Hacer frente a los acreedores es un problema para el hipotecado durante la burbuja inmobiliaria, para el ciudadano que ve como se ponen en el punto de mira de los recortes coberturas sociales hasta ahora elementales (desde la sanidad y la educación a las pensiones o las coberturas por desempleo) pero también para políticos que parecían inmunes a todo tipo de escándalos como Silvio Berlusconi. La deuda marca las agendas de Bruselas o de Washington, pero su poder real para afectar a la vida de los ciudadanos lleva a economistas y activistas a debatir sobre qué hay detrás de la ya manida frase de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.

De la coartada a la estafa
En el debate ‘La deuda: de la coartada a la estafa’ que ha organizado en Madrid el foro Viento Sur se han reunido para abordar algunas de las claves de este problema Bibiana Medialdea, economista y coatura del libro Quiénes son los mercados y cómo nos gobiernan, Jorge Riechman, profesor de filosofía moral en la Autónoma de Madrid y miembro de Ecologistas en Acción, y Alfredo Sánchez, miembro de la red ‘Quién debe a quién’ que aboga por auditar la deuda para descubrir su origen, para qué se utilizó realmente y si es legítimo devolverla.

Círculo vicioso e insostenible
Riechman ha alertado de que los actuales déficits no obedecen a un problema de gestión sino a una caída de los ingresos por la desfiscalización de las rentas más altas, un agujero fiscal con origen tributario que ya existía antes del crack financiero. Pero ha ido más lejos al cuestionar el actual sistema económico -y el neokeynesianismo aceptado por buena parte de la izquierda- para advertir de que estamos en un círculo vicioso: “endeudarse para crecer y crecer para pagar esas deudas es una espiral diabólica”.

Desconexión entre economía financiera, productiva y recursos
Como activista ecologista, Riechman aboga por el decrecimiento ante la insostenibilidad de esa espiral que obliga a consumir los recursos naturales a un ritmo muy superior a las posibilidades del planeta, un riesgo que va mucho más allá del cambio climático. Y es que cree que mientras que en la actualidad ya existe más conciencia de la “desconexión” entre la economía financiera virtual y la economía productiva, no ocurre lo mismo respecto a otra irrealidad. Esa otra “desconexión” no es sino la existente entre la economía productiva y los recursos naturales existentes.

El debate de la legitimidad
Mientras, la economista Medialdea repasó el “castillo de naipes” que se ha derrumbado con la actual crisis, como la burbuja inmobiliaria, con hipotecas sobrevaloradas –con el aval de las tasaciones bancarias- por viviendas que no valían lo que costaban. Un círculo de alimentación artificial del consumo a base de crédito. Pero en cualquier caso alertó de ni la deuda familiar ni la estatal es el problema de España, ya que del 400% del PIB que adeuda el país el 63% corresponde a empresas privadas y entidades financieras. Alertó asimismo de que “la estafa consiste en plantear que la crisis de deuda es técnica [con los recortes como receta] y no política”, lo que deja sin alternativas las vías conservadoras. También cuestionó la “legitimidad” de cierto tipo de deuda, como la del dinero que inyectó a los bancos y éstos han represtado a los gobiernos con un tipo de interés mayor o la de los especuladores que exigen más rentabilidad en las emisiones de bonos soberanos.

Desequilibrio con origen en la fiscalidad
Medialdea insistió en que el ahorro que ahora se acomete en partidas como la sanidad pública supone una pequeña parte de lo que se dejó de ingresar con rebajas tributarias como la supresión del impuesto de patrimonio o al impuesto de sociedades para grandes empresas. Y subrayó que se puede “romper el chantaje de los acreedores” ya que “la dictadura de los mercados” no es irreversible, sino que responde a una decisión política. La decisión de los Estados fue renunciar a su capacidad de financiación –en Europa en mayor medida- a favor de unos pocos actores privados, una dependencia agravada por la caída de los ingresos fiscales. Así, el Banco Central Europeo no tiene respaldo monetario, por lo que instó a debatir sobre las necesidades de un BCE al servicio de la política, de la existencia de una banca pública o de qué deuda debe pagarse y cual no.

La importancia de las auditorías
Por su parte, Sánchez, uno de los coautores del libro Vivir en deudocracia, insistió en que una auditoría de la deuda abierta a los ciudadanos ayudaría a aclarar cuánto se adeuda, a quién, por qué, y si se destinó el dinero al objetivo previsto inicialmente para determinar si es “legítima” devolverla. En ese sentido recordó conceptos como la deuda ilegal (en Grecia se investiga ahora por ejemplo contratos públicos inflados con empresas alemanas como beneficiarias), la ilegítima (como financiación de infraestructuras en países pobres que no redundan en beneficio de la población sino de empresas) o las “odiosas” (como las adquiridas por dictadores para sus excesos). ¿Son conscientes los prestamistas de estos fines? Sánchez alertó asimismo contra el actual riesgo de que conviertan deuda privada en pública, y subrayó que las auditorías no son un concepto utópico, ya que se ha puesto en práctica por ejemplo en países latinoamericanos.