Hay tradiciones de fin de año que sobreviven a cualquier crisis: las uvas, los brindis, los audios de WhatsApp con villancicos desafinados… y, desde hace unos años, una especialmente cinéfila: recibir el año nuevo al mismo tiempo que Forrest le desea “Feliz Año Nuevo” al teniente Dan en Forrest Gump. No es la escena más solemne de la historia del cine -de hecho, es bastante caótica-, pero quizá por eso funciona tan bien como ritual: confeti por todas partes, un bar abarrotado, un ánimo raro de “qué hago con mi vida” y un brindis que llega con la épica exacta de quien se aferra a lo que tiene a mano.

La secuencia ocurre en Nueva York, durante una Nochevieja en la que Forrest se reencuentra con el teniente Dan, que atraviesa su etapa más oscura: alcohol, rabia y un desorden emocional del tamaño de Manhattan. En esa misma escena aparece el famoso intercambio que ya es meme y filosofía barata a partes iguales (“I’m sorry I ruined your New Year’s Eve party, Lieutenant Dan… / She tasted like cigarettes.”).

Y ahora, lo importante: ¿cómo se hace para vivir esa Nochevieja a la vez que ellos? Aquí va la guía definitiva, con pasos realistas, detalles de producción casera y el espíritu navideño justo: el suficiente para emocionarte, pero no tanto como para ponerte a cantar villancicos mirando a la pared.

Elige tu “Nochevieja Dan”: triste, eufórica o “me da igual todo”

Antes de sincronizar nada, decide el tono. La escena del teniente Dan no es precisamente Love Actually: es más bien “fin de año con existencialismo y confeti”. Elige una de estas tres modalidades:

  • Modo Dan: te permites estar un poco gruñón (sin faltar al respeto a nadie), brindas con cara de “la vida es un huracán” y miras el reloj como si te debiera dinero.
  • Modo Forrest: entusiasmo limpio, inocencia práctica, y esa capacidad de decir “feliz año” como si fuese la solución a todo.
  • Modo mixto: tú pones el corazón y tu cuñado pone el cinismo. Funciona sorprendentemente bien.

Consigue el “set” mínimo: bar improvisado, confeti y gorritos ridículos

En la película, la fiesta sucede en un bar abarrotado con confeti y decoración barata de Nochevieja. No necesitas recrear Nueva York; necesitas recrear la energía de “esto es una mala idea y aun así seguimos”.

Checklist doméstico:

  • Confeti (sí, lo vas a odiar el 1 de enero, pero el cine exige sacrificios).
  • Gorritos o diademas de “Happy New Year”.
  • Vasos de plástico o copas (si son desparejadas, mejor: realismo documental).
  • Una lista de reproducción con ambiente de fiesta (y, si te vienes arriba, música setentera).

El dato clave: ¿a qué hora hay que darle al play?

Aquí entra el elemento friki: en redes circula desde hace tiempo la sincronización exacta para que el “Happy New Year, Lieutenant Dan” te caiga en plena medianoche. La hora para empezar la película es a las 22:38:57 del 31 de diciembre para que el cambio de año coincida con la escena.

Ojo: esto nace de cálculos de espectadores y publicaciones virales, no de un “método oficial” del estudio.

Cuando acabe la escena, puedes sellar el ritual con una frase final, versión Forrest: “Bueno… supongo que el año nuevo es como una caja de bombones”. Y ya está: te vas a dormir con la sensación de haber hecho algo absurdo, bonito y sorprendentemente comunitario.

Porque al final, esta Nochevieja sincronizada tiene algo muy navideño: no es la fiesta perfecta, no es la más elegante, y tampoco te arregla la vida… pero te regala un minuto exacto en el que todo el mundo está mirando lo mismo, riéndose de lo mismo, y brindando a la vez con un personaje que, por una vez, parece acompañado.

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