El 13 de febrero de 1972, José Luis Seguí recibe las llaves del Ayuntamiento de Almudaina, un pequeño municipio de Alicante que no es ajeno a los problemas que golpean a la mal llamada España Vacía. La prueba más fehaciente de ello es que en la actualidad la localidad supera a duras penas el centenar de habitantes cuando hace escasos años el censo la situaba por encima de los 300. El protagonista de estas líneas se muestra indiferente a las dimensiones y trabaja hasta el último momento con las mismas ganas que el primer día, cuando cogió las riendas aún en plena dictadura. Como quien opera en una compañía pequeña o grande y tira de la misma ilusión. Tanto da. Es más, después de hablar con él, uno diría que le ponen los retos.

Decimos que trabaja hasta el último momento porque no revalidará título, y no por falta de convicción, pues está seguro de que si se presenta nuevamente -e irían doce veces consecutivas- el próximo 28 de mayo “lo más seguro es que vuelva a salir”. Se lo toma con la naturalidad del que sabe que la vida es eso, etapas. “Dejarlo es… pues dejarlo y ya. Cuando uno cumple sus años y ha batido un récord tiene que tomar una decisión y centrarse en otras cosas”, cuenta a este medio, concretando tras una explicación algo ambigua que ese conjunto de razones pasa, más allá de por la edad -tiene 82 años-, por su mujer, sus hijos y sus hermanos. Es más, da la sensación de que los años son los que menos pesan en su decisión. “Mi familia me dice que ya está bien. Yo estoy perfectamente de salud y todo, pero creo que tienen razón”, asume con un toque de nostalgia a ElPlural.com.

Cuando uno cumple sus años y ha batido un récord tiene que tomar una decisión

Seguí, aunque él no lo reconozca, es una parte de la Historia de España, no solo por ser el alcalde que más años ha permanecido en el cargo, sino porque mientras él cerraba acuerdos “con un lápiz y en una libreta a cuadros” para hacer caminos o levantar “muretes”, en el plano nacional España firmaba la Constitución del 78, sufría un golpe de Estado, entraba en la Unión Europea (UE), se acostumbraba al cambio de moneda, se debatía entre formar parte o no de la Alianza Atlántica (OTAN), era golpeada por el terrorismo islámico o daba la vuelta a su tablero político con la irrupción de nuevos actores como Podemos o Ciudadanos, rompiendo con ello el bipartidismo.

El edil primero de esta localidad alicantina pertenece al PP y anteriormente lo hizo a Alianza Popular y Unión de Centro Democrático (UCD). Pero eso casi que es lo de menos, pues reconoce que se ha llevado bien con “todos los presidentes, tanto populares como socialistas”. “Siempre que he llamado me han recibido, me han concedido lo que han podido cuando lo he planteado y he tenido una relación muy buena con ellos, igual que con los diputados provinciales”, celebra.

Para los iniciados en política, cuenta que son las diputaciones provinciales las que más ayudas han dado históricamente a los pueblos aunque, en su caso, la Generalitat también ha aportado. “Es donde más he trabajado, aunque formé parte también en su día de los trabajos comunitarios, en los años 1973 y 1974. Ahí se repartía el dinero por pueblos. Recuerdo que se daban 150.000 pesetas para hacer caminos, muros, casas…”, relata mientras lamenta el eterno trámite burocrático en el que, a su juicio se ha convertido la política: “El mundo ha cambiado completamente. Ahora para cualquier obra o cosa hay más papeles que la leche y es imposible tocar un metro de terreno. Antes se señalaban las cuentas y las obras y todo con una libreta a cuadros y un lapicero. Se hacía todo así y se pagaban los jornales, el material y todo con la misma honradez; porque la honradez estaba igual en 1972 que en 2023. Lo que ha cambiado es la forma. Ahora, ordenadores, papeles, permisos…. Antes, la palabra”.

Antes se señalaban las cuentas y las obras con una libreta a cuadros y un lapicero

Seguí destaca a este periódico la red de caminos que pasó a ser una realidad en Almudaina gracias a su mediación y con la que espera “pasar a la Historia”, pero este agricultor jubilado ha hecho de todo, desde ayudar a vestir muertos de madrugada porque no llegaba la funeraria hasta llevar personalmente a vecinos al hospital en su coche. Todo ello tras sanear las cuentas después de un primer pufo por parte de su antecesor, quien le aseguró no haber tocado el presupuesto municipal. Lejos de la realidad, a los pocos días llegó el fontanero con una factura de 14.000 pesetas (unos 84 euros en la actualidad, pero bastante dinero entonces), agotando prácticamente los fondos para el resto de legislatura. “La gente me ha respetado mucho, y creo que yo a ellos también, de lo contrario no me habrían dado la confianza durante tanto tiempo”, evidencia.

Un ejemplo más con el que el protagonista de estas líneas respalda la máxima de que en los pueblos se vota a la persona antes que al partido: “Lo tengo requete comprobado, porque sé que hay gente que vota al PSOE o a otros partidos de izquierda en las generales y autonómicas y en el pueblo siempre me ha votado a mí”. Precisamente, a esa gente hace una mención especial: “Algunos me han llamado. Otros me han dado un abrazo. Y algunos hasta han llorado porque no han conocido a otro alcalde”, emite intentando contener la emoción.

Seguí asegura a este medio que no es un adiós, sino un hasta luego, porque hay personas que trascienden a la marca, como Picasso al Guernica o Joaquín al Betis. Por ello, como el que lleva toda la vida en una empresa o vuelve a su anterior equipo en forma de entrenador, el alcalde eterno ayudará en lo que haga falta: “Soy del pueblo de toda la vida, vivo enfrente del Ayuntamiento… Intentaré ayudar al máximo en lo que pueda, porque supongo que haré falta en algunas cosas a los que entren nuevos. Esto es una parte de mí”.

Su heredero es el joven Pau Navarro, de 26 años, en una lista de la que también participa su nieto Adrián Seguí, de tan solo 20 y que opta a una plaza como concejal. De salir elegido, su maestro tiene claro que lo único que tiene que hacer es mantener las cosas, porque cuando algo va bien, ¿para qué tocarlo? Él seguirá desde la sombra, desde el banquillo, e intentando centrarse en pasar tiempo con su hijo y su explotación agrícola de cerezas. La vida no le cambia tanto en este sentido, habida cuenta de que siempre ha dedicado una parte de su tarea profesional a la cooperativa que exporta bajo la marca Oriana y a los terrenos: “Así ha sido mi día a día, yendo también con mi hijo al campo y siendo el hombre más feliz del mundo. Se me pasa el día sin darme cuenta, pero es que los pueblos son así”. Tienes razón, José Luis, los pueblos son así; pero seguro que Almudaina cambia un poco con tu retirada.