Ayer se celebró en todo el mundo el Día de la Música. El verbo celebrar es muy ajustado para todo lo que se relaciona con la música. Ahora, es más controvertido si nos referimos a lo que toca a la industria musical.

Música libre

Puede resultar curioso las dificultades que la explotación está encontrando como consecuencia del advenimiento de Internet. La liberalización absoluta del consumo no ha encontrado una respuesta que permita un flujo justo entre artistas, discográficas y usuarios. La eliminación de los formatos físicos pareció venir en beneficio de estos últimos. Las discográficas reaccionaron tarde y mal. Para los artistas las cosas han cambiado poco. Siguen siendo el eslabón más débil de toda la cadena. Y eso que son el primero de ellos. Como muestra, solo 24 horas antes del día de la música Spotify presentaba sus datos. Spotify fue la primera plataforma en ofrecer música en streaming. Esta parecía ser la solución definitiva que contentaría a todas las partes. El público no tenía que cargar con un formato físico, los músicos obtenían un escaparate para sus composiciones y una remuneración en función de las reproducciones. Y de paso también las productoras.

Millones de usuarios y pérdidas

Pero la cosa no parece estar funcionando. Con nada menos que 140 millones de usuarios de pago en todo el mundo, Spotify sigue sin ser una empresa rentable. Es más, sus pérdidas parece aumentar más según van sumando más suscriptores. En 2016, la compañía sueca creció nada menos que un 52% y alcanzó un valor de 2.900 millones de dólares. Pero sus pérdida fueron muy elevadas. Nada menos que un incremento en el mismo periodo de un 133%, hasta alcanzar los 539,2 millones de euros. Gran parte de estas pérdidas se deben a mejoras técnicas en la plataforma. Pero la parte del león se la lleva el pago de royalties y otros derechos a las compañías. ¿Y los músicos? Pues para ellos no ha cambiado la canción. Son frecuentes sus quejas en redes sociales por las ridículas remuneraciones que reciben de la plataforma. Cómo millones de reproducciones se traducen en un puñado de dólares. En definitiva, el nuevo sistema de explotación se parece demasiado al antiguo. Todo ha cambiado para que todo siga igual.