Tres de los miembros de Mongolia se suben al escenario a transformar en show los contenidos editoriales de la revista, ironizando, de paso, sobre los tan de moda espectáculos musicales.


En la era de los medios digitales, del “todo gratis” y con pocas cabeceras satíricas a la vista, la revista Mongolia triunfó en el quiosco, en un tiempo récord, como publicación impresa, de pago y a base de un explosivo cóctel de periodismo de investigación y sátira. Poco después, tres de sus miembros, Darío Adanti, Edu Bravo y Edu Galán, se subieron a los escenarios a transformar en un deternillante e inteligente show aquellos contenidos editoriales, ironizando, de paso, sobre los tan de moda espectáculos musicales. El montaje lleva un año arrasando en taquilla a su paso por toda España.


En un momento, tras el atentado contra Charlie Hebdo, en el que parece que la de sátiro se ha convertido en profesión de riesgo, charlamos con Darío Adanti, el ilustrador del grupo.


¿De qué va el musical? El Musical es la continuación de la revista Mongolia, pero en directo. Hacemos humor de actualidad deslenguado mezclándolo con vídeos, sketches, y canciones de contenido político. Aunque las canciones son los de menos, incluso puede no haber canciones. Es un show punk donde repasamos la historia reciente de España diciendo lo que todos sabemos o sospechamos pero que nadie dice en público. Decía Edu Galán hace poco que nosotros podemos decir las cosas que decimos arriba de un escenario porque no dependemos de nadie a la hora de ganarnos el pan. Si Mongolia no fuera nuestra, no podríamos decir ni la mitad de las cosas que decimos, porque nunca más nos contratarían en otros medios.


¿Por qué tendríamos que ir a verlo? Si quieren saber cuáles son los límites de la libertad de expresión, vayan a ver El Musical porque los pasamos ampliamente.


¿Alguno de vosotros sabe cantar? ¿Os inspiráis en alguna vedette? El único que sabe cantar y tocar instrumentos es Edu Bravo, y él es el que hace canciones. Galán y yo actuamos, y Bravo canta y toca. A veces el ukelele, a veces el banjo. En nuestro show, la única vedette es el presidente de España.


A medida que aumentan los casos de corrupción, ¿incorporáis nuevos números? Actualizamos El Musical constantemente. El que lo haya visto hace medio año no vio los mismos chistes que el que lo ha visto hace unas semanas, y ni te cuento el que lo ha visto hace un año atrás, donde no había ni una canción. La actualidad cambia, y, al igual que la revista, tenemos que ir cambiando protagonistas y chistes para que el show esté al día, aunque hay sketches más generales, sobre la crisis o sobre la Transición, que se mantienen porque son fundamentales para entender el presente de España. Es un show que va mutando junto con la realidad, y la realidad cambia a tal velocidad, que el show, siendo el mismo, es un show diferente cada semana. Por no hablar de que siempre hacemos un sketch especial centrado en la ciudad donde lo estamos haciendo.


Habéis girado ya por media España. ¿Cuáles son los mejores recuerdos que tenéis? Nuestra experiencia ha sido muy buena en todos lados. Empezamos en Madrid, en la Sala Mirador, que tiene sólo 120 localidades aproximadamente, y, este año, hemos hecho teatros de 400 en Navarra, 500 en Cartagena, 800 personas en Torrelavega... El show se va volviendo más y más masivo a medida que pasa el tiempo, lo que demuestra que, más allá de las características propias de cada pueblo de la geografía española, en todos están jodidos por los mismos impresentables, sienten la asfixia producida por los mismos poderes, y tienen la necesidad de ver como nosotros degradamos, en la ficción, a aquellas personas e instituciones que nos degradan a diario en la vida real. En el fondo Mongolia, tanto la revista como el El musical, es una venganza ficticia.


