Un año después de la crisis interna que sacudió violentamente la estructura del Partido Popular, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha roto su silencio al respecto de lo ocurrido con el anterior líder del partido, Pablo Casado.

Lo ha hecho en una entrevista publicada este domingo en El Mundo, en la que, entre otras cosas, ha hablado de cómo se vivieron esos días en el seno de la formación, y de cómo ella misma tuvo que afrontar lo que estaba ocurriendo. Las respuestas de la presidenta madrileña han sido contundentes..

No se ha visto algo así nunca. Más que un momento concreto, lo que ocurrió viene a raíz de una historia de meses", ha comenzado diciendo. Hilado con estas primeras palabras, Ayuso ha recordado al exsecretario general del PP, Teodoro García Egea. "Cuando salió a hablar tuve algo de liberación, porque fueron seis meses en los que promovieron, por todas las tertulias y mentideros, que yo tenía un caso de corrupción, que iba a saltar un escándalo y que me iba a dinamitar", ha recordado.

Seis meses aguantando, callada. Y mientras tanto, ve a congresos y conferencias con ellos. Come con ellos. Como si no pasara nada. Todo el día me llegaban historias, rumores", ha narrado.

A su vez, la líder del PP madrileño ha asegurado que intentó “por todos los medios que recapacitaran” para hacerles entender que “no había nada fraudulento”. “Puse de mi parte para que lo entendieran, que no había nada ilegal, tal y como luego han ratificado todos los tribunales", ha defendido.

"Pero no hubo forma. Así que cuando finalmente salió Teodoro y dijo todo lo que dijo pensé: 'Muy bien, pues ahora me toca hablar a mí, estoy cansada, llevo seis meses aguantando'", ha relatado.

A pesar de toda la tensión vivida en esos momentos, Ayuso ha apuntado que aquellos días los sintió como "una liberación". “Aunque fueron unos días duros, supusieron una liberación. Los viví con la tranquilidad de quien sabe que está haciendo lo correcto, y además en el momento oportuno, cargada de razones para tomar una decisión tan difícil", ha confesado.

Qué ha cambiado y qué no, un año y un mes después

El 22 de febrero se cumplió un año del cese de Pablo Casado como presidente del Partido Popular y su consiguiente sustitución por Alberto Núñez Feijóo. Un año y un mes que han estado marcados por el continuismo, ya que lejos de renovar la imagen del partido y hacerlo virar hacia un discurso más moderado, como se pretendía, los ‘populares’ se han mantenido en una línea muy similar a la que les caracterizaba durante su anterior liderazgo.

En las filas del PP se esperaba que la dimisión de Casado supusiese un cambio de aires, una renovación que hiciera olvidar una etapa nefasta para el partido y que sirviese no solo para mejorar la imagen de cara al electorado con la apuesta de un discurso más moderado, sino también para limar las asperezas internas. Sin embargo, las rencillas no han cesado, y la estrategia del PP ha continuado intacta: morir con las botas puestas, boicoteando todas las iniciativas progresistas que salen del Parlamento y comprarle el relato a Vox en ciertas cuestiones socialmente sensibles.

Un continuismo que se aleja de la renovación que prometió el gallego cuando asumió el cargo y que, un año después y cada vez más cerca de las elecciones, no está dando los resultados esperados ni está haciendo despuntar a la formación a nivel nacional. 

Por otro lado, también conviene recordar los momentos en los que Feijóo hizo un vago intento de eclipsar a Ayuso y al PP de Madrid con la remodelación del partido, al concentrar prácticamente todo el poder en Galicia y Andalucía, pasando por alto a la capital. Una estrategia que al nuevo líder popular le salió bien en el ámbito nacional, pero no tanto en Madrid, donde Ayuso tiene un feudo inexpugnable. La evolución natural de la carrera política de Ayuso discurría por tomar el control de las Nuevas Generaciones madrileñas, un movimiento que, a su vez, surge al calor de la guerra interna con Pablo Casado, con el objetivo de construir un bastión de nuevas figuras que hiciera virar el futuro del partido hacia su orilla.

“Quiero jóvenes del PP, no viejos de NNGG. Quiero un equipo que ceda el testigo sin caer en la decadencia”, declaraba la líder madrileña en su momento, lanzando un dardo a Ana Isabel Pérez Baos, quien fuera presidenta de Nuevas Generaciones desde 2013 hasta finales de 2022, y cuya prolongada permanencia en el cargo obedeció a diferentes intereses contrapuestos. Recientemente, el cargo lo tomó Ignacio Dancausa, un joven de plena confianza de Ayuso que, por otro lado, fue identificado por la Policía la pasada semana, junto con otros miembros de NNGG, por interferir en las elecciones a rector de la Universidad Complutense de Madrid. Fuentes policiales informaron de que los agentes identificaron a un total de siete personas que se encontraban repartiendo propaganda, sobres y papeletas a favor de uno de los candidatos, y que incluso llegaron a colocar un cartel en el campus pese a ser jornada electoral.