La catedral de Barcelona, la Real Academia de Buenas Letras, ubicada en el palacio Requesens, la plaza de San Felipe Neri y la iglesia de Sant Jaume son los escenarios en los que transcurre la novela ganadora del Premio Fernando Lara 2025'Misterio en el Barrio Gótico' (Planeta), un relato de Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957), periodista cultural además de escritor. La novela combina intriga, cierta fantasía al más puro estilo Zafón, historia y reflexión sobre el devenir de nuestras ciudades y el turismo.

'Misterio en el Barrio Gótico' incorpora dos tramas paralelas protagonizadas por un periodista próximo a la jubilación, Víctor Balmoral, quien recibe unos mensajes amenazantes le obligan a investigar secretos históricos, al tiempo que investiga el paradero de una mujer desaparecida hace décadas, dejando atrás a su marido y a su hija. Este personaje transita por Barcelona acompañado de forma intermitente por el fantasma de Tomás Riquelme, su mejor amigo, que se le aparece como una especie de Pepito Grillo. "Está inspirado en un amigo mío fallecido, que siempre me llevaba la contraria", asegura emotivo durante la presentación del libro en Barcelona, rodeado de un numeroso grupo de periodistas. 

Una fuente renacentista contemporánea de los Beatles

El autor nos recibe en el palacio Recasens, uno de los escenarios del libro y sede de la Academia de las Buenas Letras de la que forma parte -al igual que su personaje Balmoral-, para convertirse en un improvisado guía de una Barcelona que transita entre el pasado y el presente. Recorremos junto a Vila-Sanjuán las callejuelas del Barrio Gótico, uno de los más admirados y mejor conservados de toda Europa y que, sin embargo, en cierta medida, es tan falso como seductor. Al igual que hace uno de sus personajes ante un grupo de turistas en la plaza de San Felipe Neri, explica cómo está totalmente reconstruida. "Esta fuente, que podría parecer renacentista, es contemporánea de los Beatles", comenta irónico.

La fuente que hay en el centro de la plaza de San Felipe Neri, en Barcelona, fue diseñada por Joaquim Ros de Ramis e inaugurada en 1962
La fuente que hay en el centro de la plaza de San Felipe Neri, en Barcelona, fue diseñada por Joaquim Ros de Ramis e inaugurada en 1962 (Foto: ElPlural)

La plaza fue bombardeada por los aviones italianos durante la Guerra Civil y apenas quedó en pie la iglesia. La reconstrucción corrió a cargo del arquitecto municipal Adolfo Florensa, que se ocupó de que se trasladaran allí dos edificios de la Barcelona gótica, con sus piedras numeradas. Vila-Sanjuán recuerda cómo durante su infancia, un fake muy extendido era que los agujeros provocados por la metralla en el muro de la iglesia eran consecuencia de los fusilamientos que hacían allí los republicanos. Sin embargo, apunta, la realidad es bien diferente y en esa idílica plaza medieval la ofensiva franquista provocó la muerte de 42 personas, la mayoría niños, que se habían refugiado en los sótanos de uno de los edificios.

Sergio Vila-Sanjuán posa delante del muro de la iglesia de San Felipe Neri, en Barcelona, que conserva los daños provocados por la metralla de las bombas lanzadas por la aviación franquista durante la Guerra Civil (Foto: Javier Ocaña)
Sergio Vila-Sanjuán posa delante del muro de la iglesia de San Felipe Neri, en Barcelona, que conserva los daños provocados por la metralla de las bombas lanzadas por la aviación franquista durante la Guerra Civil (Foto: Javier Ocaña)

"Es un barrio que para mí tiene mucho peso, venía de pequeño y, desde que soy académico de las Buenas Letras, lo frecuento muy a menudo. Eso me ha ido impregnando", asegura el autor. Con esta novela, el autor buscaba que todo ese conocimiento se transformara en una ficción capaz de conectar con un público más amplio.