 ¿Cómo se os ocurrió Mongolia y cuál es vuestro secreto de belleza? Se nos ocurrió en el 2010. Rapa Carballo trabajaba en Público junto a Pere; Pere conocía a Gonzalo; Rapa y yo éramos amigos desde nuestra adolescencia en Buenos Aires; Bravo, Rapa y yo hacíamos el fanzine Viernes Peronistas; Galán y yo participábamos de tertulias de periodistas y gentes de los medios. Rapa empezó a hablar con Pere, por un lado, y con Bravo y conmigo por otro, sobre la posibilidad de sacar un periódico satírico al estilo Revista Barcelona de Argentina o The Clinic en Chile. Pere lo habló con Gonzalo, y luego yo hablé con Galán. Hubo más gente vinculada o convocada al principio que luego no pudo comprometerse por su trabajo en otros medios, pero la mayoría de nosotros nos quedamos sin trabajo ese mismo año o al año siguiente y, de pronto, aquello que era sólo un proyecto se convirtió en nuestra única actividad y la única forma de seguir publicando en prensa. La idea era lo que es hoy Mongolia, mezclar la crítica satírica más salvaje con cultura pop y periodismo de investigación independiente que pudiera contar todo aquello que no se puede contar en los demás medios de comunicación, por un hecho muy concreto: toda la prensa tradicional está endeudada con los bancos, sus consejos de dirección se han llenado de tiburones de la banca, y la dependencia de la publicidad para subsistir deja al periodismo atado de pies y manos a la hora de contar lo que sucede en un momento donde lo que sucede es responsabilidad directa de esos mismos bancos, de esos mismos tiburones de la banca, y de esas mismas empresas que los sostienen. El ser independiente nos permitía asumir un modelo de humor y de periodismo que no pueden hacer los demás porque perderían su sustento. Nuestro secreto de belleza es el siguiente: El periodismo trabaja con la verdad, y conocer esta verdad te hace reconocer a los responsables de tu situación. El humor, como ficción, toma elementos de esa verdad que muestra el periodismo y los transforma en una mentira que funciona como metáfora y, por elevación a lo absurdo o degradación, te permite descargar toda la mala leche que la verdad comunicada por el periodismo te provoca. Resumiendo: la verdad del periodismo como revelación, y la ficción del humor como exorcismo.


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Dices que una de las mayores presiones que sufren los medios de comunicación en nuestros días vienen de sus anunciantes. ¿Cuál es vuestra política comercial? No tenemos nada en contra de la publicidad. Sería una ingenuidad por nuestra parte. Mongolia es un producto y como tal necesita también promocionarse, así que negar la posibilidad de que otros productos se publiciten en tu medio me parece respetable si eres una revista militante, pero Mongolia no lo es. Mongolia es una revista de humor que intenta ser ética. Sabemos que parte de la crisis de los medios fue por la caída de la publicidad y que la publicidad puede bajarte contenidos que le incomoden bajo la amenaza de no ponerte la pauta que te permite salir a imprenta. Así que esto lo solucionamos de forma muy sencilla: nuestra economía tiene que depender de los compradores y las suscripciones, eso tiene que mantener sueldos y gastos para que la revista esté en el quiosco. Ahora bien, si además, entra publicidad, bienvenida sea. Y si a algún anunciante no le gusta algún contenido y se quiere retirar, tiene toda la libertad del mundo, nosotros saldremos a quiosco igual.


¿Echáis de menos que haya más revistas satíricas en ese quiosco español? Hace unos años, cuando sacamos Mongolia, fuimos la primera revista independiente y la única satírica, decíamos en aquellas primeras reuniones que el nivel de salud de una democracia se medía por la cantidad de satíricos que había en el quiosco. Y cuanto más salvajes fueran los satíricos, más tolerancia democrática demostraba esa sociedad. Decía Albert Moteys hace poco en twitter que la libertad de expresión se mide por la capacidad de tolerar lo que ofende, y esa, para mí, es la función higiénica de la sátira. Hace tres años, cuando sacamos la primer Mongolia, no había satíricos y sólo estaba El Jueves, revista histórica que, en realidad, está centrada en cómics de humor político, pero tiene su limitación al haber sido absorbida por una gran empresa editorial como RBA. Nosotros emulamos a un periódico diario pero llevamos la actualidad a un nivel ofensivo y esa es la función que, creemos, tienen que tener un periódico satírico. Por suerte han surgido nuevos medios de humor como Orgullo y Satisfacción, y siguen ahí clásicos del medio como El TMEO. Está El Mundo Today que, aunque no es exclusivamente de actualidad política, son ya un clásico del humor de titular y son brillantes. Por no hablar de Carne Cruda, donde Javier Crudo y su equipo viene haciendo sátira política radial desde hace ya años y en diferentes empresas hasta que no le ha quedado otra salida que hacerse independiente. Creo que ahora, con este panorama, hay mucha y muy buena sátira ahí fuera.


