Pablo Casado no va a ceder y no va a adelantar la celebración del Congreso regional del PP en Madrid, se celebrará como todos los demás en la primavera del año que viene (abril o mayo). Pero además la apuesta por la tercera vía no es un globo sonda o una maniobra para despistar a Isabel Díaz Ayuso, es una apuesta firme "porque el partido en Madrid ha funcionado estupendamente estos dos últimos años. No ha habido ningún problema en hacer las listas, ni las de Ayuso ni las de Almeida", explican fuentes de la direcicón del partido. En definitiva, el mensaje del aparato del Partido Popular desde la sede nacional de la calle Génova 13 es claro como el agua: Isabel Díaz Ayuso es una presidenta autonómica más, exactamente igual que los demás.

Esta situación demuestra dos cosas, la primera es que Pablo Casado teme la fuerza de Isabel Díaz Ayuso y que le eclipse, por ello mejor tomar medidas ahora y dejarla sin poder orgánico. Y la segunda es que el líder nacional de un partido, se llame como se llame y sea el partido que sea, no puede perder un pulso de estas características porque perdería el liderazgo.

La única que preside el Gobierno pero no el partido

Isabel Díaz Ayuso no entiende por qué no se le ha 'entronizado' de urgencia como presidenta del PP regional de Madrid, no entiende por qué Pablo Casado no ha salido a apoyarla públicamente, no entiende por qué juega con la hipótesis de Almeida o una tercera vía y la guerra, larvada en apenas 13 días, ha explotado con una virulencia casi cinematográfica hasta un punto en que que ha reventado la Convención nacional del PP que comenzará el 27 de septiembre. Por mucho que en los próximos días todos los protagonistas se dedicaran a lanzarse piropos, Ayuso ha reventado la convención pero culpa de ello a Pablo Casado. Por si faltaba algo Esperanza Aguirre ha decidido sacar su 'lupara dialéctica' llamando "chiquilicuatres" y "niñatos" a los equipos de Almeida y Casado en una entrevista concedia a El Mundo que ha convulsionado el inicio político de la semana.

Hace tan solo 13 días, el uno de septiembre, Isabel Díaz Ayuso anunció públicamente que sería candidata a presidir el Partido Popular de Madrid y en tan poco tiempo se ha desatado un virulento enfrentamiento interno entre la presidenta madrileña y sus partidarios y Pablo Casado y los suyos. Para un ciudadano normal y corriente esto no sería noticia e incluso más de uno o una preguntaría ¿Pero no lo es ya? No, desde que el PP madrileño implosionó por los casos de corrupción y Esperanza Aguirre dimitió sin asumir responsabilidad alguna (cuando ella sí presidió con mano de hierro la Comunidad y el partido) una gestora nombrada por la dirección nacional del PP controla la dirección regional más estratégica para este partido, porque el PP nacional siempre ha sido un partido muy madrileño y ahora más que nunca dado que sus tres líderes más mediáticos son madrileños: Ayuso, Almeida y Casado.

Del nivel brutal que ha alcanzado la guerra interna basta una muestra: el bofetón (dialéctico) en toda la cara que el número dos de Casado, Teodoro García Egea, le ha soltado a una exlideresa que sigue teniendo mucha influencia entre los populares, Esperanza Aguirre. Comenzó el lunes 13 de noviembre con la 'lideresa' disparando  a discrección desde las páginas de El Mundo en una entrevista en la que define como "chiquilicuatres" a los miembros del equipo de Pablo Casado y "niñatos" a los de Almeida. La respuesta de Egea no tiene precedentes porque nunca hasta ahora el número dos de un partido de los 'grandes' le había tirado a la cara la corrupcción a un compañero/a de partido y mucho menos a una 'baronesa' regional. Y todo esto a 14 días de una convención nacional que iba a ser un paseo triunfal para Pablo Casado y su proclamación de líder absoluto con las bendiciones de Aznar y de Rajoy, es decir con todo el Partido Popular unido. Indiscutiblemente ese mensaje se ha ido por el desagüe y le guste o no a la dirección popular de Génova 13 Ayuso será tan protagonista de la Convención como Casado, tanto si va como si no va. Mi pronóstico personal, a riesgo de equivocarmne obviamente, es que irá aunque solo sea unas horas porque Díaz Ayuso no puede permitirse que su ausencia se interprete, no como un desplante a Casado, sino como un desplante a todo el PP. Y eso es lo que diría el equipo de Pablo Casado y eso son palabras mayores.

