En el corazón de Lavapiés, donde confluye el ajetreo juvenil con los vecinos de toda la vida en uno de los barrios de moda de Madrid, surge un claro reflejo de la fusión entre generaciones en el Bar Benteveo, donde tiene lugar esta entrevista. Entre cafés de media mañana y el ajetreo de trabajadores, estudiantes y demás transeúntes, Analía Plaza desgrana los entresijos de ‘La vida cañón: La historia de España a través de los boomers’ (Temas de hoy, Planeta), su debut entre páginas.

Este ensayo pone nombre y forma a una generación que transformó los últimos tiempos de la vida moderna, los boomers, nuestros padres para los que estamos entre la última etapa de los 20 y los inicios de los 30, en un análisis económico y social que retrata, con nombres y apellidos, la historia de un país.

PREGUNTA (P): Ana Iris Simón decía en ‘Feria’ que la generación de nuestros padres vivía mejor que nosotros y muchos la tacharon de nostálgica. ¿Qué certezas ves en este discurso habiendo estudiado a fondo a la generación boomer?

RESPUESTA (R): Tengo que releerlo, pero creo recordar que decía algo como ‘mis padres tenían casa, coche, hijos y yo no’. Lo apoyo todo en bastantes datos para reflejar una realidad en la que, materialmente, sí que se puede decir que has acumulado más riqueza y has tenido una estabilidad que nosotros no por acceder una vivienda en propiedad que no te plantea una estabilidad como el alquiler tal y como está establecido en España y porque has tenido un trabajo de muchísimos años y al haber progresado, muchos boomers empezaron a trabajar con 14 años sin formación y se jubilaron en la misma empresa. En estos términos de materiales, riqueza y estabilidad sí que vivieron mejor que nosotros, pero en otros como haber trabajado desde los 14 no es nada mejor, su infancia sería más dura porque trabajaron porque hacía falta dinero en casa.

Con la estabilidad es el contexto. Nosotros la esperábamos y no la hemos tenido, pero no es necesariamente mala. Igual no queremos trabajar 40 años en la misma empresa con un curro que no queremos. El alquiler tampoco tendría por qué ser malo. Es mejor en algunos aspectos, en económicos y estabilidad no hay duda, pero en temas de derechos laborales o de la mujer no hay duda que nosotros estamos mucho mejor. En términos económicos, sí se puede decir que ellos lo tuvieron mejor.

P: ¿Qué escenario socioeconómico pueden esperar los millenials o la generación Z con el escenario que dejan los boomers?

R: Tus padres hicieron el ‘caminito’ de emparejarse, matrimonio, coche, casa y el trabajo estable. En el caso de los jóvenes, se decía que tú ibas a ir a la universidad, el 'esfuérzate' y tendrás un trabajo que te gustará. Pero en 2011 en el mercado laboral desapareció esta idea, era el que era aunque nos montáramos la película, pero entras en un mundo en el que empiezas a trabajar si puedes, sin cobrar y sin cotizar -porque puede pasar- y te piden muchísima formación.

Esto se rompe junto al tema de la vivienda, es ya vivir de alquiler y resulta imposible comprar una vivienda como hicieron nuestros padres, es que el alquiler se complica cada vez más. Tus expectativas se ven frustradas y las de nuestros padres incluso más al preguntarse cómo puede ser que yendo a la universidad no puedas seguir el camino marcado.

Tú te quejas de unos aguacates, pero yo me quejo de no tener un techo

 

P: Se han vertido críticas sobre que los boomers son el colectivo más egoísta, pero fueron ellos los que acuñaron el término “generación de cristal” en generación a los jóvenes. ¿Esto es un síntoma de egocentrismo frente a la ruptura de tabúes como los problemas de salud mental, relaciones sexuales o precariedad laboral?

