Tal vez lo que más me fascine de Sergio Chejfec sea su capacidad para extraer nutritivas reflexiones de vistazos a lo cotidiano (un paseo por un parque o por una ciudad que le es desconocida, una mirada al panorama que se divisa desde la ventana de un apartamento que no le pertenece, una charla en una taberna mientras consumen vinos…), que él logra convertir en situaciones casi inquietantes, anómalas, pasándolas por un filtro muy literario. A veces parece que no sucede nada en la calle que describe, pero sucede: no tanto porque sea capaz de ver entre los pliegues de la realidad, sino porque su prosa los transforma en una novela o en un relato que sólo podemos leer entre absortos y embrujados.

5, publicado por Jekyll & Jill tras ofrecernos dos obras del mismo autor, las tituladas Últimas noticias de la escritura y Teoría del ascensor, es uno de los experimentos más gratificantes de esta temporada de novedades en las librerías. Agrupa dos textos con varias diferencias, pero también similitudes: "Cinco", escrito años atrás; y "Nota", de factura reciente.

"Cinco" es el ejercicio de encargo que escribió en los 90 tras su estancia en la residencia de escritores de una ciudad que no conocía, en un apartamento junto a un estuario. En esta narración en tercera persona observamos los merodeos de un personaje por los astilleros, por las calles, por una panadería de la ciudad mientras todos duermen… circunstancias que han quedado reflejadas en un diario que comenta ese narrador principal. Este diarista es alguien que fue invisible de niño y que, de adulto, a menudo sigue pensando que está proscrito por la invisibilidad. Es alguien que escribe en un cuaderno: "Soy una persona errática", lo que también es una declaración de intenciones no sólo sobre la identidad, sino sobre la propia escritura. En el texto se van hilando recuerdos e historias aisladas de otras vidas y de su propio pasado. Pero lo más interesante es que a veces se unifican ambos narradores, y el comentarista en tercera persona pasa a la primera persona como si se hubiera apropiado del otro.

Dejemos, por un momento, que sea el propio Chejfec quien comente los mecanismos de tan extraño proyecto: Al cabo decidí tomar Cinco como lo que había sido en el principio: una ficción devocional, ofrendada a unos pocos y admirados títulos. A la pregunta improbable acerca de lo que se puede hacer a partir de una ficción, añadí la respuesta: proponer una explicación. Una explicación que no explique, sino que subraye los puntos de una historia inconclusa, a la manera de un bordado incompleto. Un relato no menos ficticio, pero instalado en esa zona oculta, o movediza, que es la intervención explicativa.

"Nota" es aún más interesante porque el autor, como se ha señalado en el párrafo precedente, regresa a esa narración para comentarla, para explicarla, aunque en el fondo lo que hace es contarnos su estadía en aquella residencia cuyos contornos parecen provenir de una novela de fantasmas sin terror, o quizá de una ciudad construida en el centro de un sueño aunque estemos siempre inmersos en las periferias y sus derivas. A estas alturas uno ya no sabe si estamos ante una crónica de lo real o ante otro ejercicio de ficción, o si es una mezcla de ambos, pero lo cierto es que da igual. En su estadía se relaciona con el director del proyecto, con mujeres y con conductores de autobús, con bebedores y con obreros, con gentes que saben que se trata de un escritor invitado y, por tanto, de un forastero, y por eso siempre lo observan con otros ojos. A medida que el lector avanza, va advirtiendo también que la ciudad es más un espacio narrativo, mental, hecho de figuraciones y metáforas, más que de realidades, con influencias reconocidas de Julien Gracq y de Antonio Di Benedetto. Muchas de sus claves las podemos encontrar en algunos de los títulos con los que va estructurando la narración: "La ciudad observaba a quien la observaba", "Marion pertenecía a la literatura, pero no venía de la creación", "El aspecto habitual del pequeño puerto era el de un sueño profundo"…

Pero quizá la pista principal de este libro complejo, exquisito, ya esté al principio, y proviene de Antonio Di Benedetto: No se puede saber si es verdad.