Frenar a Ayuso ¿debilidad de Casado?

Es necesario recordar hechos objetivos para que aún asombre más lo que ocurre en el PP. Pablo Casado apostó personalmente por Ayuso cuando ésta era una absoluta desconocida no ya para los medios de comunicación sino incluso entre los propios militantes madrileños. Ayuso obtuvo el peor resultado de la historia del Partido Popular pero consiguió gobernar gracias un tripartito (Vox y Ciudadanos) y dos años después ganó las elecciones, sin mayoría absoluta pero como si lo fuera.

Su victoria, curiosamente, apuntaló el liderazgo de Casado muy cuestionado tras la debacle del PP en las elecciones catalanas. La victoria de Ayuso y el fracaso de la moción de censura en Murcia llevaron a la derecha a situarse por primera vez por delante de la izquierda en las encuestas. Con este panorama casi idílico ¿a qué viene esta guerra? Los partidarios de Ayuso afirman que en todas las Comunidades Autónomas quien preside el Gobierno autonómico preside el partido. Nunca ha existido la bicefalia. Dicen también que es vergonzoso que en el territorio más importante para el PP haya una gestora y que el Congreso regional tiene que ser ya.

El equipo de Pablo Casado sostiene que el calendario de los congresos regionales se aprobó en una junta directiva nacional (primavera 2022), que la propia Ayuso votó a favor y que no entienden "las prisas y la urgencia" que le ha entrado de repente. El cabreo con la presidenta madrileña es monumental porque saben que la Convención Nacional está ya tocada. No cuestionan la popularidad de Ayuso pero sostienen que la de Almeida es igual y recuerdan que en un congreso regional del partido votan los compromisarios, no los votantes y ni siquiera los militantes. Cabe recordar que el sistema de 'primarias corregidas' del Partido Popular para elegir a sus líderes permite que en un congreso posterior se cambie lo que han votado los militantes, como ya ocurrió en las primeras primarias que celebró este partido tras la retirada de Rajoy. Soraya Sáenz de Santamaría fue la elegida por los militantes pero los cargos del partido corrigieron esos deseos eligiendo a Pablo Casado. Ganó el que perdió gracias al odio que Dolores de Cospedal profesaba a Sáez de Santamaría pero el caso es que el presidente nacional del PP es Pablo Casado. Y el aparato del partido, también en la Comunidad de Madrid, lo controla Teodoro García Egea con lo que el equipo de Casado sostiene que si Ayuso se empeña en mantener este pulso "puede perder el congreso regional".

La pregunta es ¿por qué Pablo Casado no quiere que su otrora amiga presida el Partido Popular de Madrid? L respuesta es que "hay que frenarla" lo que a su vez provoca otra pregunta. ¿Por qué hay que frenarla? ¿Teme Pablo Casado que Ayuso eclipse su liderazgo? Wsos temores reflejarían debilidad y un líder no puede ser débil por eso desde el equipo de Casado repiten alto y claro que "Pablo no admite presiones, jamás ha cedido a presiones y esta vez tampoco lo hará". No solo eso si no que ha aprovechado el golpe para poner al resto de barones autonómicos de su lado porque a todos ellos les molesta mucho, pero que mucho, que Isabel Díaz Ayuso se sitúe "en una esfera superior" cuando es tan presidenta autonómica como los demás. En definitiva, que Pablo Casado sabe que a Bonilla, a Feijóo y a Mañueco -sus tres barones críticos-  les fastidia que Ayuso tenga más protagonismo que ellos y  por eso ha convocado una reunión de barones autonómicos, para evidenciar que Ayuso está sola y que puede que gane en el voto de los militantes pero puede perder la Presidencia del PP de Madrid.

En una guerra interna de estas características los aparatos de los partidos siempre llevan las de ganar, especialmente en el PP donde no se celebran primarias puras y lo que votan los militantes se puede "corregir" en un congreso. pero una guerra de estas características siempre deja heridas, heridas muy profundas que acaban pasando factura incluso muchos años después.