

Según desvela La Razón, entre los líderes territoriales del PP residía un cierto halo de temor a que tanto Casado como su número dos, Teodoro García Egea, resquebrajasen la paz durante la transición y maniobrasen contra la futura dirección del partido o, en su defecto, la interina.

Palos en la rueda

El mismo día que el Partido Popular rubricaba su acuerdo con Vox para el Gobierno de Castilla y León, Casado intervenía ante sus colegas del PPE, donde expuso su profundo rechazo a abrir las puertas de una administración a la extrema derecha. Una intervención que trascendió debido al enfado visible de Donald Tusk, presidente de los conservadores europeos, quien rechazó los acuerdos con la fuerza de Santiago Abascal y espera que se trate de un mero “accidente” fruto de la coyuntura.

Según comentaron fuentes del Partido Popular Europeo, Pablo Casado reivindicó su mandato en Génova y marcó distancia con Vox, defendiendo que su prioridad ha sido la lucha contra la corrupción interna. Su discurso transcurrió por la misma senda que el que pronunció ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP tras los comicios en Castilla y León. Eso sí, ha evitado cualquier alusión directa al acuerdo de Mañueco que se consolidaba de manera prácticamente simultánea.

Su discurso tampoco ha contenido mención expresa a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a raíz de la crisis interna de las últimas semanas y las informaciones sobre el presunto espionaje a la familia de la lideresa. Lo que sí ha hecho Casado, pese a su dardo, es elogiar al que será su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, al que ha esbozado como una persona “preparada” y con una amplia experiencia en el que confía al cien por cien.

Duras críticas al pacto

Casado ha esquivado cualquier referencia directa al acuerdo con Vox, pero no ha hecho lo propio el presidente de los populares europeos, Donald Tusk, quien se ha manifestado con suma crudeza ante la decisión de sus colegas en España. En rueda de prensa, ha expresado su deseo de que se trate exclusivamente de un “accidente” y no se convierta en la tónica “habitual” de la derecha española.

El que fuera presidente del Consejo de Europa y ex primer ministro de Polonia califica este acuerdo como una “capitulación” del Partido popular y lo considera una “señal fuerte” para luchar contra “estos deseos”. “Tenemos que construir un poder más grande”, ha subrayado el dirigente europeo.

No obstante, Tusk ha echado un capote al defenestrado Casado, de quien ha elogiado sus dotes de liderazgo y su compromiso con mantener al PP en el “centroderecha” y no llegar a acuerdos con Vox. El líder conservador, de hecho, no se ha mordido la lengua y se ha referido al partido de Abascal como una “fuerza radical de ultraderecha”.