El anuncio de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, de que se reformará el Código Penal para que cualquier acto sexual sin un “sí” explícito sea delito pilló el martes a contrapié a muchos, pero este jueves los principales articulistas de la derecha ya han tenido tiempo a reaccionar. Tanto El Mundo, como La Razón y ABC recogen hoy textos al respecto, con especial mención a Arcadi Espada, en el primero, que reprocha a Calvo que no “entienda el carácter de juego malicioso que tiene el sexo” y que “a mi madre hubiera que haberle arrancado el sí” para mantener relaciones.

Espada tacha a Calvo de “obscena criatura reaccionaria” y asegura que le “divierte imaginar qué pensaría Calvo, claro, de aquellas mujeres que gritan desaforadamente no, no, no, porque ése es el modo con el que, en un preciso instante y con una pareja precisa, sacan mayor placer del sí”.  “Está completamente descartado que la vicepresidenta entienda el carácter de juego malicioso que tiene el sexo”, señala Espada.

El articulista asegura que “entre mi madre y mis primeras novias había una importante diferencia”. “La generación de mi madre se movía en el mundo con un cableado cultural que por defecto decía no. El cableado por defecto de mis novias decía sí. De ahí que a mi madre hubiera que haberle arrancado el sí. […] El sí por defecto de las novias hizo un mundo más alegre y entretenido” y acaba señalando que “no todas las mujeres muestran el mismo interés por el sexo”.

En ABC, la réplica la da Gabriel Albiac, aunque a años luz de Espada en estilo. Albiac recurre a Sigmund Freud y su tesis sobre el psicoanálisis para hablar de los “camuflajes verbales” “‘No’ es ‘no’. ‘Sí’ tampoco es ‘sí’. ‘Sí’ y ‘no’ se hacen eco, se espejean. No hablan jamás a libro abierto, porque el libro abierto es lo contrario de la mente humana”. Y termina acudiendo al siglo de oro, citando a Lope, Góngora y Quevedo para hablar de cielos e infiernos.

En La Razón, Martín Prieto también acude a la literatura y titula El “sí” de las niñas en recuerdo de Moratín. Y se remonta a los tiempos del “amor libre” y a un folleto de la UCLA en la que se aconsejaba pedir permiso para desabrochar cada “botón de la blusa”. “Así, por escalones, en un suero contra la lujuria hasta que el rijoso, con la libido por los zapatos, corría a entrenar rugby dejando a la pobre calentada y sin visita”.

“Elevar a la jurisprudencia un explícito y audible ‘sí’ es un disparate que sólo se le podía ocurrir a Carmen calvo”, dice Prieto, que señala que “la vicepresidenta es lista, catedrática de Derecho Constitucional, pero proclive a tener ideas de bombero de aquellos antañosos que derribaban la casa enecendida”.

“Judicializando el ‘sí’ y el ‘no’ de las muchachas llegaremos a la coyunda olfateando si la fémina huele a alcohol o marihuana y con un notario y dos secretarias ante la cama para testificar el correcto desarrollo del acto”, concluye Prieto.