En un momento cargado de emoción, Roberto Saviano, de 45 años, rompió a llorar este lunes en el Tribunal de Apelación de Roma al escuchar la confirmación de la condena contra Francesco Bidognetti —capo de la Camorra— y su abogado Michele Santonastaso. Las graves amenazas proferidas el 2008 en pleno juicio fueron catalogadas como intimidación agravada por métodos mafiosos, un reconocimiento legal que el escritor llevaba esperando 17 años.
Justicia tardía pero simbólica
El pasado lunes 14 de julio, Roberto Saviano asistió a la sala del Tribunal de Apelación de Roma con la tensión contenida. Desde 2008, vivía bajo escolta constante después de que Francesco Bidognetti, miembro del clan de los Casalesi, y su abogado amenazaran abiertamente su vida durante el proceso Spartacus. Aquel episodio no solo truncó su tranquilidad: fue el inicio de una existencia dominada por miedos, restricciones y la convicción de que su voz estaba poniendo en riesgo lo más preciado: su vida.
En este juicio de segunda instancia, los magistrados confirmaron las penas impuestas en 2021: 18 meses de cárcel para Bidognetti y 14 meses para Santonastaso por intimidación agravada. Al conocer el fallo, Saviano estalló en sollozos, abrazando a su abogado. En ese instante, para él, justicia no solo fue un concepto legal, sino el reconocimiento público del daño irreversible que sufrió. “Me han robado la vida… y yo me la he dejado robar”, expresó entre lágrimas.
Un autor perseguido por la verdad
Este fallo simbólico pone fin a años de zozobra para quien, tras publicar Gomorra en 2006, expuso al gran público los oscuros entresijos del crimen organizado napolitano. Su valentía le convirtió en objetivo temprano de represalias y obligó al Gobierno italiano a asignarle protección permanente desde entonces.
En el juicio Spartacus, uno de los procesos más resonantes contra la Camorra, se emitió un comunicado por parte de Bidognetti y Antonio Iovine —otro capo camorrista— que fue leído por su abogado Santonastaso en audiencia. Era una advertencia directa a Saviano y a la periodista Rosaria Capacchione para que cesaran sus investigaciones. Una amenaza escenificada en una sala judicial, sin disimulos.
La condena más importante de mi vida
La condena ahora ratificada, según Saviano, representa “la más importante de mi vida”. No solo por su carácter penal, sino por su capacidad para restituirle la dignidad arrebatada durante años. Sin embargo, subraya el periodista, los procesos eternos dejan heridas profundas: “Este veredicto es una victoria simbólica, pero vivir así marcó mi destino. La lentitud judicial funciona como cómplice del crimen organizado”, declaró ante los medios.
El periodismo que incomoda a las mafias
El fallo también introduce una advertencia crucial: el ejercicio del periodismo de investigación, especialmente sobre mafias, requiere redes de apoyo. Saviano aconseja no actuar en solitario y buscar alianzas. Este mensaje, según él, protege cuerpos y mentes frente a los ataques de estructuras criminales.
El reconocimiento de las amenazas como crímenes mafiosos conlleva implicaciones más allá de la condena de los responsables. Sirve como precedente para periodistas amenazados y pone el foco en la necesidad de mecanismos reales de protección y acompañamiento por parte de las instituciones y la sociedad.
Saviano, uno de los referentes más significativos en la lucha contra la mafia global, sigue cumpliendo funciones de autor, guionista y figura pública. Sin embargo, tiene claro que su vida ya no volverá a ser la misma. Como escribió en Il Corriere della Sera: “Durante años he odiado a Bidognetti… Pero, en el fondo, fui yo al no separarme de esta locura. Decidí permanecer, contarlo, resistir”.
Un veredicto que trasciende
Cuando las puertas del tribunal se cerraron tras conocerse la confirmación del fallo, quedó una imagen imborrable: Saviano, emocionado, atravesando el corredor judicial y sintiendo en ese instante que, tras 17 años de miedo, su lucha tenía respaldo legal.
Este veredicto no solo restituye el derecho del periodista: también envía un mensaje contundente a quienes amenazan la libertad de prensa en nombre del silencio mafioso.