Este pasado jueves, la Guardia Civil ha celebrado en Zaragoza un homenaje a su patrona, la Virgen del Pilar. Un acto que, por momentos, ha recordado a tiempos pretéritos gracias al delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde. Con un discurso encendido, ha acusado de “delito de lesa patria” a los “sediciosos” que “han conseguido despertar al toro, a ese toro español que representa las esencias de un pueblo forjado durante siglos en el crisol de la historia".

El acto ha empezado con una pitada y abucheos al alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, de Zaragoza En Común, fruto de una convocatoria que se había difundido en redes en los días previos.

Aunque el protagonista ha sido Gustavo Alcalde, quien en su día presidiera el Partido Popular de Zaragoza y ocupase cargos de diputado nacional, senador y diputado aragonés. Ahora pasa los días como delegado del Gobierno de Mariano Rajoy en Aragón y, a tiempo parcial, abanderado de un patriotismo que parecía olvidado.

Alcalde, según recogió Aragón Digital, dio un discurso a los agentes en el que no se limitó a felicitar a la Guardia Civil y su “cuerpo hermano”, la Policía Nacional, por su “profesionalidad y proporcionalidad” en las cargas durante el referéndum del 1-O, que él ha calificado como “difíciles días”.

"Pretender romper España a través del voto fraudulento de unos pocos es un delito de lesa patria que tendrá, tiene ya, la debida respuesta judicial", gritaba desde el atril Alcalde. "Es intolerable el odio a España y lo español", exclamaba el delegado del Gobierno, para asegurar a continuación que "sembrando ese odio, los sediciosos, los insurgentes, han conseguido despertar al toro, a ese toro español que representa las esencias de un pueblo forjado durante siglos en el crisol de la historia".

Alcalde ha alabado el discurso de Felipe VI y su afirmación de que "es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional". "No caben equidistancias, no cabe ponerse de perfil y no cabe dialogar con los que delinquen" ha señalado, para concluir que el voto "es esencial en democracia, pero el voto pisoteando la ley sólo lleva a la peor de las dictaduras".