R: Hay que plantearse primero si no son ellos la generación de cristal. No todos, pero repiten ciertos mantras como ‘no peleáis’ o ‘yo he corrido detrás de los grises y vosotros estáis todo el día comiendo aguacate y viajando’. Hay un rollo de percibir cierto rencor hacia los jóvenes, con el tema de la salud mental hay una queja de que ellos se partieron el lomo sin quejarse y los jóvenes se piden bajas por depresión. Es una queja llena de tópicos, habría que ver quién se queja más y de qué cosas, tú te puedes estar quejando de unos aguacates, pero yo me quejo de no tener un techo.

Y sobre la salud mental, hay gente que va al médico y dice ‘mira, no puedo más’. Igual no te estas quejando haciendo barricadas, pero estás ejerciendo tu derecho a decir que no curras de aquella manera. Son diferentes formas de hacer las cosas.

P: En el caso de las relaciones también se percibe. Muchas mujeres han tenido reparos hacia el divorcio por la concepción cultural del matrimonio, mientras que ahora los límites están por delante ante una pareja tóxica.

R: Nuestras madres vivieron mejor que nuestras abuelas, pero nosotras, a nivel de conciencia e independencia económica, vamos a vivir mejor y el movimiento más transversal de nuestra era es el feminismo. Esos son otros libros, en el feminismo estamos todas a una.

P: Resulta curioso que, en el caso del turismo, los boomers tengan al alcance de la mano el Imserso, pero a los jóvenes se nos reproche el hecho de no formar una familia, no tener un trabajo estable o comprar una vivienda porque nos vamos más de viaje.

R: Aquí entra en juego una cosa que se llama Ryanair, es decir, si esto les hubiera pillado a ellos hubieran viajado también en su juventud. Existe una cosa que se llama turismo low cost por el que hemos hecho mil viajes con Ryanair y en habitaciones de 27 personas en nuestra juventud, que es una cosa que está terminando porque viajar barato ya no es posible.

Hace tiempo hice un artículo medio en broma con el que calculaba a cuántos viajes, con cuántos aguacates y cuotas de Netflix tendrías que renunciar para tener la entrada de un piso. El metro cuadrado en España son 2.500 euros de media, ¡un metro cuadrado! Es un discurso que se desmonta muy fácilmente y que, publicando el libro, pensé que estaba superado, pero no.

Nos tenemos que quitar de la cabeza la idea de que no vamos a tener pensiones

 

P: También resalta la cuestión de las pensiones. Las generaciones de nuestros abuelos y padres llegarán, pero, a los jóvenes, ¿qué futuro económico nos depara?

R: Otro mantra que se nos ha metido en la cabeza desde tiempos del 15M, cuando las pancartas rezaban ‘sin casa, sin curro, sin pensión’, pero no es cierto. Cuando miras las cuentas, las pensiones se financian a través de las cotizaciones de los trabajadores, ese es el pacto que nos hemos dado. Cuando los boomers trabajaban eran tantos que sostenían bien las pensiones de sus padres, ahora no somos tantos, han tenido menos hijos, y hay menos margen para sostener tantas pensiones, ya no se pueden financiar sólo con lo que aportan los trabajadores.

Desde hace varios años está el agujero de la seguridad social, que no llega y, para sufragarlo, se pasa dinero desde el Estado con transferencias, pero se siguen pagando. Hay una forma de entenderlo que viene desde un entorno más de izquierdas que no pasa nada, si hay que cogerlo de otro lado, se coge; incluso aceptando este marco legítimo, si no llega hay otros conceptos de recaudación. Esto lo decía el secretario de Estado de la Seguridad Social el otro día, que las pensiones están garantizadas y si hay que buscar otras vías de recaudación o vías impositivas se hará.

El debate que se empieza a abrir ahora es que cada vez hay que aportar más dinero y se deja de invertir en otras cosas. La Comisión Europea advierte que en 2050, cuando España llegará a su límite de gasto público, el 46% de todo este gasto irá a pensiones. Eso se deja de invertir en vivienda o sanidad para los propios mayores. Hay que plantear una cuestión redistributiva que, si por franjas de edad este colectivo es el más rico de España porque ha acumulado un patrimonio inmobiliario que se ha revalorizado con el tiempo y que los jóvenes no van ni a olerlo y no pueden ahorrar ni un euro, hay que plantearse si es esto lo que queremos.

