Adrián de la Joya tiene la capacidad de estar sin estar. Un hombre ubicuo en los grandes casos de corrupción de este país, pero desconocido para el gran público y para la máquina que todo lo sabe: Google. Él y su mujer acaparaban las páginas de la prensa rosa en los 90, en los tiempos de la jet-set marbellí, cuando se codeaban con empresarios libaneses, presidentes de Gobierno y hasta el mismísimo rey Juan Carlos en fiestas de lujo. Sin embargo, ha conseguido que su rostro desapareciese del principal buscador de Internet justo cuando se mudó a Suiza y se dedicó en cuerpo y alma a la intermediación financiera. [Con excepción de la que ilustra esta noticia, que nos ha cedido el diario Público]

Es dentro de esta faceta cuando De la Joya entra de lleno en la Operación Lezo, como el hombre encargado de hacer llegar la comisión de 1,4 millones de euros de OHL por la adjudicación del tren de Navalcarnero. Pero, en vez de quedarse la “tercera parte”, como le prometió Javier López Madrid –yerno del presidente de OHL, Villar Mir- decidió quedarse con todo el botín, tal y como sospechaba Ignacio González, según se escucha en las grabaciones ofrecidas por ELPLURAL.COM.

“Ganar un dinero”

Así se lo hizo saber el propio De la Joya el 20 de abril al entonces juez de la Operación Lezo, Eloy Velasco, cuando le llamó a declarar como imputado. En su declaración, a la que ha accedido El Plural, De la Joya cuenta cómo López Madrid le llamó para ofrecerle “ganar un dinero”. El trabajo consistía en guardar una cantidad, de la que se quedaría la tercera parte, en su cuenta de Suiza en el Anglo Irish Bank. Sin embargo, según De la Joya, cuando se enteró de que el dinero tendría que ir destinado a Ildefonso de Miguel, mano derecha de Ignacio González en el Canal de Isabel II, se quedó el botín porque se negaba “a pagar a políticos ni a funcionarios públicos”.

En cambio, decidió quedarse el dinero para saldar las deudas que tenía con él OHL por “un negocio común de minas que tenían en África” y sus gestiones posteriores “para conseguir una explotación de manganeso para el grupo Villar Mir”. Punto por punto, De la Joya corroboró las sospechas de González: señaló que a los espías de Colombia “los paga Juan Miguel Villar Mir”, que está “convencido personalmente” de que el montaje de la cuenta suiza de González –que en realidad era del empresario- lo hizo también el dueño de OHL y que Javier López Madrid habría sido quien se habría chivado de todo al expresidente de la Comunidad de Madrid.

Un hombre ubicuo

Así es Adrián de la Joya, un hombre que se mueve como pez en el agua en todo este maremágnum de empresarios, políticos y bancos en el extranjero. No en vano, su domicilio está situado en Suiza, país en cuyo ADN está el secreto bancario y su cuenta en este país también apareció en el caso Gürtel, aunque moviendo menos cantidades. De hecho, cuando el extesorero del Partido Popular Luis Bárcenas abrió su cuenta en el Dresdner Bank del país alpino, donde guardaba 20 millones de euros, señaló cinco empresas en las que quería invertir su dinero. Según explicó la dirección del banco cuando la Justicia española pidió detalles, tna de ellas era Serena Digital, propiedad de Adrián de la Joya. Aunque, cuando se hizo pública la existencia de dicha cuenta, tesorero y empresario negaron que finalmente se hiciera la inversión.

Sin embargo, el caso que más fama le ha dado en los últimos años es el del Pequeño Nicolás, como uno de los cuatro socios de la Hacienda de la Alamedilla. Una finca que está vinculada al que fue vicepresidente de Banesto, Arturo Romaní y que se cree que sirvió para repatriar parte del dinero robado en la época de Mario Conde.

En esta ocasión, los investigadores creen que el Pequeño Nicolás pretendía negociar la venta de la finca con un precio sobrevalorado a través de un crédito de 10 millones de euros del Banco Nacional de Guinea y así blanquear dinero. Es en esta fase en la que entra también en juego otro personaje ubicuo: el comisario José Manuel Villarejo, ahora en prisión. De hecho, en los 60 días posteriores a la detención de Francisco Nicolás, se registraron 174 llamadas entre la oficina de De la Joya en Madrid y el móvil de Villarejo.

Armas, cacerías y amigos importantes

De la Joya también tiene vínculos familiares que le dan experiencia en este mundillo. Está casado con Cristina Fernández Longoria, lo que le convierte en cuñado de Abdul Rahman el Assid, empresario libanés afincado en Sotogrande, amigo y compañero de caza del rey Juan Carlos, y también socio de Adnan Kashogui, ambos traficantes de armas. Todo un pedigrí que, pese a todo, le ha mantenido alejado del ojo de Google.