Usted y sus amiguitos son devotos de un Dios del siglo XVI, y me quedo corto. Estos días cercanos a la llamada Semana Santa son tan religiosos como cuando murió el Dictador. La fuerza de éste llegó a ser tan grande que fue llevado bajo palio –varias veces-, como si fuera su Dios. Y las mujeres tenían que vestir de negro, llevar mantilla y peineta. No faltaban tampoco los militares y, por supuesto, los falangistas. Esta era la España, como decía Antonio Machado, de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta, ha de tener su mármol y su día, su infalible mañana y su poeta.

Pues si ganara Abascal, se retrocederían varios años, por ejemplo, en leyes de matrimonio igualitario y contra la violencia de género. Un tipo como este, que se lanza a ir a caballo, como si fuera él un americano matando indios. Le gustaba, quizás, ver las películas para pequeños, porque los un poco mayores no podían apenas mirar a las chicas. El Dictador fue muy duro con sus supuestos malos.

Una de las nuevas ocurrencias de Abascal amenaza con destrozar la paz en España: El derecho a la tenencia de armas de todos los “españoles de bien”. Aunque ahora intente poner paños calientes, lo que ha dicho es lo que ha dicho. Porque al ver la reacción de la gente y del resto de partidos políticos, la nueva explicación es la de la “legítima defensa”, algo que ya existe en la legislación española. Mientras en Nueva Zelanda, después de la trágica matanza, la primera ministra, Jacinda Ardern, ha aprobado la prohibición de ciertas armas, iniciando un camino irreversible hacia el desarme total de la población, Abascal se inspira en las proclamas de Trump en defensa de las armas.

Las estadísticas son tercas y demuestran que el (casi) libre acceso a las armas para la población no disminuye la delincuencia, sino más bien lo contrario. No solo se favorecen así las matanzas indiscriminadas sino que, por poner solo un ejemplo, si un ladrón entra en una propiedad privada, sabiendo que es muy probable que el propietario esté armado, a las primeras de cambio, tira a matar. Todo este planteo de Vox llega en una España en la que la tasa de delincuencia disminuye año a año.

La situación es grave, y ya lo ha advertido el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos: hay una similitud en la división de la derecha actual española con la división del partido de Hitler. La petición del PP de una “rectificación inmediata” habría estado mejor argumentado si hubiera sido acompañado de una declaración en la que se comprometiera a repudiar a un partido financiado por la Fundación Francisco Franco y nutrido de ex militares franquistas (confesos).

 Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com