La reforma de Mordaza se encuentra inmersa en un chicken game cuyo desenlace llegará el próximo miércoles 1 de febrero. Para lo que nos estén familiarizados con el concepto, también llamado snowdrift, consiste en una competición de automovilismo o motociclismo en el que dos participantes se dirigen el uno hacia el otro con la intención de chocar y pierde el primero que desvíe su trayectoria para evitar la colisión. Quienes crecimos viendo 2 Fast 2 Furious en las clases de inglés de la Educación Secundaria tenemos una imagen visual clarificadora, cuando Brian O’Conner, interpretado por el actor fallecido Paul Walker, gana una carrera de ida y vuelta gracias a esta técnica. Aterrizando nuevamente en la ley de Seguridad Ciudadana, el pasado martes estaba previsto que se votara en ponencia, pero ante la falta de acuerdo, la coalición de Gobierno y los socios se dieron una semana más. La negociación lleva bloqueada en cuatro puntos concretos más de 11 meses y pocas son las esperanzas de que hallen consenso en siete días. ¿Levantará alguien el pie del acelerador?

“Están intentando lo mismo que con la reforma laboral”, lamentan fuentes de los aliados parlamentarios del Gobierno, a saber, EH Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). El desenlace es de sobra conocido. Un error del diputado del PP Alberto Casero decantó la balanza por un único voto: 175 síes frente a 174 noes. Yolanda Díaz se implicó, sin éxito, sobremanera en la negociación con la izquierda abertzale y el grupo republicano. Para ellos, era una reforma descafeinada, motivo por el cual el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, se plegó a la misma.

La situación es idéntica. Bildu y ERC reconocen “algunos avances” en la propuesta del PSOE a la que Podemos y PNV han dado su beneplácito, pero los socialistas no están dispuestos a tocar ni una sola coma de los artículos que mayor fricción generan. Sus socios, conscientes de que se trata de una ley orgánica y se requieren 176 votos favorables, presionan. No están dispuestos a tragarse el sapo y, si no se acometen las modificaciones que piden, votarán en contra y se mantendrá la ley Mordaza del Partido Popular. En este sentido, esgrimen que nadie puede responsabilizarse porque fue el propio presidente Sánchez quien se presentó la derogación de la ley Mordaza como una de sus prioridades. Un buque insignia legislativo que, al llegar a Moncloa, mutó en “eliminar los aspectos más lesivos”. La clave radica en que tanto Bildu como ERC consideran que los cuatro artículos que se niega a retocar “son los más lesivos”, pues en concreto dos de ellos suponen el 70% de las multas a los ciudadanos.

Los cuatro puntos de fricción

El último gran avance de las conversaciones, el relativo al artículo 30.3 sobre la responsabilidad de los convocantes de manifestación, agradó a ERC y Bildu, que, sin embargo, siguen manteniendo sus máximos. Hay cuatro cuestiones impepinables: el uso de las pelotas de goma, las faltas de respeto a la autoridad, la desobediencia y las devoluciones en caliente. Para esquivar el bloqueo, los socialistas han planteado abordar el asunto de las pelotas de goma en el articulado que regula las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y no en Mordaza. Asimismo, apuestan por dejar al margen la disposición adicional que recoge un régimen especial para Ceuta y Melilla por el cual “los extranjeros” detectados en la línea fronteriza que tratan de “superar los elementos de contención fronterizo” pueden “ser rechazados” a fin de “impedir su entrada ilegal en España". El PSOE esperaba que los socios aceptaran tratar este punto en la Ley de Extranjería para extirparla del debate, pero tanto ERC como Bildu se niegan porque no hay visos de ser modificada en lo que resta de legislatura.

Hasta la quinta reunión de la ponencia, que Moncloa pretendía que fuera la última, se han modificado 35 de los 54 artículos que conforman Mordaza, así como los retoques en la ley Orgánica del derecho a la manifestación. Con todo, Unidas Podemos era perfectamente consciente de que los socios del Ejecutivo se enrocaron en el ‘no’ y llamó al PSOE en la noche del pasado lunes para urgirle a aplazar la votación por riesgo de decaer. Esta tendrá lugar el próximo martes y, de prosperar, se convocará la comisión de Interior que aprobará el dictamen definitivo para elevarlo al pleno.

Según fuentes, no se han registrado avances esta semana y todo apunta a que, el PSOE de un lado, y ERC y Bildu del otro, esperan a que sea el contrario el que vire y evite el choque. Un encontronazo con el que no ganaría ninguno de los implicados. El PSOE porque Sánchez se comprometió a derogar Mordaza, Unidas Podemos porque demostraría que no tiene la corpulencia suficiente como para doblar el pulso al socio mayoritario, y la izquierda abertzale y el independentismo no lograrían uno de sus principales objetivos de la legislatura. Vamos, un fracaso conjunto.