Un hogar reducido a escombros. Una familia obligada a marcharse sin mirar atrás. Un conflicto que no cesa. No Other Land, el documental que pone rostro y voz a la ocupación de Cisjordania, ha sido reconocido con el Oscar al mejor documental en la 97ª edición de los premios de la Academia. Dirigido por Basel Adra, Yuval Abraham, Rachel Szor y Hamdan Ballal, la película se convierte en un grito cinematográfico contra la injusticia.
La cinta documenta la lucha de las comunidades palestinas contra la demolición de sus hogares por parte del ejército israelí, utilizando imágenes impactantes que muestran desde la destrucción de escuelas hasta el desalojo de familias enteras. A través de la colaboración entre Adra, un activista palestino originario de Masafer Yatta, y Abraham, un periodista israelí, No Other Land destaca las disparidades y desafíos que enfrentan quienes viven bajo ocupación.
"Hace unos cuatro meses fui padre. Espero que mi hija no tenga que vivir la misma vida que estoy viviendo yo, siempre bajo vigilancia, con invasiones y desplazamientos", subrayaba el propio Adra al recoger el premio, dejando uno de los momentos más emotivos de la gala. “No other land refleja la realidad tan cruda en la que vivimos, llevamos décadas y persiste. Pedimos acciones para acabar con esta injusticia y la limpieza étnica del pueblo palestino”, añadía.
“La destrucción atroz de Gaza y su gente tiene que acabar. Hay una solución política sin supremacía étnica, con derechos nacionales para ambos pueblos”, destacaba, por su parte, Yuval Abraham. Asimismo, el periodista, de origen israelí, no desaprovechaba su oportunidad para denunciar la connivencia de Estados Unidos en esta guerra: “La política exterior de este país ayuda a bloquear este camino. ¿Por qué? ¿No ven que están entrelazados? Mi pueblo solo puede estar seguro de verdad si los palestinos son libres de verdad. No hay otra forma de hacerlo, no hay otra forma de vivir”.
La resistencia pacífica de un pueblo que se niega a desaparecer
La narrativa de No Other Land se centra en la resistencia pacífica de las comunidades palestinas y su determinación de permanecer en sus tierras ancestrales a pesar de las adversidades. La película captura momentos de esperanza y resiliencia, mostrando cómo las familias reconstruyen sus hogares después de las demoliciones y continúan con sus vidas a pesar de la constante amenaza de desplazamiento.
Además de las historias individuales, el documental aborda temas más amplios relacionados con la justicia social, los derechos humanos y la búsqueda de una solución pacífica al conflicto. Al hacerlo, No Other Land se convierte en una herramienta educativa y una llamada a la acción para audiencias de todo el mundo.
La cinematografía de la película ha sido elogiada por su capacidad para transportar a los espectadores al corazón de Masafer Yatta. Las tomas íntimas y las entrevistas sinceras permiten a la audiencia conectarse emocionalmente con los sujetos, fomentando una comprensión más profunda de las complejidades del conflicto.
El documental que Israel intenta silenciar
La ausencia de distribución de No Other Land en Estados Unidos ha sido uno de los puntos más controvertidos en torno al documental. A pesar de su éxito internacional y su estreno en 24 países -en España se puede visualizar a través de la plataforma de Filmin-, las principales plataformas de distribución estadounidenses no han adquirido sus derechos, lo que ha limitado considerablemente su proyección en el mercado norteamericano.
La polémica en torno a No Other Land se ha intensificado tras las declaraciones del ministro de Cultura de Israel, Miki Zohar, quien calificó la victoria del documental en los Óscar como "un momento triste para el mundo del cine". Según Zohar, la obra "distorsiona la imagen de Israel" en la escena internacional y ha sido utilizada como una herramienta para "la difamación" del Estado. Además, ha vinculado esta crítica con la masacre del 7 de octubre y la guerra en curso, subrayando que el cine no debería servir para "sabotear" a Israel en el contexto actual.
El rechazo institucional hacia No Other Land no es un caso aislado. Zohar ha recordado que el Gobierno israelí ha implementado una reforma en la financiación del cine con el objetivo de dirigir los fondos públicos hacia producciones comerciales y alejarse de documentales que aborden la situación de los palestinos o de las minorías. Esta decisión ha sido vista por parte del sector cinematográfico israelí como un intento de censura y un ataque a la libertad de expresión. Diversos cineastas y organizaciones culturales han denunciado que esta reforma busca acallar las voces críticas con la ocupación y restringir las narrativas que no encajen con la visión oficial del gobierno.