Inicialmente, tal vez no se os tomaba del todo en serio, pero luego os cita hasta El Mundo y os personáis en casos como el Gurtel. ¿Cuáles dirías que han sido los éxitos de la revista que han servido de puntos de inflexión para este cambio? Creo que al principio nos tomaban como los graciosillos del curso, los gamberros del patio, pero de a poco se han dado cuenta que venimos muy leídos de casa y que no somos solo una revista para reír, somos también un medio periodístico serio con información relevante que hay que tener muy en cuenta. En esto tenemos dos modelos muy claros: Le Canard Enchaine francés, que mezcla también periodismo muy serio con sátira muy salvaje, y el Private Eye inglés. Otro referente en la sátira, para nosotros muy importante, es Hermano Lobo y el Papus, donde hacían sátira gente como Maruja Torres o Vázquez Montalbán, dos escritores inmensos. En Mongolia, además de Maruja, nuestra súper heroína personal, también hay gente como Eugenio Merino o Julio Fálagan, que son artistas plásticos, o críticos de la talla intelectual de Antonio Rico o Montxo Alpuente, o diseñadores gráficos como Álvaro Valiño o Diego Quijano, y guionistas de tele y cómics como Jorge Riera. La mezcla de artistas, diseñadores, escritores y críticos puestos a hacer humor y mezclados con grandes del género como Mauro Entrialgo, sumado con gente de nuevas generaciones o del ámbito digital como Love Will Tear Us Aznar, crean una troup muy fina puesta a hacer humor salvaje que encaja a la perfección con el periodismo sin concesiones del Reality News. Supongo que el punto de inflexión han sido que muchos artículos como los correos privados de Urdangarín, la privatización del canal Isabel II, el ERE de El País, las relaciones de algunos periodistas de El Mundo con Gürtel, etc, han salido en Mongolia en muchos casos un año antes de que esos temas se trataran en otros medios de comunicación.


Y es que nada menos que Enric González ha dicho que los textos de Pere Rusiñol son una de las pocos ejercicios de Periodismo que se practican en España. ¿Tú qué dices? Que Pere es un crack. Si yo fuera periodista me gustaría ser él y hacer lo que él hace.


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Le dedicáis muchísimas portadas a la Casa Real, ¿qué palabras crees que os dedicaría la Infanta si os conociera en persona? Bueno, creo que lo mínimo que se le puede exigir a cualquier miembro de la Casa Real es que sea experto en relaciones públicas y protocolo, así que yo creo que las palabras que deberían dedicarnos si nos conocieran en persona deberían ser: "Mucho gusto, encantada de conocerlos". Luego, lo que piense de verdad, espero que se lo que quede para su círculo privado, o que haga una revista satírica y nos lo cuente por ahí.


¿Os gusta provocar? Sí, creo que el humor es algo muy complejo pero que la provocación es uno de sus ingredientes. Como dice el humorista Esteban Podetti en una de las editoriales de la revista Mongolia, el humor es la degradación de todo, incluido lo sagrado, lo más puro, lo indiscutible. Y eso provoca sentimientos de todo tipo, que no siempre son la risa y no siempre apuntan a la risa. Así que sí, nos gusta provocar.


