Esperanza Aguirre se ha despachado a gusto con su querida familia genovesa en la primera entrevista televisiva que concede desde que se apartó de la primera línea de la política (dice) hace cuatro meses.

Lo ha hecho en Telecinco, en el programa de Ana Rosa Quintana, donde ha llegado incluso a cuestionar a su amiga Ana Botella. "Hasta el Madrid Arena nadie dudaba de que Ana Botella lo estaba haciendo maravillosamente bien", ha dicho, convencida al mismo tiempo de que, al final, acabará haciendo bien las cosas y destapando la verdad. Posteriormente ha añadido que la dimisión de Villanueva no es suficiente: "El pobre Villanueva no tiene la culpa de nada. Es verdad que estaba ahí y dio esa rueda de prensa... yo pienso que es muy respetable y muy honrosa su dimisión". ¿Quiere decir esto que la cabeza que tenía que haber rodado era la de la alcaldesa?


Ha aprovechado además para reconocer un secreto a voces. En el PP no la quieren. "Me deberían querer, pero no me quieren", espetó con una sonrisa para matizar a continuación que muchos la quieren pero "quizá algunos no porque digo las cosas muy claras".

Sobre la posibilidad de que sus enfrentamientos con Rajoy estuvieran detrás de su marcha negó la mayor aunque reconoció que medidas con las que no está de acuerdo. "Pero tampoco lo está el propio Gobierno", puntualizó.

Al mismo tiempo elogió la labor de su heredero, Ignacio González - por cierto, enfrentado también a Rajoy-, al valorar que lo estaba haciendo "muy bien en momentos muy difíciles".

También se refirió a Telemadrid, cuyos trabajadores la culpan de dinamitar la cadena pública, al indicar que su situación le da "mucha pena porque ha sido una emisora estupenda". "Espero que todo ello se arregle", ha añadido, para recordar que desde que se aprobó la nueva ley, las televisiones públicas no pueden endeudarse.

"Teniendo en cuenta que de los 75 millones de euros que ingresábamos por publicidad hemos pasado a 13 millones de euros este año, el déficit se ha disparado y no puede mantener a sus empleados. Desgraciadamente tiene que hacer un ERE aunque no le gusta", ha añadido.



En plena polémica por su fichaje por una empresa catalana cazatalentos, por cierto al servicio del separatista Mas, ha seguido defendiendo las sinergias entre lo público y lo privado. "Los políticos hemos elegido el servicio publico y a la salida podemos estar en empresas, asesorar y ayudar a algo que tenga nada que ver con lo que hemos hecho hasta ahora. Podía trabajar en muy pocos sectores. La construcción, la sanidad, los sectores regulados... hasta que no pasan unos años no puedes trabajar en ellos", ha defendido.



Por supuesto, que no ve nada "incorrecto" en la actuación de Güemes. "Sacó a concurso la gestión de los análisis clínicos en el Hospital de Alcobendas. Se presentó Unilabs pero la concesión se la llevaron dos laboratorios catalanes. Uno de los dos laboratorios catalanes no va bien y necesita vender su participación. Esa participación la compra Unilabs, cuatro años después. En esa empresa, que perdió la concesión, está de consejero Güemes, que ha tomado la decisión de irse y eso le honra. No hay nada incorrecto en que formara parte del consejo de una empresa que compra una concensión que no le habían dado a ellos". Lo mismo que dice Güemes, que es legal, ético y estético. Sin embargo, ha dimitido.