Entre las pocas cosas fructíferas que Mariano Rajoy ha respetado de la herencia recibida del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero está la tradición creada por el presidente socialista de dar una rueda de prensa con un balance anual. El actual presidente, después de 10 meses de interinidad, ha comparecido en Moncloa con un tono triunfalista.

Viene siendo habitual que Rajoy salga de este y otros percances atosigando a los presentes con una ristra infinita de cifras y datos macroeconómicos que ayuden a ilustrar su imagen de recuperación económica. Incluso ha llegado a sacar pecho por las exportaciones, como “una cosa buena que nos ha dejado la crisis”, y ocultando que pueda estar provocado por la caída del consumo interno.

Entre ese batiburrillo de números también ha habido tiempo para presumir de que ha acabado con el “filibusterismo parlamentario” y ha elogiado a Ciudadanos como el partido al que considera “socio preferente”, al haber pactado 150 medidas para sacar adelante su investidura.

Rajoy respondía así a la pregunta de cuál era su socio de cara al resto de legislatura, si PSOE o Ciudadanos. Aunque Rajoy ha dicho que también quieren hablar con el PSOE de los grandes temas que importan para el futuro de España, como las pensiones, la educación, el techo de gasto, los objetivos de déficit, la OTAN o el diseño europeo. Eso sí, se ha atribuido en parte el mérito de haber superado “el año de la incertidumbre” gracias a que ha “conseguido corregir" esa "imagen y sensación de inestabilidad", gracias a los acuerdos con otras fuerzas políticas para la formación del Gobierno.

El presidente también ha tenido tiempo de hablar de política internacional. Ha aludido a la victoria de Donald Trump como "un vuelco político de indudable magnitud cuyas consecuencias no conoceremos con certeza". Y ha hablado de referendos internacionales como el de Colombia, el de Italia, o el del Brexit, aunque se ha olvidado del nombre de Theresa May, la premier británica. Y ha provocado sorpresa al hablar de “fuerzas extremistas” que han avanzado y que buscan en "el nacionalismo, la xenofobia o el comunismo" dar "una respuesta equivocada" a los retos "cada vez más exigentes" de la sociedad.

Sin embargo, a nivel nacional, el presidente es donde ha sacado al Rajoy puro y duro. Preguntado sobre si María Dolores de Cospedal, presente en la sala de prensa, seguirá como número dos del PP y si temía que José María Aznar fundara un nuevo partido de derechas, Rajoy ha emulado aquel “la segunda ya tal”. Tras asegurar que “eso son asuntos que no me corresponden”, ha respondido a ambos temas de un plumazo: “Lo primero ya se verá y lo segundo también”.

Pese a todo, la ominosa ausencia en esta comparecencia que resume el año ha sido, como es habitual, la corrupción, que atenaza al Partido Popular de especial manera. En este año hemos vivido el macrojuicio de la Gürtel, la financiación del PP valenciano o las tarjetas black, pero ninguno de esos temas ha resultado relevante para Rajoy.

Y no sólo porque él lo haya ignorado en su discurso, sino porque ninguno de los periodistas, a los que Rajoy ha dejado preguntar, pero antes les ha exigido explícitamente que se identificaran ellos y su medio, ha optado por este tema para sus cuestiones. Un tema que, no hay que olvidar, es la segunda preocupación de los españoles, sólo por detrás del paro. Una preocupación que ha batido récords durante el Gobierno de Rajoy, llegando a ser la respuesta del 63,8% en 2014, y que ahora está en el 37,6%, cuando en el último mes de Zapatero era del 5,4%. Hay herencias recibidas que no se respetan.