Puente del Obispo, en Barcelona, construido en 1928 para la Exposición Universal
Puente del obispo, una de las "fantasías medievalizantes" a las que se refiere Vila-Sanjuán (Foto: ElPlural)

Uno de los elementos más interesantes del libro es cómo expone la tensión entre la Barcelona real y la reconstruida. Vila-Sanjuán habla de una triple identidad: una parte auténtica, otra restaurada y una tercera directamente inventada. Al señalar la fachada de la Catedral —neogótica, financiada por el banquero Manuel Girona a finales del XIX—, recordaba: "Aquí se ve lo que tiene el barrio gótico de real y lo que tiene un poco de fantasía medievalizante". Entre estas fantasías está, por ejemplo, el puente del Obispo, que todavía no ha cumplido 100 años. Fue construido por Joan Rubió i Bellver, discípulo de Gaudí, en 1928 para la Exposición Universal del año siguiente.

La catedral es el alma del Barrio Gótico, que se extiende a su alrededor. Allí mismo, sobre los tejados de este imponente edificio en el que no todo es lo que parece -la fachada principal es de finales del siglo XIX, con su gran arco gótico, las vidrieras y las torres laterales con altos pináculos-, Vila-Sanjuán confiesa su fascinación por este "gran proyecto en el que unos señores de Barcelona deciden convertir una parte de la ciudad, que como todas las ciudades europeas era una acumulación de etapas, en un enclave medieval homogéneo". 

El recorrido culmina en el Saló de Cent, en el Ayuntamiento de Barcelona, donde se reunía la asamblea de 100 ciudadanos que supervisaban la actividad política de la ciudad en el siglo XIV, entonces bajo la Corona de Aragón. Este mítico espacio -en este caso, muy real ya que sí es gótico original-, alojó los primeros concursos literarios de nuestro país, importados por el entonces rey de Aragón, Juan I, que trajo a Barcelona una competición poética inspirada en los Juegos Florales que se celebraban en Toulouse en el Languedoc francés.

"Tuve la suerte de encontrar en la biblioteca de la Real Academia de Buenas Letras un ejemplar repicado en Londres de un manuscrito que a su vez era una copia de otro manuscrito de Enrique de Villena que se llama 'Arte de Trovar', un poeta de familia noble que vivió en Barcelona", asegura. El libro explica con todo lujo de detalles como se celebraban estos certámenes cada año, presididos por el Rey, ante el que recitaban los participantes, todos hombres, ya que en aquella época no había mujeres poetas. El ganador se decidía en una doble votación -una secreta y otra popular, a mano alzada- y recibía como premio una joya. Hoy en día se siguen celebrando el el mismo espacio. 

"Es una historia poco conocida que en mi libro la menciono de pasada, pero muy interesante de conocer, porque todo tiene su antecesor y no hemos inventado nada en realidad", asegura, satisfecho de su investigación que le ha llevado a mostrar los contrastes de una ciudad como Barcelona en la que convive el elitista Círculo del Liceo con el Comedor Social ubicado al otro lado de la Rambla. "Aunque no es una novela de denuncia social, no puedes ignorar que junto al turismo y las grandes instituciones hay mucha gente con problemas e instituciones que tratan de paliarlos. Sin querer hacer una novela realista, sí he querido que tuviera detalles que explicaran que la vida no es todo 'flors y violes' [flores y violetas, un dicho catalán para expresar en este caso que no todo es fácil y agradable]".

Un periodista veterano ante el desafío de la IA

Otro de los temas que plantea la novela es la jubilación no deseada del protagonista, una especie de alter ego de Vila Sanjuán. "Soy veterano, pero no me considero crepuscular. El mundo de ayer está muy bien y nos aporta cosas constantemente, pero lo verdaderamente interesante es el mundo de mañana y no me lo quiero perder. Aspiro a estar a estar allí", subrayó. 

¿Cómo se relaciona Vila-Sanjuán con la inteligencia artificial, que ha generado todo un debate en la creación literaria? "Decidí ni tocarla ni de lejos", asegura rotundo. En este sentido, advierte de la necesidad de ser cautelosos con la IA porque, cuando preguntas, también le estás dando e incorpora sus respuestas a otros que indaguen sobre lo mismo. "Toda la investigación la hice al viejo estilo, yendo a los manuscritos. No quería regalar mi investigación sobre Enrique de Villena y los premios literarios a otras personas", enfatiza.

Este tipo de herramientas le parecen útiles, pero le preocupa la falta de regulación: "Acabo de firmar un manifiesto que ha puesto en marcha CEDRO [Centro Español de Derechos Reprográficos] para pedir que se regule la autentificación de fuentes y el copyright, porque la inteligencia artificial nos va a ayudar mucho, pero hay que hay que acotarla".

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