Desde que en 1981 se celebraran por primera vez elecciones autonómicas en Galicia, se han contabilizado hasta trece comicios regionales. Ocho han sido los hombres que se han puesto al frente de la Xunta tras los procesos. La mayoría de ellos militaban -o lo hacen aún- bajo las siglas del Partido Popular o, en su defecto, Alianza Popular. Tres de los ocho formaban parte de otras formaciones y tan sólo uno es del espectro socialista, Emilio Pérez Touriño. De hecho, es el PSdeG la fuerza política que más candidatos ha presentado a las elecciones gallegas en más de 40 años de democracia, lo que abona la lectura que han hecho desde la Ejecutiva federal del PSOE este lunes, asegurando que la falta de un proyecto sólido es la explicación a la debacle de este 18 de febrero.

En ese mismo tiempo, el Partido Popular sólo ha contado con cuatro candidatos, comenzando por Gerardo Fernández Albor -primer presidente de la Xunta-, pasando por Manuel Fraga y llegando al tándem Feijóo-Alfonso Rueda. Todos ellos comparten una particularidad: fueron jefes del Ejecutivo autonómico. Es decir, los conservadores abonaron el terreno desde el primer momento. Lo mismo ocurre en el espectro del Bloque Nacionalista Galego (BNG), que se ha erigido en el voto útil del votante de izquierdas en Galicia. Suman un nombre más -cinco- a la terna de cabezas de lanza electorales, siendo Ana Pontón la que ha cosechado los mejores resultados tras un firme trabajo desde la oposición estos últimos cuatro años. 

Situación que contrasta, sin embargo, con la falta de paciencia en los nombres socialistas. Y es que desde el primer proceso regional, al PSdeG se le contabilizan hasta nueve candidatos: Paco Vázquez, Fernando González Laxe, Antolín Sánchez Presedo, Abel Caballero, Emilio Pérez Touriño, Pachi Vázquez, Xoaquín Fernández Leiceaga, Gonzalo Caballero. Así, hasta llegar a José Ramón Gómez Besteiro, el último en liza. De hecho, es el propio Touriño el único de los nueve nombres que ha arrebatado al PP el control de la Xunta desde el 2005 al 2009, cuando los conservadores, ya con Núñez Feijóo, recuperaron la mayoría absoluta.

Diagnóstico de Ferraz

La Ejecutiva del PSOE ha sido autocrítica, sin alcanzar los niveles de Emiliano García-Page, que desde Ciudad Real se salía del “argumentario” para hacer una lectura en clave nacional. Interpretación de la que -así lo dejan claro tanto en público como en privado- se salen en la cúpula socialista. De hecho, su explicación se orienta más hacia los mensajes de respaldo a José Ramón Gómez Besteiro y a la rápida quema de candidatos en Galicia. Hasta nueve líderes, contando al último, han capitaneado las listas socialistas a unas elecciones gallegas, siendo el partido que más candidatos ha presentado.  

Ferraz salva de la quema a un Gómez Besteiro que conciben como apuesta de futuro para pelearle la hegemonía al PP en Galicia. El análisis arroja más profundidad que la inmediatez -y quizás el centralismo- ha puesto de relieve desde la noche del domingo. En la cúpula socialista detectan que el problema no es el nombre del candidato, sino la quema de cartuchos constante desde 1981, año en el que se celebraron las primeras elecciones a la Xunta de Galicia.

De hecho, esta es la explicación sobre la que más ha percutido la portavoz en su comparecencia de este lunes, remarcando en que la agenda gallega debe erigirse con la vista puesta en el “medio y largo plazo”. Los socialistas creen que necesitan más tiempo para “permear” entre la sociedad gallega y, recurriendo al histórico electoral desde 1981, argumentan que al PSdeG “le ha ido bien cuando ha repetido candidato”. Por ello, desde la misma noche electoral, blindan a Gómez Besteiro y lo dibujan como la figura idónea para dirigir a los socialistas gallegos. Un líder “natural” y “sólido” que tendrá que asumir la tarea de edificar un “proyecto galleguista, socialdemócrata y moderno”, a pesar de que la Secretaría General recae todavía sobre la espalda de Valentín González.

La amnistía, ni suma ni resta

A última hora de la noche electoral, Ferraz ya repelía los balones del batacazo en la misma dirección. Los socialistas despejan la variable amnistía de la ecuación que dio como resultado el suelo histórico del PSdeG en Galicia, aplazando a este lunes el análisis de los daños que dejan los comicios autonómicos. En plena resaca, pero con las emociones más atemperadas, el PSOE ha reunido a su zona noble en Ferraz, como cada lunes. Encuentro que ha servido para cerrar filas en torno a su candidato a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro. Un mensaje que rima en consonante con una de las conclusiones que extrapola la Ejecutiva del partido. El varapalo no se explica desde Madrid, sino desde la propia autonomía y la carestía de un proyecto sólido y con arraigo entre la ciudadanía.

La Ejecutiva socialista se enclaustró este lunes en el cuartel general de Ferraz para estudiar, resultados pormenorizados en mano, las causas que han precipitado al PSdeG a su suelo histórico en unas elecciones gallegas. Aislados del ruido y de los puñales ajenos -y propios, como el de Emiliano García-Page-, la cúpula del PSOE analizó las claves que explican esa bajada de los 14 a los nueve sillones en el Parlamento autonómico.

Las primeras lecturas de los socialistas ya abonaban la narrativa para este lunes. El batacazo no es fruto ni de los pactos con los independentistas ni siquiera de la amnistía. De hecho, no creen que el proyecto de ley fuese un factor fundamental en la recolección de votos en Galicia para el PSOE. Tampoco para el Partido Popular, pese a redundar en la “metedura de pata” de Alberto Núñez Feijóo al admitir conversaciones con Junts en plena campaña electoral.

Lo cierto es que el calendario de la medida de gracia a tenor del veto de Junts no ha restado apoyos al ticket de Besteiro. La portavoz socialista insistía en succionar la amnistía de la lista de errores en una campaña en la que Ferraz y Moncloa han dado el todo por el todo. “Se ha votado en clave territorial”, ha precisado ante los medios de comunicación Esther Peña, incluso ironizando sobre el triunfo del Partido Popular. “Necesitaban una alegría”, deslizaba con cierta sorna mientras explicaba que no ha habido ningún corrimiento de tierras entre bloques. Las únicas transferencias de voto, de hecho, se perciben entre el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y el PSdeG.

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