Ciudadanos ha escenificado el último vaivén en las negociaciones este martes. Después de insistir en su portazo reiterado a pactar con la extrema derecha, Ignacio Aguado y Rocío Monasterio, líderes regionales en Madrid de sus respectivos partidos, se han reunido hasta en dos ocasiones para que la votación de la Mesa de la Asamblea de Madrid fuera fructífera para los intereses comunes del bloque de la derecha.

A cambio de convertir a Juan Trinidad (Cs) presidente del órgano rector de la Asamblea madrileña, los naranjas han facilitado con sus votos que Ignacio Arias, diputado de Vox, se haya convertido en vicesecretario tercero del órgano rector. Así las cosas, el primer puente de negociaciones se ha constituido en forma de conversaciones, pese al rechazo a firmar documentos conjuntos y los ataques vertidos entre sendas formaciones políticas estos días.

Pero si alguien pensaba que los naranjas enterrarían el hacha de guerra con la extrema derecha, Albert Rivera se ha encargado de desmentirlo. Preguntado por lo prensa tras mantener una reunión con Pedro Sánchez en el marco de la ronda de contactos emprendida por el presidente del Gobierno en funciones en búsqueda de mayorías, el dirigente se ha encargado de desmontar que exista una relación fluida: “No hay tal acuerdo. No es un pacto de gobierno. Hay que recordar que la Mesa es un órgano de gobierno y no puede ser de un único partido. No hay ningún documento que acredite un pacto de gobierno con Vox”.

Así que a la espera de que las negociaciones proliferen, el interrogante cae por su propio peso: ¿Formará parte la extrema derecha del equipo de gobierno de la Comunidad de Madrid? Vox lo tiene claro: es condición indispensable obtener puestos ejecutivos si quieren sus votos. Ciudadanos, por su parte, trata de reducir las peticiones de sus ‘socios’ y piden abiertamente altura de miras: “Espero que los 56 escaños sean suficientes para constituir un gobierno liberal. Espero que todo el mundo esté a la altura”, ha alegado Rivera en una clara petición a los ultras.

Un pacto a la andaluza o en coalición a tres. Mientras los naranjas apuestan por la primera opción, los de Abascal insisten en que no aceptarán las condiciones impuestas por sus dos acompañantes de viaje.