En 1987 se estrenó Hellraiser: Los que traen el infierno, la primera película dirigida por el escritor Clive Barker, inspirada en su novela. Entonces en España aún no se había traducido el libro y el lector tendría que esperar hasta 2005, si mis cálculos son correctos, para leerlo en castellano (lo publicó La Factoría de Ideas). El filme tuvo tirón, y su éxito desencadenó numerosas secuelas que aprovechaban el impacto de uno de los personajes entre el público: el líder de los cenobitas, interpretado por Doug Bradley, una criatura surgida del más allá, con la piel punzada por alfileres. Ésta es la imagen del auténtico triunfo del largometraje, que se convirtió en un icono que ha servido para elaborar disfraces, muñecos, cómics y demás merchandising. No recuerdo, sin embargo, que más allá de esa perturbadora imagen la película destacara. Y si uno ha visto el siguiente trabajo de Barker, Razas de noche, y al mismo tiempo ha leído algunos de sus libros y de sus relatos, coincidirá conmigo en que el escritor que lleva dentro es muy superior al cineasta.

 

Algunos teníamos una cuenta pendiente con la novela: no la habíamos leído y ya no estaba en el mercado. En la actualidad, si uno no compra un libro en sus primeros años de distribución, es posible que después no lo encuentre salvo en librerías de saldo donde algunos mercachifles cometen la osadía de asignarles un precio que puede incluso alcanzar los 500 euros. Por eso la reedición de Hermida Editores llega en el momento perfecto: el año pasado Hellraiser cumplió 30 años, nada menos. Y, para empezar, recuperan el título original: The Hellbound Heart, sin olvidar la alusión a la película por si hay algún despistado (Hellraiser. El corazón condenado). La ilustración de la cubierta, obra de Sebastián Cabrol, es extraordinaria. Y no digamos la nueva traducción de Juan Carlos Postigo Ríos, que incide en esa pequeña veta poética que contiene la prosa de Barker: sus historias son fuertes, se regodean en el dolor, pero a menudo leemos descripciones en sus libros que poseen una gran carga poética; su traductor ha logrado mantener ese nivel.

 

El corazón condenado cuenta la historia de un hombre que, en busca de placeres sin límite, consigue la caja de Lemarchand, un artilugio de "ranuras infinitesimales", un rompecabezas en teoría inexpugnable, que sólo puede abrirse tanteando sus paredes hasta lograr alguna secreta combinación de dedos. Como si fuera la lámpara del genio de Aladino, la caja en cuestión trae a los cenobitas, "teólogos de la Orden de la Incisión", unos seres con la carne lacerada por ganchos y cadenas, que aceptarán proporcionarle placer sin fronteras, lo que en realidad significa que el hombre se convierta en una víctima que va a vivir atrapada en un infierno. Éste es el punto de partida, y no debemos desvelar más para que el lector vaya degustando por sí mismo las sorpresas, si no ha visto la película o, como me sucedió a mí, ya no la recuerda.

 

Hellraiser es una novela breve, deliciosamente macabra, que demuestra que la mente retorcida de Clive Barker es única. Un libro sobre cómo los deseos pueden volverse en nuestra contra y sobre cómo el amor es capaz de atravesar estadios increíbles de dolor y de sadismo. Su recuperación editorial es un acierto.