Ay Juan Manuel, Juan Manuel,/ quién te ha visto y quién te ve,/ ayer el niño bonito/ de las huestes del PP,/ con los focos de la tele/ todos alumbrandoté,/ y hoy no tienes más remedio/ que andar escondiendoté,/ huyendo de las mujeres/ que quieren saber por qué/ ninguno las alertó /de que podían tener/ un tumor dentro del pecho,/ un puñal bajo la piel./ Ay, Juan Manuel, Juan Manuel,/ quién te ha visto y quién te ve:/ si no aclaras este caos,/ no te salva, Juan Manuel,/ te lo digo, no te salva/ ni tu brother ABC.
Disculpe el ocioso lector este romance macarrónico en acentuación y rima directamente delictivas, pero los hechos sucedidos esta semana no son para menos. Por primera vez en siete años, la realidad ha acorralado al templado presidente andaluz Juan Manuel Moreno al evidenciar que el sistema público de salud estaba desnudo: si no en su integridad, sí en sus partes más pudendas; si no del todo desnudo, sí desde luego no todo lo bien vestido que la propaganda viene proclamando desde hace años. La joya de la corona está degenerando en baratija.
La gente que tiene dinero y no tiene enchufe, e incluso la que no tiene ni una cosa ni otra, harta de que en la sanidad pública tarden meses en mandarla al especialista, se paga un seguro privado con el que será puntualmente atendida en inmaculadas consultas donde, sin tener nada personal contra negros, moros ni rumanos, no se cruzará, gracias a Dios, con negros, moros ni rumanos, aunque luego, si se da el caso de ponerse mala, pero mala mala de verdad, regresará rauda al hospital público intuyendo que el privado quizá, solo quizá le racanee ese tratamiento de última generación que puede salvarle la vida pero cuya administración sostenida en el tiempo mermará gravemente la cuenta de resultados de esa aseguradora que parecía tan superguay en los machacones anuncios de la tele.
La amenaza del Lado Oscuro
Dado que las encuestas constatan que Vox le ha arrebatado al PP en toda España no menos de un millón de votos, una buena porción de ellos no puede no ser andaluza. Necesariamente tiene que serlo. Salvo que tenga de nuevo lugar el milagro de que prácticamente todos los sondeos se equivoquen como lo hicieron en las generales de 2023, nuestro Príncipe de la Templanza no conservará la mayoría absoluta que logró en las últimas autonómicas, de modo que lo más probable es que le toque lidiar con el morlaco de Vox, como ya tuvieron que hacerlo sus homólogos autonómicos de Murcia, Valencia, Extremadura o Castilla y León.
¿Acaso el Juan Manuel Moreno licenciado en Moderación y doctorado en Ponerse Estupendo dudaría en pasarse al Lado Oscuro si así se lo exigiera un Vox subido a la parra merced al incremento previsiblemente significativo del voto popular? No es que la moderación actual de Moreno sea propiamente una impostura: lo único que le ocurre es que tiene fecha de caducidad y que esa fecha la pone un tipo llamado Santiago Abascal.
¿Juanma en la picota? ¿Nuestro Juanma?
Augurábamos siete días atrás que era poco probable que el escándalo de las mamografías erosionara severamente a Moreno, cuya tasa de desgaste después de siete años de gobierno es casi insignificante, a lo cual ayuda no poco su contraste con el perfil descarado y chulapón de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, ante la que Moreno opera como civilizado contrapunto en opinión de la opinión pública y sobre todo de la opinión publicada.
Si nos excedimos, en fin, en benevolencia al formular el pronóstico del domingo pasado quizá fue porque a nuestra naturaleza algo cándida se sumó el hecho de que ese día del Señor todavía no había explosionado el depósito de indignación en que súbitamente se había metamorfoseado el corazón de las mujeres andaluzas. La Junta había hecho tan rematadamente mal su trabajo en un asunto de salud tan extremadamente delicado como el cáncer de mama que las calles de las principales ciudades se llenaron de airadas bocas femeninas exigiendo la dimisión del presidente.
En San Telmo, ojos como platos en rostros mortalmente pálidos, no debían de dar crédito a lo que estaba pasando: ¿Juanma en la picota? ¿Nuestro Juanma? ¿El Bueno de Juanma vilipendiado en las calles como un vulgar Perro Sanxe? ¿El nombre de El Político más Humiiiiiiilde de Andalucía arrastrado abyectamente por el fango? Ni siquiera la destitución en formato dimisión de la consejera de Salud Rocío Hernández, la víspera las movilizaciones callejeras, logró contener una ira de las mujeres de tal alcance que hasta el mismísimo Canal Sur se vio obligado a recogerla en sus no siempre exactos pero siempre útiles telediarios.
La UME entra en acción
El capitán Moreno lleva siete años navegando plácidamente por las aguas andaluzas, incluso con incursiones esporádicas y siempre bien recibidas en aguas nacionales. En su travesía ha encontrado alguna que otra marejada, alguna borrasca pasajera, pero nada serio al cabo. La crisis de las mamografías tiene algo, pues, de bautismo de fuego. Es la guerra. Pedir perdón y mostrarse humiiiiiiilde como solo Moreno sabe hacerlo, destituir a la consejera de Salud y a algún que otro responsable hospitalario no será suficiente, no hasta que el consejero de Presidencia Antonio Sanz, por otro nombre Unidad Militar de Emergencias, a quien el presidente le ha endosado el marrón de las mamografías hasta que consiga apresar a lazo a algún incauto que le acepte el cargo de consejero de Salud, hasta que Antonio UME Sanz, decíamos, no aclare qué diablos ha pasado para que haya podido pasar lo que ha pasado, el presidente no dormirá tranquilo.
Hasta ahora, nadie conoce con certeza el alcance del escándalo: ni cuántas mujeres dejaron de recibir la comunicación de que su caso era dudoso, ni cuántos de esos casos acabaron en cáncer, ni si ha habido muertes que pudieron evitarse y cuántas habrían sido, ni si el fallo fue solo puntual o es más bien estructural… No va a ser fácil saberlo; es más: lo más probable es que no lo sepamos nunca con absoluta certeza. El Gobierno intentará ocultar datos y minimizar tragedias y la oposición hará todo lo contrario: puede que esta diga la verdad, pero si San Telmo juega bien las cartas del bulo y las medias verdades en estrecha colaboración con los canalsur, los mundos, los españoles, los abc, etc. etc., el público no sabrá a qué atenerse.
¿Podría la Justicia esclarecer lo sucedido? Bueno, según qué Justicia: una Justicia como la de Madrid, que lleva años mirando hacia otro lado ante la muerte de más de 7.000 ancianos en las residencias de la Comunidad, desde luego que no; una Justicia, en cambio, como la que encarna la jueza valenciana que está investigando las muertes de la Dana de hace un año o el juez que está investigando las corrupciones de Ábalos y Cerdán, desde luego que sí.
¿Supondrá la crisis de las mamografías un punto de inflexión en el hasta ahora bastante plácido mandato de Juan Manuel Moreno? La candidez del cronista sigue inclinándose por el no, aunque una respuesta fiable a ese interrogante depende de demasiadas cosas hoy imposibles de ponderar: las causas de la Gran Chapuza, la evaluación de daños, la eficacia de la UME, la habilidad de san Telmo, la destreza de la oposición, el candor de los columnistas…