Tras la celebración de las elecciones y golpeados por las voces discordantes que pedían a la cúpula central que no negociaran con Vox (sirvan como ejemplo Manuel Valls y Luis Garicano), Ciudadanos ha decidido cambiar de estrategia, abandonar el desdén recíproco con la extrema derecha, reunirse a escondidas tratando de eliminar las cámaras y ceder sus votos en la Asamblea de Madrid para adjudicar la vicesecretaría tercera de la Mesa a sus nuevos socios.

Este martes las estructuras han tenido que destapar su hoja de ruta, virar hacia el pragmatismo político y abandonar las soflamas. Los de Abascal, con Iván Espinosa de los Monteros al frente del comité negociador, han insistido fervientemente en que el pacto a la andaluza no era una opción. El ultimátum era claro: quien quisiera sus votos tendría que reunirse con ellos, debatir cuestiones programáticas y estampar su firma al lado de la propia.

Pese al continuo tira y afloja emprendido en la derecha, con los naranjas abanderando la bandera del portazo a los ultras, finalmente el calendario ha ido apretando y relajando las ínfulas particulares. La idea era excluir a Vox, la realidad ha sido muy diferente. El famoso ‘trágala’ que Vox no quería asumir se lo ha devuelto, con ración triple, a la Ejecutiva madrileña de Ciudadanos.

Foto, reunión y cargo. Dos encuentros en tono sosegado entre Ignacio Aguado, líder de Cs en la Comunidad de Madrid, y Rocío Monasterio, homóloga en Vox, han bastado para limar asperezas y, pese a querer evitar a las cámaras, formalizar ante todo el mundo un pacto no escrito que ha culminado con Juan Trinidad (Ciudadanos) presidiendo el órgano rector de la Asamblea de Madrid y con Ignacio Arias, diputado de Vox, como vicesecretario tercero con 32 votos a favor.

El primer encuentro se produjo sobre la bocina. Según José Manuel Villegas, secretario general de los naranjas, aquello fue no más que un encuentro cordial y no se entabló negociación alguna. Este martes, a escasos minutos de que se produjera la votación sobre la Mesa de la Asamblea madrileña, ha tenido ocasión la segunda vuelta. El PP, con una Isabel Díaz Ayuso pegada al teléfono en las horas previas de esta primera fecha importante, ha ejercido de nexo entre las dos fuerzas, fomentando el diálogo y a la espera de que finalice con un entendimiento que suponga la investidura de su candidata al frente de la región.

Así las cosas, a pesar de que ninguno de los grupos parece especialmente contento con la relación recientemente emprendida, las amenazas han dado paso a los apretones de mano y los cordones sanitarios al reparto del botín.