Nos tenemos que quitar de la cabeza la idea de que no vamos a tener pensiones, pero como tenemos en la cabeza que igual se acaba el dinero, pero no, se recaudará de otra manera. Los primeros interesados en el sistema de pensiones somos los que, a día de hoy, no tenemos un euro y, voy más allá, igual habría que darle una vuelta porque nuestras cotizaciones van a ser más bajas porque nuestros sueldos son peores y nuestras carreras serán más inestables. A ver cómo lo hacemos.

P: Si en una mesa se sentaran una mujer de 75 años, otra de mediana edad como pueden ser nuestras madres, y una joven de unos 25 años. ¿En qué puntos crees que coincidirían sin importar los estereotipos generacionales?

R: Depende mucho de la ideología. Las que han sido más de izquierdas y peleonas probablemente el feminismo lo tengan más interiorizado; la gente conservadora estará de acuerdo con otras cosas, pero todavía llevan un discurso de ‘ni machista ni feminista’.

Más que de la edad es ideológico, pero que todas estarán de acuerdo en que vamos avanzando, las mayores estarán felices de ver a las jóvenes, las de 75 les dirán a sus nietas que no se casen, sé independiente siempre; las abuelas eso lo tienen metido a muerte. Quizás las madres también, pero han crecido en un rollo en el que teóricamente eran independientes, pero, a efectos prácticos, son un poquito más dependientes porque el marido ganará más que ellas y muchas se han dedicado a la crianza.

Los partidos han usado más los memes para el joven que para el mayor

 

P: Con el libro, ¿desde qué sensaciones o punto de partida lo has escrito?

R: Sabía que éste era un buen tema y mucha gente me ha preguntado cuál es mi siguiente causa, pero sólo es hacer buenos temas. Cuando estoy en un periódico digital se ven las cifras, intentas ser competitiva y que la gente lo lea para que genere impacto, es lo que le gusta a cualquier periodista.

Cuando me plantearon escribir un libro vi esto como un temón, está hecho desde la convicción de que puede funcionar y un tema que explicaba las pensiones o la vivienda, no es tan sexy sacar un libro sobre pensiones, pero sí con personas, las historias de personas siempre conectan más que los datos fríos. También había esta duda de plantearlo de boomers contras millenials o desde el retrato, pensado para que lo compren los boomers, pero pensé en las consecuencias que tendrá en los más jóvenes.

P: En términos políticos, los memes se han convertido en una herramienta para llegar a todas las generaciones. Tanto la derecha como la izquierda lo ha sabido utilizar a su manera. ¿Cuál crees que ha conseguido calar y la que más ha llegado a los boomers al ser la generación más alejada de las redes sociales?

R: Tampoco sé si se dirigen a ellos en términos de meme. Se habla mucho de lo bien que usa la ultraderecha las redes para llegar tanto a los jóvenes. También el PSOE en las últimas elecciones yendo a ‘La Pija y la Quinqui’ y convirtiendo a Pedro Sánchez en un meme, arrastró mucho voto joven. Los partidos lo han usado más para el joven que para el mayor, donde no sé si llega la polarización y mensajes como el “me gusta la fruta”.

En canales de Telegram no son tanto memes como bulos o simplificaciones. Ahí sospecho que la derecha lo ha capitalizado más. Ahora un discurso que escucho mucho es que estás enfrentando a los jóvenes con los boomers diciendo que la culpa de la precariedad juvenil es de los abuelos. Es una simplificación tan burda como que el inmigrante se lleva unas paguitas, no. No sé hasta qué punto la izquierda tiene unos mantras así de simples, da para otra investigación.

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