Una de las tendencias editoriales de los últimos años es la de ofrecer el libro como si fuera una pieza de coleccionista o un objeto de lujo. Esto no es nuevo, pero sí parece cada vez más frecuente, quizá por la necesidad de combatir al e-book (que, de momento, no amenaza el reinado del papel en España). Los volúmenes del estilo de La Casa de Hojas, Atlas de islas remotas o Esto es agua no son igual de fascinantes en la pantalla que en el libro físico, aunque tendremos que reconocer que no sucede lo mismo con las fotografías en color.


Hemos citado Esto es agua, la charla de graduación que David Foster Wallace dio en el Kenyon College de Ohio y que fue publicada en nuestro país, y la referencia es obligatoria porque el volumen que Malpaso Ediciones nos presenta comparte similitudes con aquel librito: pocas páginas, formato pequeño y numerosos juegos con la tipografía, amén de ser discursos de dos de los grandes autores de la narrativa contemporánea. Pero hay una diferencia notable: el diseño de Malpaso contiene más posibilidades, más presencia en la maquetación, más juegos en la tipografía (lo que recuerda a la mencionada novela de Mark Z. Danielewski). Letras en diversos tonos (blancos, negros, rojos), distintas alineaciones de cada párrafo (a menudo como si fueran poemas, a veces como eslóganes), fondos diferentes (también blancos, negros, rojos)… Del diseño se ha encargado Atlas, una empresa de Palma de Mallorca.


Y, al igual que sucede en Esto es agua, se trata de un texto breve que contiene cierta filosofía de vida: nos anuncia que el artista siempre debe avanzar aunque las penalidades traten de derribarlo. Penalidades como el fracaso, la falta de dinero, las puertas que se cierran o los innumerables tropiezos que el artista tiene que afrontar. Conviene recordar aquí Mientras escribo, el ensayo de Stephen King en el que ofrecía consejos y nos contaba su experiencia de escritor y dejaba asomar algunos de sus trucos. Digamos que el texto de Neil Gaiman es como una versión reducidísima del libro de King, escritor al que, además, cita: no en vano el autor de Misery le aconsejó que disfrutara del éxito, algo que Gaiman no hizo porque estaba muy metido ya en el papel de hombre preocupado que tiene que producir para estar a la altura de ese éxito y no quedarse atrás.


El resultado, como digo, es brillante, y lo será aún más para los escritores que empiezan a dar sus primeros pasos. La edición es un lujo y uno acaba copiando algunos de los mensajes que Neil Gaiman lanza a los graduados y, de rebote, a nosotros mismos. Por si fuera poco, para quienes detestan toda esta parafernalia tipográfica, al final se incluye el discurso íntegro en párrafos justificados y con el mismo tamaño de letra.