¿Habéis recibido amenazas alguna vez? No como tales. O no en el sentido de amenazas que tuviéramos que tomarnos en serio. Uno de los fenómenos de las redes sociales y la comunicación virtual es la posibilidad de hacer llegar tus exabruptos, pero eso no implica que la amenaza sea real. Con los temas religiosos siempre surgen trolls que nos mandan lindezas por redes sociales o al mail de la revista, pero no se las puede tomar como amenazas. Digamos que si una amenaza es "os vamos a...", estas son más bien del tipo "habría que...", y eso indica que no es tanto una amenaza como un deseo. Parte de la provocación es asumir que algunos se sentirán provocados al extremo de comunicártelo de esta forma. Pero no los consideramos amenazas, y visto que tampoco nos ha pasado nada, queda claro que no lo son. Hay que saber que la única forma de responder un chiste que te ha resultado agresivo, es con otro chiste que le resulte agresivo al que ha formulado el primero. Entonces la agresión se queda en el formato del chiste, en la ficción, y aprendemos a tolerarnos.


¿Cómo evaluáis el episodio de Charlie Hebdo y todo lo asociado, vosotros que sois una especie de "equivalente" de esa revista en España? Es una tragedia terrible con múltiples aristas aún por meditar. Por un lado, la tragedia pura: unos locos atentan contra la vida de los humoristas gráficos de una revista satírica. Por otro lado, la utilización política de la tragedia de parte de muchos políticos y gobiernos occidentales. Desde Rajoy con un cartel de "Je suis Charlie" mientras implementan la ley mordaza que atenta contra la libertad de expresión y de información. Por otro lado, sectores de la derecha alentando una fobia hacia lo árabe y criminalizando a la comunidad musulmana. Por otro, la utilización de la tragedia del Charlie para reforzar las medidas contra la inmigración cuando los terroristas habían nacido en Europa y un sinfín de acciones, medidas y políticas que son desdeñables, sobre todo por lo que tienen de antidemocráticas y porque, por si fuera poco, intentan justificarse con una tragedia. Creo que el tema lo explicó de manera magnífica Gonzalo Boye en un artículo de Contrapoder en El Diario, donde explica que lo que deberíamos revisar son los planes de integración y diferencias sociales en nuestros propios países europeos, analizar las políticas de occidente con el mundo árabe en las últimas décadas, y pensar por qué estas políticas han llevado a que una minoría en nuestros países pueda verse tentada por el fanatismo. Como buen demócrata, creo que las soluciones son políticas, políticas a largo plazo que integren, que disminuyan la marginación, que eduquen en valores democráticos. Es un tema muy complejo donde no sólo interviene el factor seguridad, para el cual no creo que haya que disponer de más recursos, sino gestionar mejor los que se tienen. Intervienen, además, el sector de educación, recursos sociales, etc. De todos modos, desde Mongolia, creemos que aquí, en la España de hoy, es nuestra obligación como humoristas disparar hacia arriba, hacia el poder, y aquí el poder está claro que lo conforman otros: la banca, la religión católica, los políticos corruptos, etc. Y es nuestra obligación, también como humoristas, no tener ni siquiera esta obligación.


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Como conclusión de todos vuestros números, ¿cuál dirías que es el mayor problema de la sociedad española? Creo que el capitalismo de casino, la especulación, la rapacidad, la falta de sentido de humanidad como conjunto y la incapacidad de pensar en políticas a largo plazo y para una mayoría social. Son problemas graves pero que no sólo son un problema para España, sino para el mundo en general. En España se suma la injerencia en los asuntos públicos del sector más retrógrado del nacionalcatolicismo, y su connivencia con el poder político y económico.


Ofrecéis entradas para el musical a precio reducido a multados por la Ley de Seguridad Ciudadana. ¿No teméis arruinaros? No, bueno, esperemos que no... Es una manera de decir que aquellos que sean multados por la Ley Mordaza son víctimas de una injusticia, y como tales, y a sabiendas que las multas serán elevadísimas, nosotros podemos reducir nuestros ingresos para que vengan a vernos y se rían un poco ante tanta tragedia.


¿Qué será lo próximo? ¿Daréis el salto a la gran pantalla? Cuando hicimos Mongolia, dijimos que queríamos ser más que una revista, que fuera un concepto y a la vez una comunidad con códigos afines. Así que todo lo que se nos ocurra lo haremos. Después de todo, como nos pasó con El Musical, no tenemos nada que perder.


Mongolia, el Musical. 9 de abril. Teatro del Barrio de Madrid. www.teatrodelbarrio.com